El Mamut olvidado

En marzo del pasado año se publicó en la revista PLoS Biology la secuencia completa del genoma mitocondrial del mamut (Mammuthus primigenius) (Rogaev, Moliaka et al. 2006). PLoS Biology es una revista perteneciente a la fundación “Public Library of Science” (PLoS) creada por Harold E. Varmus, Patrick O. Brown, y Michael B. Eisen en el año 2000.  Uno de los principios de esta fundación es la difusión del conocimiento científico, por ello sus publicaciones son de acceso libre para todo aquel que se encuentre interesado…

 

Sin embargo, y aunque quizás me equivoque, no recuerdo ninguna noticia en la prensa no especializada sobre este descubrimiento en la fecha de su publicación. Sólo a finales del pasado mes de septiembre, tras la publicación en Science de la obtención, por parte de otro grupo de investigadores, de la secuencia completa del genoma mitocondrial de la misma especie de mamut (Gilbert, Tomsho et al. 2007), he podido observar como todos los medios de comunicación se hacía eco del gran hallazgo.

 

            No deseo quitarle ningún mérito al trabajo publicado en Science, porque lo tiene, pero si me gustaría hacer una pequeña reflexión acerca de cómo llega la información científica al público general. Cuando yo leí las primeras noticias sobre este descubrimiento hace unas semanas me quedé deslumbrado: el genoma completo del mamut había sido secuenciado. Me quedé muy sorprendido y fascinado a la vez, pero no era cierto. También pude oír en un programa de radio que este hallazgo abría la puerta a la reconstrucción del mamut, al más puro estilo “Parque Jurásico”, pero esto tampoco es posible. Entonces acudí al origen de la información para tratar de averiguar el motivo de tanto revuelo.

 

Los autores de este trabajo han obtenido la secuencia completa del ADN mitocondrial (mtADN), y ¡no la del genoma completo!, de 10 mamuts siberianos a partir de muestras de pelo. Uno de estos mamuts es el descubierto en 1799 que había sido conservado a temperatura ambiente desde su descubrimiento. Nadie esperaría poder obtener mtADN, ni ADN de ninguna clase, en esas condiciones de conservación, pero lo han logrado utilizando una nueva estrategia y con tan sólo 0,2 gramos de pelo de este ejemplar, al contrario que en el trabajo anterior donde fue necesario utilizar mayor cantidad de material (músculo) que además había sido conservado en mejores condiciones (congelado en el permafrost siberiano). La aplicación de esta nueva tecnología en la obtención de secuencias de ADN a partir de muestras de organismos antiguos, extintos o no, y en condiciones de conservación inapropiadas, permitirá la comparación filogenético de dichos organismos a nivel molecular, con una mayor precisión y no basada únicamente en las características morfológicas. En palabras de los autores: “The finding that aDNA (ancient DNA) can be extracted from a specimen kept at room temperature for two centuries puts a large number of collections stored in natural history museums within reach of molecular genomic analysis and may allow us to add molecular-genetic data to the collections of Charles Darwin, Alexander von Humboldt, and Carl von Linné”. Una buena aproximación, en prensa no especializada, de lo que realmente dice este nuevo artículo de Science se puede encontrar en la siguiente dirección

 

Existen numerosas especies de reciente extinción como el Dodo (1681), el Uro (1627), el Moa (1600), el Tilacino (1936), etc. De todas ellas se conservan muestras que podrían permitir la secuenciación de su ADN (mitocondrial o genómico) y por tanto de su análisis filogenético.

 

Pero, volviendo a la reflexión inicial, parece poco importante que los medios de comunicación hayan confundido la secuenciación del mtADN con la del genoma completo del mamut, o que incluso especularan con la reconstrucción de la especie extinta. A fin de cuentas, ¿a quién le importa un animal extinto hace 38.000 años si no es a los científicos locos que trabajan en ello? No creo que ningún descubrimiento científico sea poco importante, porque todo aquello que podamos conocer de los mamuts puede ayudarnos en el futuro, conociendo como fueron las circunstancias de su extinción, o su relación con los actuales elefantes, etc. Sin embargo, no es una noticia que a la mayoría de la gente importe demasiado, y sin embargo, en su divulgación se han cometido grandes errores y sobre todo se ha engrandecido desmesuradamente.

 

Lo que realmente me preocupa no es la malinterpretación de esta noticia sino de otras muchas que aparecen en la prensa no especializada. Y sobre todo me gustaría hacer especial referencia a aquellas que tienen que ver con terapia para algunas enfermedades. Cada cierto tiempo aparece en los telediarios noticias sobre terapias nuevas contra el cáncer o contra alguna enfermedad de las denominadas “raras” por su baja incidencia. Los medios de comunicación deberían ser más precisos cuando emiten noticias de este tipo porque en muchos de los casos se trata de descubrimientos en ratones o ratas de laboratorio que no siempre se pueden extrapolar a los seres humanos, pero siempre se exponen como una posibilidad, y no siempre se acuerdan de recordar que será a largo plazo. Mucha gente puede pensar que quizás estas noticias dan esperanzas a las personas que padecen aquellas enfermedades que se mencionan en ellas para seguir luchando. Aunque eso es cierto, a mi me gustaría que las noticias fueran de otra manera. Debería anunciarse las nuevas terapias cuando realmente exista una posibilidad en un plazo de tiempo más corto, de pocos años. Pero, ¿que les podemos pedir a  los medios de comunicación cuando entre los propios científicos nos dejamos llevar por el sensacionalismo? Volviendo al ejemplo que me ha servido como excusa para estas reflexiones, nadie hizo caso del descubrimiento de la secuencia del mtADN del mamut cuando se obtuvo por primera vez, sin embargo, una vez publicado en Science, la prestigiosa revista, todo parece de otro color. Si está publicado en Science, es porque es más verdad que en cualquier otra revista menos prestigiosa. ¿Qué fuentes utilizará un periodista para redactar sus artículos de divulgación científica? Science y Nature, por supuesto. Cualquier científico que se precie desea publicar en una de estas revistas tan prestigiosas pero, ¿eres mejor científico si publicas en ellas?, ¿es más importante aquello que has descubierto?, o simplemente ¿pareces mejor científico y parece más importante aquello que has descubierto?

 

            Gregor Johann Mendel publicó el trabajo de su vida en la revista escrita en checo “Proccedings of the Natural Science Society of Brünn” o lo que es lo mismo “Verhandlungen des naturforschenden Vereines in Brünn” en 1866. El trabajo de Mendel pasó desapercibido y fue olvidado hasta que 34 años más tarde Hugo de Vries, Carl Correns y Erich von Tschermak redescubrieron las leyes básicas de la herencia. Podríamos pensar que fue un error no escribir un trabajo tan importante en un idioma más internacional. Por otro lado, estamos hablando de una época convulsa para la ciencia cuando un descubrimiento, que hoy consideramos obvio, era difícil de asumir y aceptar. Sin embargo, si Mendel hubiera escrito sus descubrimientos en Inglés no habría tenido más repercusión de la que tuvo, porque el error fue publicar su trabajo en una revista de “segunda categoría”.

 

            Hace ya un siglo de esto, pero en realidad no hemos aprendido aquella lección. En la actualidad, los descubrimientos científicos no son más o menos importantes en función de su aplicabilidad en terapia o en mejorar la calidad de vida del hombre o por lo novedoso del hallazgo sino en función de la revista en la que se haya publicado. Yo creí que la ciencia era objetiva, que estaba fuera del mundo del sensacionalismo, pero no es cierto.

 

Trabajo todos los días con la esperanza de poder aprender cómo funciona el genoma de los organismo, estudiando las formas de splicing que se generan, y sueño con publicar mis hallazgos, por pequeños que sean, para mejorar mi curriculum, no nos vamos a engañar, pero también para dar a conocer al Mundo aquello que he descubierto, aquello que he aprendido sobre el funcionamiento de la vida. Me da igual la revista en que se publique, ahora que estoy empezando en este mundillo de la ciencia, pero está claro que publicar en Nature o Science me abriría muchas más puertas que muchas otras revistas de “segunda categoría”.

 

 

 

Alberto Rastrojo Lastras

Dontorando en el CBMSO

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4 comentarios

  1. Leyendo tu blog he recordado algo que viene al caso: Lyn Margulis, la prestigiosa bióloga norteamericana, escribió en 1966 un artículo titulado "The Origin of Mitosing [Eukaryotic] Cells". Este artículo exponía un nuevo concepto en biología: la endosimbiosis, es decir, la asociación estrecha entre especies, en la que los individuos de una residen dentro de las células de otra. Fue un artículo revolucionario en su campo, y hoy la teoría endosimbiótica aparece en los libros de texto. Pues bien, este artículo fue rechazado por quince revistas científicas, incluida Science, y fue publicado finalmente en The Journal of Theoretical Biology, una revista “de segunda”. Me parece muy acertado lo que dices: en principio, las “grandes” revistas científicas, deben ser, y suelen ser, de la más alta calidad científica, pero cuidado con las excepciones.

  2. puxa no contaron casi na sobre carl von linne bueno pz.. si algien lee esto x fa publiken algo k me sirba plissss……

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