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Autor
David Ríos Insua (Vicerrector de Nuevas Tecnologías de la URJC, Laboratorio de Ingeniería de la Decisión, URJC-Fundación DMR Consulting)

¿Hacia la democracia electrónica?

Cada vez está más cerca el momento en que los electores emitamos nuestro voto por Internet o desde el móvil. Las primeras experiencias ya han comenzado a pequeña escala y con éxito, pero ¿serán a gran escala técnicas fiables y seguras? ¿Se podrá garantizar la confidencialidad de los votos emitidos? ¿Serán admitidas por los electores?
En los últimos meses, los españoles estamos participando en procesos electorales cruciales para determinar nuestro gobierno autonómico, nacional o europeo, depositando nuestro voto, un trozo de papel, en una urna. Igualmente, todas las semanas tenemos oportunidad de participar en votaciones por SMS o Internet en variados programas de televisión. No sorprende por ello que, en línea con la progresiva electronización de nuestra sociedad, hayan surgido noticias recientes sobre diversos aspectos de la aplicación de las tecnologías de la información a la política, principalmente la automatización de los procesos de voto.

Estamos en tiempo de debate. Un debate que busca promover las nuevas tecnologías en nuestra vida política, como previamente se ha hecho en los negocios, la educación o las artes. Un debate que podría llevar a que la política, tal y como hoy se conoce, cambie en este siglo XXI que será, esencialmente, móvil y electrónico. Al fin y al cabo, recordemos que nuestras actuales instituciones democráticas provienen de tiempos en que el transporte y las comunicaciones eran extremadamente costosos, en tiempo y dinero. Con los años, los políticos han desarrollado un estilo en el que, salvo en tiempos de campaña, mantienen escasa relación con los ciudadanos. En cierto sentido, nuestras instituciones están desfasadas, puesto que no se han beneficiado de las nuevas tecnologías en un sentido social. Pensemos, por ejemplo, en los escándalos del voto en las elecciones Bush-Gore. Internet ofrece claras oportunidades para aproximar a gobernantes y gobernados, y para crear y difundir conocimiento entre los ciudadanos. Muchos autores han discutido sobre el apoyo on-line a los procesos democráticos y sobre cómo cambiará la forma en que la gente podrá participar en el proceso legislativo y de toma de decisiones. Los gobiernos son conscientes de ello y han puesto en marcha diversas iniciativas al respecto, como, por ejemplo, la de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que permitió a los madrileños enviar sugerencias por Internet para la elaboración del Plan Científico 2004-2007.

La visión anterior puede llevarse al extremo, como han hecho los tecnoutópicos, que ven en Internet un medio para propagar globalmente los ideales, mitificados en mi opinión, del ágora ateniense o del town meeting inglés, por medio de la discusión y la votación electrónica. Cualquier decisión podría votarse y podríamos vivir en un sistema de referéndum permanente, sugiriendo la posibilidad de obviar el sistema de democracia representativa, salvo quizá para elegir a quienes formulan las preguntas. Frente a este futuro, en el que cada mañana, antes de trabajar, nos conectaríamos a Internet y votaríamos en los tres o cuatro referenda del día, debemos rápidamente recordar cómo la economía y la psicología experimentales muestran consistentemente cómo las personas no somos racionales al tomar decisiones cuando sólo usamos nuestra intuición y cómo no tendríamos tiempo para vivir en ese proceso de referéndum permanente: no sólo se trata de votar, sino de informarse, deliberar y decidir. En cierta forma, los resultados de las últimas elecciones españolas serían un reflejo de este fenómeno, asociado a la cultura 'Hazlo rápido' de Internet. Contra lo que creen los tecnoutópicos, un modelo ateniense de democracia directa plenamente participativa, aunque fuese tecnológicamente posible, no sería practicable: gran parte de la población no desea ni puede implicarse al nivel que sería necesario para hacerla efectiva, como prueba que la pertenencia a los partidos políticos ha descendido en la mayoría de los países europeos. Sunstein, en su REPUBLICA.COM, incide en esta dirección indicando la agravante de que estaríamos ante un sistema (Internet) en el que elegimos la información a la que queremos exponernos y con la que componemos la base informativa de nuestros juicios. Para juzgar opiniones hay que tener criterio y éste se forma sólo en el reto de la argumentación y el contraste.

GOBIERNO Y TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN

Se distinguen tres grandes áreas de aplicación de las TI a las relaciones con los gobernados:

La aplicación más común es proporcionar acceso a la información. Los gobiernos producen enormes cantidades de información y una parte creciente de ella está disponible a través de sus webs. Igualmente, los Institutos de Estadística proporcionan cantidades ingentes de datos de los que poder extraer información, si se tiene acceso a herramientas estadísticas adecuadas.

La segunda posibilidad traslada ideas del negocio electrónico a la administración, para permitir la realización de transacciones. Así, algunos organismos vienen poniendo en marcha un proceso de simplificación administrativa vía web desde ya hace algunos años. Un ejemplo, es el que desde la URJC se inició para la Comunidad de Madrid, con vistas a describir todos sus procedimientos, simplificar éstos, e idear el proceso telemático necesario para su implementación vía web, facilitando toda la relación administrativa con los madrileños, desde la petición de plaza en un colegio público, a la obtención de una licencia de caza,... evitándose, así, largas colas, complicados menús telefónicos o retrasos en el correo.

La vertiente menos desarrollada y más controvertida es la de participación ciudadana, con ayuda de las TI. Hemos mencionado el voto electrónico o el voto por Internet, que muchas personas han experimentado ya. Por ejemplo, algunos periódicos electrónicos, a menudo plantean preguntas sí-no a sus lectores sobre temas actuales. Tales formas de votación no son representativas, puesto que corresponden a muestras no aleatorias. Muchas sociedades profesionales realizan sus votaciones a través de la web. Han sido también numerosos los ensayos, p.ej. en las recientes elecciones en Cataluña y España, en los que se han realizado pruebas a pequeña escala de voto electrónico y voto online, con cierto éxito. En Brasil, prácticamente todos los votos se emiten en urna electrónica.

Pero hay bastantes más posibilidades tecnológicas, además de Internet (por ej., metodologías de toma de decisiones o de Inteligencia Artificial) y voto electrónico u on line (p.ej., retransmisión de mítines vía Internet). Algunas de estas posibilidades son más ambiciosas que otras. Algunas de ellas no se refieren, en realidad, a la democracia electrónica, sino que van en la línea de hacer más eficientes los procedimientos tradicionales. Podemos, de hecho, clasificarlas como sigue:

 Tecnologías que automatizan procesos. Un ejemplo sería sustituir el voto tradicional en papel, por voto electrónico, utilizando dispositivos en los colegios electorales, como en Brasil o Venezuela, o voto on-line, como se ha hecho en nuestro país, en la Guardia Civil, proporcionando una versión más efectiva y eficiente que la práctica existente. Una empresa líder en este campo es SCYTL.

 Tecnologías que suministran una mejor información, que incluye, desde la publicación de minutas o la transmisión de reuniones por videoconferencia, hasta paseos virtuales por proyectos de planes de desarrollo. Un buen ejemplo, sería el sitio que desarrolla edemocracia.com, que promueve e informa sobre distintos aspectos de la democracia electrónica.

 Tecnologías que transforman, de algún modo, la naturaleza del proceso democrático. Tales tecnologías incluyen consultas on-line, toma de decisiones on-line y discusiones públicas generales sobre las políticas legislativas. Un buen ejemplo, es el que se persigue desde el programa Towards Electronic Democracy que se coordina desde la URJC para la European Science Foundation.

 Tecnologías que cambian la escala. Un buen ejemplo serían los referenda on-line. La capacidad de los comicios on-line para reducir los costes de los comicios habituales podrían tener un impacto significativo en los procesos democráticos. Otro ejemplo sería la convocatoria de flashmobs a través de SMS, que facilitan convocatorias masivas en pocas horas. Finalmente, el lobby electrónico permite llegar de forma mucho más efectiva a nuestros políticos, como se hace desde hazteoir.org.

En nuestra opinión, y aunque las tecnologías que automatizan e informan son importantes y útiles, son de menos interés que aquéllas con un potencial de transformar la naturaleza de la democracia. En cualquier caso, son numerosos los beneficios potenciales de la naciente democracia electrónica, como por ejemplo, la legitimación que se produce, al acercar las decisiones a la gente y tomarse públicamente las decisiones públicas; al reducirse la apatía y la alienación y maximizarse el potencial del ciudadano. También se pueden identificar algunos peligros potenciales, como la ya mencionada incapacidad de los ciudadanos de hacer juicios correctos en temas complejos o el debilitamiento de la autoridad central.

BRECHA DIGITAL Y SEGURIDAD

La primera presunción en una democracia electrónica debería referirse al acceso a las TI, que, realmente, permanece como un obstáculo, puesto que la penetración en los hogares de Internet en la mayoría de los países avanzados dista de ser universal. En los últimos años, se ha venido acuñando el término "brecha digital" para definir tal situación. Se puede producir así un hueco conceptual entre teoría y práctica. Por un lado, mientras que existe un voto parcial on-line, análogo al voto postal ya usado en varios ensayos, el voto universal on-line, a menos que pueda implantarse de un modo justo y equitativo, será irrelevante, en el mejor de los casos, y peligroso, en el peor. En la práctica, los métodos de votación convencionales tendrán que estar disponibles durante cierto tiempo, incluso si la mayoría de gente fuese capaz de hacerlo y quisiese votar on-line. En consecuencia, en los países europeos deberá pasar más de una década antes de contemplar el voto on-line a escala nacional en unas elecciones. Se ha argumentado que algunas de estas deficiencias de infraestructura, pueden superarse, por ejemplo, utilizando la televisión interactiva, estableciendo puntos de Internet de acceso público, facilitando el acceso a la red en bibliotecas y otros edificios públicos e, incluso, a través de teléfonos móviles. En cualquier caso, la falta de acceso universal no debe ser un obstáculo para promover un movimiento hacia la democracia directa, sin soslayar la cuestión de la equidad. Se podría, por tanto, potenciar una nueva desigualdad social: hay un verdadero peligro de que las Tecnologías de la Información, a la vez que realcen y enriquezcan la democracia para algunos, puedan aislar, aún más, a los más vulnerables.

Otra cuestión que suscita gran debate es el de la seguridad. Como cualquier operación a gran escala, el potencial para la corrupción en una consulta on-line es considerable. ¿Cómo se verifica la identidad en una votación electrónica? La asistencia a elecciones generales queda muchas veces por debajo del 60% en algunos países. ¿Cómo aseguramos que el 40% restante de los votantes no ve su voto manipulado por algún tecnólogo experto? En gran medida, tales problemas se evitarían con certificados digitales y criptografía de clave pública, aunque aún tienen un coste elevado. Incluso si fuese posible evitar la suplantación a gran escala, sería casi imposible asegurar que un votante on-line fuese quien dice ser, sin recurrir a tecnologías muy caras de reconocimiento basadas en huellas digitales o en el iris. Puede haber, pese a todo, factores que compensen estos riesgos: los métodos actuales de voto no son especialmente seguros (pensemos, p.ej., en nuestro sistema de voto por correo), como demostraron las elecciones presidenciales norteamericanas del 2000. Se calcula que en tal ocasión se perdieron entre cuatro y seis millones de votos por fallo de equipos, errores en el registro. La votación electrónica podría eliminar muchos de estos errores.

UN ÁGORA VIRTUAL

Pero, insistimos, hay bastante más (y probablemente más innovador) que el voto online.

El modelo más innovador y radical que nosotros promulgamos es el de trasladar a Internet, para apoyar a grupos, la metodología de las conferencias de decisión, proponiendo así una versión asíncrona de las mismas. El análisis de las decisiones a tomar vendría realizado por un equipo de analistas para el dueño del problema (gobernante, alcalde, consejero delegado de una empresa.) en un sistema maestro, que daría soporte a todo el ciclo del análisis de decisiones: con brainstorming asistido por ordenador, técnicas suaves de formulación de problemas y distintas técnicas cuantitativas de modelización como herramientas de asignación de probabilidades, utilidades multiobjetivo,.... En varias fases del proceso, algunos de los modelos podrían colgarse en un servidor, al que accederían los distintos grupos de interés, y el público en general. El nivel de acceso puede variar de grupo a grupo y en diferentes pasos del proceso. Inicialmente, el servidor podría proporcionar páginas que advirtiesen que se está tratando un tema y, quizás, invitar comentarios y el envío de sugerencias a través del correo electrónico o de un boletín. Después, se podrían desarrollar páginas activamente que permitiesen a los usuarios interaccionar con partes o todo el modelo para explorar las implicaciones de sus perspectivas individuales y sus juicios de valor. Estas exploraciones podrían mantenerse en privado, si el usuario lo desea, pero, más útilmente, proporcionaría al decisor un resumen de las visiones del usuario en un formato compatible con el modelo de decisión. El servidor emplearía técnicas de explicación de IA y páginas activas que ayudarían al usuario a entender el modelo y sus implicaciones en lenguaje natural, evitando el uso de lenguaje que pueda conllevar contenido emocional. Un sistema de negociación electrónica podría sugerir soluciones de consenso a los participantes. Una hipótesis básica de nuestra propuesta es que incluir a y comunicar con todos los grupos de interés conduce a una toma de decisiones de mejor calidad, más consensuada y transparente. Pueden verse más detalles de este sistema, disponible en breve plazo, en http://bayes.escet.urjc.es/ted

Con este modelo en mente, nos acercamos a lo que Levy (1995) entiende como inteligencia colectiva:

Este ágora virtual facilitará la navegación y la orientación a través del conocimiento y favorecerá su intercambio, ofreciendo visualizaciones dinámicas de situaciones colectivas, que permitan evaluaciones multicriterio de muchos procesos de toma de decisiones.

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