¡Peligro, estrechamiento que compromete el desarrollo social, tecnológico y económico de España!

Hasta ahora te he hablado de investigación y afán de saber; de enfermedad y necesidad de terapia; y de oportunidad de desarrollar un medicamento. Cuando todo esto se acopla, tenemos un ejemplo de Economía basada en el conocimiento, centrado en nuestro campo de investigación, la biomedicina.

Seguro que has oído hablar sobre la necesidad de impulsar en España la Economía basada en el conocimiento. Y no solo en España. La Estrategia Lisboa 2010 del Consejo Europeo perseguía crear «la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social«. ¡Suena irónico en las actuales circunstancias! La crisis financiera se ha llevado por delante muchos de los logros parciales de dicha estrategia en España y en otros países europeos. Pero, también, ha puesto dramáticamente de manifiesto la necesidad de perseverar en el cambio del modelo productivo hacia dicha Economía basada en el conocimiento.

No lo tenemos fácil con los recortes en I + D + i, aunque es mucho más preocupante la falta de cultura emprendedora en España, tanto en el mundo académico como también en el financiero/empresarial. Esto produce, más que un estrechamiento, un estrangulamiento entre la generación del conocimiento y su aplicación. Muchos análisis estadísticos nos ilustran al respecto. Aquí te dejo algunos: La FECYT, Scientific American (más artículo), SCImagojr.

Yo he elegido, empleando los datos de 2010 de la FECYT, comparar nuestro país con uno de los más potentes de nuestro entorno socioeconómico: Alemania. Así evitamos distorsiones introducidas, por ejemplo, por la legislación laboral.

País Documentos científicos publicados por millón de habitantes

(citas/publicación)

Patentes registradas (en Europa) por millón de habitantes
España 1.410 (1,13) 34
Alemania 1.625 (1,34) 299

 

Mires el análisis que mires, el mensaje siempre es el mismo: la producción científica española en publicaciones es acorde al potencial económico del país; más aún, sobresaliente si se considera el bajo porcentaje del PIB que históricamente se ha dedicado a I + D + i en España. Sin embargo, esa relación se quiebra cuando pasamos del conocimiento puro al aplicado. Las patentes (y las exportaciones tecnológicas) están muy por detrás del potencial económico y científico de nuestro país. Está claro: algo no funciona en España en el proceso de transferencia del conocimiento. La duda que me entra tras mi experiencia de estos años es si hay voluntad real de arreglarlo.

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