¿Perderemos de nuevo el tren con relación al presente Cambio Climático?
El presente cambio climático (sabemos que ha habido muchos, pero nos interesa este, que nos afecta directamente) es una realidad y, en las condiciones de la sociedad humana de la década de 2021 a 2030, no se puede frenar. No solo la electrificación de la producción energética está llegando tarde, sino que las guerras y otros conflictos sociales hacen impensable que la emisión de gases poliatómicos vaya a disminuir.
A esto hay que añadir que entre 2024 y 2050 la población humana habrá crecido en 2.000 millones de personas, que precisarán alimento (es decir, fertilizantes nitrogenados y agua), habitación (es decir, cemento) y transportes (carreteras, camiones y barcos) solamente para sobrevivir.
Debemos recordar que durante la última glaciación, el Sahara era un vergel. El hielo llegaba hasta la latitud del Cantábrico y el Chorro Polar movía las masas de aire del Atlántico sobre ese Sahara.
La deglaciación, el penúltimo gran cambio climático, desheló el norte del planeta, y el Chorro Polar se desplazó hacia el norte. El Sahara se convirtió en el desierto actual.
El último cambio climático, el presente, causado no por las oscilaciones de la Corriente Oceánica Termosalina, sino por la emisión brutal de gases poliatómicos, está deshelando el Polo Norte, de manera que el Chorro Polar se ha debilitado, se ha trasladado hacia el norte y hace grandes meandros que implican cambios bruscos de temperatura, descargas intensas de agua (inundaciones) y largas sequías.
Una vez comenzado este deshielo ártico, no se puede parar. El mismo se realimenta y cada año se deshiela más y más.
Vista esta realidad, lo que nos demanda la supervivencia, no del planeta, no de las especies, sino de nuestra civilización, es poner en marcha con la máxima urgencia, las medidas necesarias de adaptación a un clima cambiado. El planeta ha sobrevivido un enorme número de cambios climáticos. La vida se adapta a todos ellos, aun cuando no siempre con las mismas especies. Desaparecen unas y aparecen inmediatamente otras.
Pero la civilización no es resiliente. Los pequeños cambios climáticos del siglo XII a.C., del III d.C., el óptimo climático en Europa (los vikingos o normandos), la pequeña Edad del Hielo durante el reinado de nuestro Carlos II y el rey Luis XIV de Francia, supusieron disrupciones notables de las civilizaciones, incluidos los colapsos de las civilizaciones mediterráneas de la Edad del Bronce, y el final del Imperio Romano. El cambio climático actual es mucho mayor que esos cambios ocurridos tras la última deglaciación.
Esto nos afecta directamente hoy, Febrero de 2024. Las medidas del gobierno de la Unión Europea, y de los gobiernos de los países que la forman se adoptaron para intentar frenar este cambio climático, pero se adoptaron muy tarde. El mejor ejemplo es la electrificación del transporte, un sector en donde no se han realizado las infraestructuras necesarias. Estas son la dotación de 30.000 electrolineras, alimentadas con energía solar, y las redes de alta tensión que se precisan para ello.
No hay medidas para la adaptación a las sequías: No se almacena el agua suficiente para años seguidos de grandes sequías, no se ahorra toda el agua mediante reciclado y captura de la evapotranspiración, no se han plantado miles de millones de árboles. Tampoco para la adaptación a inundaciones cada vez más frecuentes, incendios forestales, olas largas de calor, invasiones bruscas de aire helado, etc. Ni siquiera se han empezado a construir los diques que se van a necesitar para proteger a las ciudades costeras, como Cádiz, Almería, Cartagena, Valencia, y zonas de otras como Barcelona, Bilbao, Santander, Coruña, por ejemplo.
Con estas dificultades para la producción de alimentos, se quieren eliminar los fertilizantes nitrogenados. España, sin fertilizantes, puede producir alimentos para unos 10 millones de personas. El mundo entero, sin esos fertilizantes no puede producir alimentos más que para unos 2.000 millones de personas.
Tenemos, urgentemente, que adaptarnos a otro clima. Las medidas para mantener el clima actual ya han llegado tarde. La urgencia es grande.
Se avisó, de todas las maneras posibles, desde hace 40 años, que era urgentísimo frenar el presente Cambio Climático, sin que ningún país lo tomase en serio entonces.
Se está avisando ahora que es urgentísimo tomar todas las medidas posibles, antes de 2060, para adaptarnos a un clima nuevo.
¿Volveremos a a esperar a que Valencia se inunde, la mayor parte de España se quede sin agua, por ejemplo, para tomar las medidas necesarias?