Fecha
Fuente
SINC Servicio de Información y Noticias Científicas
Autor
Enrique Sacristán

“Estos instrumentos son testigos de la historia de la ciencia española y hay que conocerlos”

Entrevista al investigador y divulgador científico Esteban Moreno Gómez, experto en didáctica de la ciencia

Sin un microtomo para cortar las finas rebanadas de tejido nervioso que luego observaba con avanzados microscopios, Ramón y Cajal nunca podría haber sentado las bases de la neurociencia moderna. Estos dos instrumentos fueron indispensables para realizar su trabajo.

En los últimos años, a través del Plan de Identificación, Recuperación y Conservación de Instrumentos y Aparatos Científicos de Interés Histórico del CSIC, se han encontrado centenares de estas piezas históricas.

El experto en didáctica de la ciencia Esteban Moreno Gómez (Madrid, 1977) ha seleccionado 30 de ellas para presentarlas en su obra Instrumentos de la ciencia española. Los aparatos históricos del CSIC. Son testigos de la investigación que se realizó en nuestro país a lo largo de tres siglos, un patrimonio que conviene conocer y conservar.

¿Cuál es el instrumento más antiguo y reciente de esta selección?

El más antiguo es un microscopio, conservado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), datado en torno a 1750. Es un aparato bellísimo con un diseño propio de la ilustración y del que quedan tres ejemplares en todo el mundo. Y el más moderno es un galvanómetro destinado a la enseñanza, diseñado y construido en la década de 1950 en el Instituto Torres Quevedo de Instrumental Científico (el actual ITEFI).

¿Destacaría alguno por su relevancia científica?

Si por relevancia científica entendemos la importancia de los hallazgos que se lograron con ellos, sin duda los microscopios utilizados por Ramón y Cajal. Los que conserva el CSIC estaban entre los mejores modelos de la época. Contaban con lentes apocromáticas, que reducían al mínimo las aberraciones cromáticas y ofrecían la mejor resolución del momento.

Aun así, había que saber observar, interpretar y realizar buenas preparaciones de tejidos como hacía Cajal. Y también tienen relevancia otros instrumentos, como la balanza de precisión usada por Enrique Moles para la determinación de masas atómicas y moleculares, o los espectrógrafos que manejó Miguel Catalán y sus colaboradoras.

¿Cómo estudiaba Catalán el átomo con su espectrógrafo?

Catalán se especializó en el estudio de los espectros de los llamados metales de transición (como el hierro, el manganeso o el molibdeno). Tras excitar, mediante una descarga eléctrica, una muestra de uno de estos metales, dirigía la luz que emitía el metal al interior de un espectrógrafo, donde el haz luminoso era refractado, obteniéndose una serie de líneas de diverso color e intensidad conocidas como espectro de emisión.

Estas líneas están íntimamente ligadas con la posición de los electrones en torno al núcleo del átomo. Analizando su regularidad, Catalán contribuyó a mejorar el conocimiento de la estructura intima de la materia. Sus datos permitieron que Arnold Sommerfeld propusiera un modelo de átomo en el que los electrones presentaban órbitas elípticas.

Ha mencionado colaboradoras… ¿Qué aparatos podemos relacionar con mujeres investigadoras?

De forma segura, el gran espectrógrafo del Instituto de Óptica “Daza de Valdés” (IO) con el que trabajaron tres colaboradoras de Catalán: Pilar de Madariaga, Dorotea Barnés y Pilar Martínez. Por su parte, Felisa Martín Bravo (la primera mujer doctorada en Ciencias Físicas) estuvo en los inicios de la sección de rayos X del Laboratorio de Investigaciones Físicas, por lo que manejó algunos carretes de Ruhmkorff y tubos de rayos X conservados hoy en el Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR).

Recientemente hemos acabado un catálogo de instrumental histórico de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) en Zaragoza, y  hemos hallado muchos aparatos utilizados por mujeres científicas. Sin duda se encontrarán más ejemplos a medida que se profundice en su papel en la historia de la ciencia española.

¿Cuál sería la pieza más valiosa desde el punto de vista económico?

Es difícil responder. Las distintas variables (antigüedad, valor científico, rareza, etc.) que se utilizan para asignar el valor monetario de un instrumento histórico hacen que sea complicado determinar. Creo que el CSIC cuenta con bastante instrumental cuyo valor económico es muy alto: varios microscopios del siglo XVII, un generador piezoeléctrico y un electroscopio diseñados por Pierre Curie o un quimógrafo portátil (dibuja la evolución en el tiempo de algún parámetro) utilizado por Tomás Navarro.

También aparecen instrumentos educativos…

Sí. Las consolas y maletas para realizar experimentos en centros educativos, diseñadas y construidas en el Instituto Torres Quevedo de Instrumental Científico, se encuentran hoy en día en muchísimos centros educativos de España y Latinoamérica. En algunos casos se siguen utilizando, lo que puede ser indicativo de su utilidad para la enseñanza.

¿Qué instrumentos se fabricaron en España?

Están los fabricados en el Laboratorio de Automática, dirigido por Torres Quevedo, que durante el primer tercio del siglo XX produjo centenares de instrumentos para la investigación (aunque el CSIC conserva menos de una decena).

Ese laboratorio fue una escuela de inventores y desarrolladores de instrumentos científicos. Algunos de los aparatos que se crearon bajo la dirección de este famoso ingeniero fueron utilizados por los mejores investigadores de la denominada Edad de Plata de la ciencia española.

¿Algún otro ejemplo made in Spain?

Hay inventariados dos ejemplares de la máquina de rayos X portátil inventada por Mónico Sanchez en la misma época. Hasta nuestros días han llegado muchos ejemplos de instrumental construido en el CSIC en los años 40 y 50 del siglo pasado, como instrumentos de medida y detección, cámaras de rayos X, aparatos para enseñanza, y otros muchos. Además, en los mismos años también se fabricaron aparatos de medida en empresas privadas, como COBOS o CEDAC.

Personalmente, ¿tiene algún instrumento favorito o que le atraiga de manera especial?

Tengo muchos, normalmente suele ser el instrumento que esté estudiando en ese momento. Actualmente estoy muy entusiasmado con tres aparatos: un quimógrafo construido en España en la década de 1930 que se conserva en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS), un difractoscopio de 1910 guardado en el MNCN y utilizado por Joaquín Castellarnau, y un pequeño estuche portátil para determinar el pH que aún no tengo datado, preservado en el Real Jardín Botánico (RJB).

¿Se han perdido muchos aparatos? ¿Alguno de especial valor?

Sí, es duro decirlo, pero la propia dinámica investigadora y la falta de sensibilidad y conocimiento han tenido como consecuencia la perdida de instrumental. Para saber si han sido muchos o pocos tendríamos que tener un inventario previo del que no siempre disponemos.

Otro instrumental del CSIC ha sido, afortunadamente, salvaguardado por el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT), como es el caso del primer microscopio electrónico utilizado en España. Personalmente me gustaría que no hubiera desaparecido el valioso instrumental del laboratorio de Blas Cabrera.

¿Dónde podemos ver todos estos instrumentos?

Algunos los podemos ver expuestos en distintos centros e institutos del CSIC (como los mencionados ITEFI, IFQR, IO, EEAD, MNCN y el IETCC, el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja). Son centros de investigación, pero tienen áreas donde, pidiendo permiso, seguro que pueden ser observados.

Otros están almacenados a la espera de ser estudiados y expuestos (como los del CCHS y el Real Jardín Botánico). De otros muchos espero que estén almacenados, lo mejor posible, y confío en que se puedan catalogar. De forma virtual se pueden ver varios centenares en la sección de colecciones del Museo Virtual de la Ciencia del CSIC y en la web del Legado Cajal.

¿Algún comentario final sobre el valor de todos estos objetos para la sociedad?

Creo que el instrumental científico-histórico es un ejemplo poco conocido de la cultura material de nuestra historia. Estos aparatos nos dicen mucho sobre quienes los utilizaron, sobre sus líneas de investigación y sobre el paradigma científico y tecnológico de la época.

Mi interés con este libro es que la sociedad en general, y la científica en particular, conozca su existencia y la necesidad de estudiarlos y conservarlos, pues son testigos de la historia del CSIC, de la historia de la ciencia española y de la historia de la ciencia en general.

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