Las bacterias que nos matan
A finales del pasado año se publicó un estudio de mortalidad global por infecciones bacterianas extraído del Global Burden of Disease 2019. Los autores calculaban que en 2019 se produjeron 13,7 millones de muertes por causas infecciosas en todo el mundo de las que 7,7 millones eran atribuibles a treinta y tres especies bacterianas y, de ellas, cinco eran responsables de más de la mitad de los casos.
El Global Burden of Disease (GBD) es una colaboración que recoge datos globales de mortalidad y morbilidad relacionados con más de 350 enfermedades y lesiones. Coordinado por el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), el GBD aúna los esfuerzos de más de 7000 investigadores pertenecientes a diversas instituciones nacionales e internacionales para recoger datos estandarizados sobre todas las áreas de la salud. La mayor parte de los datos están disponibles en la web del IHME, en la que también pueden encontrarse numerosos resúmenes gráficos e informes monográficos. Además, grupos de todo el mundo están utilizando los datos para hacer análisis detallados centrados en patologías, problemas o áreas geográficas concretas. Muchos de estos estudios se han publicado ya en revistas especializadas, incluyendo un monográfico en The Lancet. El que nos ocupa hoy, firmado por el grupo GBD 2019 Antimicrobial Resistance Collaborators, se centra en las infecciones bacterianas.
El estudio recoge mortalidad y años de vida perdidos (YLLs en inglés) asociados a infecciones bacterianas y los relaciona con los patógenos, síndromes, sexo, edad y origen geográfico de los sujetos. A pesar del nombre del grupo firmante, el estudio recoge datos de todas las infecciones bacterianas independientemente de la resistencia a los antibióticos. En conjunto se utilizaron datos de 343 millones de registros de 204 países.
Resumiendo, en 2019 se produjeron 13,7 millones (M) de muertes atribuibles a infecciones (incertidumbre del 95%, UI95%: 10,9-17,1), de las que 7,7 M (UI95%: 5,7-10,2) fueron producidas por treinta y tres especies de bacterias (Figura). Por síndromes, las tres infecciones con mayor mortalidad fueron las del aparato respiratorio inferior, seguidas de las del torrente sanguíneo y las peritoneales e intra-abdominales (esta categoría incluye infecciones tan diversas como apendicitis, peritonitis o colecistitis). Más de la mitad de las infecciones mortales (56,2%) fueron producidas por tan sólo cinco especies: Staphylococcus aureus (1.1 M), Escherichia coli (0,95 M), Streptococcus pneumoniae (0,83 M), Klebsiella pneumoniae (0,79 M) y Pseudomonas aeruginosa (0,56 M). Las frecuencias relativas de estos patógenos son similares en todo el mundo, aunque la mortalidad es mucho mayor en las regiones de África subsahariana, sur y sudeste de Asia que en las demás. No hay grandes diferencias por sexos, aunque a edades avanzadas la mortalidad producida por estos patógenos es algo mayor en los hombres. Sí hay diferencias importantes, aunque no sorprendentes, por síndromes y por edades: S. aureus es el mayor causante de muertes por infecciones del torrente sanguíneo, S. pneumoniae es el principal implicado en mortalidad por infecciones del aparato respiratorio y E. coli lo es en las infecciones intra-abdominales. Además, S. pneumoniae destaca como el patógeno más importante en niños hasta los cinco años, lo que le coloca también en el número uno cuando en lugar de mortalidad se calculan los años de vida perdidos.
El estudio excluye la tuberculosis, que es una infección bacteriana producida por Mycobacterium tuberculosis, porque debido a su relevancia epidemiológica suele tener sus propios registros y estadísticas. Si se incluyese, M. tuberculosis ocuparía, por poco, el primer lugar con casi 1,2 millones de muertes. Hay que subrayar, sin embargo, que los cinco patógenos mencionados, que fueron responsables de más de 4 millones de muertes en 2019, no son patógenos primarios como M. tuberculosis, cuya forma de vida es la infección, sino oportunistas, bacterias que habitualmente nos colonizan, conviven con nosotros de manera pacífica y sólo producen infecciones cuando ocasionalmente se encuentran con brechas en nuestras barreras defensivas. Estas brechas pueden ser naturales (inmadurez inmunológica o senescencia) o sociales (alimentación, acceso a sistemas sanitarios). Una medida importante para controlar a los patógenos primarios es evitar la transmisión de personas infectadas a no infectadas, sin embargo, con los patógenos oportunistas esto es imposible porque están, literalmente, por todas partes y la mayor parte del tiempo son colonizadores que no producen enfermedades. Por eso los esfuerzos deben dirigirse en otras direcciones: vacunas, diagnósticos, tratamientos, acceso a los sistemas sanitarios, etc. y los datos del GBD contribuyen a planificar estos esfuerzos gracias a la imagen que nos proporcionan, a una escala de detalle sin precedentes, de las bacterias que nos matan.
REFERENCIAS
– GBD 2019 Antimicrobial Resistance Collaborators. Global mortality associated with 33 bacterial pathogens in 2019: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2019. Lancet. 2023; 400(10369):2221-2248. doi: 10.1016/S0140-6736(22)02185-7.
– GBD 2019 Diseases and Injuries Collaborators. Global burden of 369 diseases and injuries in 204 countries and territories, 1990-2019: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2019. Lancet. 2020; 396(10258):1204-1222. doi: 10.1016/S0140-6736(20)30925-9.