Coalición continental frente a la úlcera de estómago
Artículo redactado por Marcin Krupka, Investigador postdoctoral, IMIDRA.
Aproximadamente la mitad de la población tenemos en nuestro estómago una bacteria, llamada Helicobacter pylori. Este intruso muchas veces pasa desapercibido y no se manifiesta, pero en algunas personas puede provocar unos trastornos muy serios. En el mejor de los casos, se trata de una gastritis. Pero también se han diagnosticado numerosos casos de cáncer provocados por ese microbio y de hecho, en el año 1994 la OMS clasificó la H. pylori como un carcinógeno humano. A principios de este siglo se estimaba que todavía cada año y tan sólo en EEUU se infectaban casi 1.250.000 personas y morían unas 15.000 a consecuencia de ese tipo de cáncer. Además de saber cómo evitar la infección, necesitamos disponer de métodos eficaces para su detección precoz y para curarlo con éxito.
En búsqueda de un culpable
H. pylori fue descubierta a finales del siglo XIX por un médico polaco Walery Jaworski, que sugirió que este microbio podría ser la causa de las úlceras estomacales. Sin embargo, debido a la creencia generalizada en ese tiempo según la cual ningún organismo vivo podía sobrevivir en un medio tan ácido y hostil como el estómago, sus conclusiones pasaron desapercibidas hasta un siglo después. Fue cuando dos científicos australianos Robin Warren y Berry Marshall lo redescubrieron, cultivaron y visualizaron al microscopio. Y para demostrar definitivamente que sí puede crecer en el estómago, Marshall se usó a sí mismo como cobaya e ingirió un cultivo de H. pylori. Unos días después desarrolló una gastritis y entonces de su propio estómago aisló la bacteria demostrando así la veracidad de sus predicciones. Felizmente, su enfermedad se curó sin grandes complicaciones y en el año 2005 recibió junto con Warren el Premio Nobel de Medicina.
El asesino emboscado
Como sugiere su nombre, Helicobacter pylori es una bacteria con forma helicoidal y crece en la mucosa gástrica- la capa que cubre el interior del estómago. Gracias a los avances de la investigación sabemos por qué puede sobrevivir en un medio tan ácido como el jugo gástrico. En primer lugar, tiene unos detectores de la acidez que le guían hasta que traspasa la mucosa gástrica y llega a una profundidad en la que el entorno ya no es tan ácido. Además tiene la capacidad de neutralizar esa acidez residual produciendo una enzima llamada ureasa en cantidades más altas que otros microbios. La ureasa convierte la urea, una sustancia que se produce en nuestro metabolismo, en amoniaco, un compuesto que a Helicobacter le sirve para rebajar la acidez.
Figura 2: Representación artística de Helicobacter pylori internándose en la mucosa del estómago. Ilustración.GETTY. https://www.forbes.com/sites/joshuacohen/2022/06/01/new-gi-treatment-voquenza-approved-for-helicobacter-pylori-infection-other-indications-may-follow/?sh=48493a138a86
Sólo una parte de los infectados por H. pylori, aproximadamente un tercio, manifiesta alguna molestia, mientras los demás pueden convivir con ella durante toda la vida sin notar su presencia. Se ha comprobado que en el genoma de las bacterias que habitan el estómago de las personas que presentan algunos síntomas de la infección, hay un conjunto de unos 40 genes, llamado la isla de patogenicidad Cag que juega un papel esencial en la virulencia. Algunos de esos genes activan la producción de sustancias que provocan la inflamación de las zonas infectadas, la cual a su vez favorece la transformación de las células para ser cancerosas. Como anécdota, cabe destacar, que los estudios forenses recientes apuntan a que Napoleón Bonaparte desterrado en la isla de Santa Elena murió allí en 1821 no por envenenamiento sino por un cáncer de estómago provocado por H. pylori.
Medicamentos para atacar a Helicobacter
Para erradicar esta bacteria en las personas con síntomas de padecer úlcera gástrica antes de que llegue a provocar males mayores se suele usar una mezcla de antibióticos y de compuestos reductores de la acidez, también llamados inhibidores de la bomba de protones, en abreviatura IBP. Los IBP no actúan sobre la propia bacteria sino que reducen la acidez del estómago aumentando así la eficacia de los antibióticos. Aunque el nombre IBP nos parezca raro, prácticamente todos los hemos podido usar alguna vez en forma de Omeprazol para reducir las molestias y el ardor relacionados con la acidez del estómago.
¿Qué tratamiento es el mejor?
La globalización de nuestro mundo es cada día mas importante, por lo que el intercambio de información a nivel internacional entre distintos hospitales y grupos de investigación adquiere al pasar los años mayor relevancia para la sanidad. Gracias a ese intercambio se ha publicado recientemente en la revista United European Gastroenterology Journal un estudio concluyendo que para el obtener los mejores resultados frente a H. pylori, se precisa además de combinar adecuadamente los antibióticos utilizados, ajustar la dosis y la duración del tratamiento con los medicamentos IBP.
El estudio incluyó datos de casi cuarenta mil pacientes de cinco países europeos- España (la mitad de los casos), Eslovenia, Italia, Lituania y Rusia- en España participaron más de una quincena de hospitales coordinados por Javier Gisbert y Olga Nyssen del Hospital de la Princesa de Madrid. Todos los pacientes recibieron el tratamiento inicial de primera línea en el que los antibióticos más prescritos eran claritromicina y amoxicilina/metronidazol. Cuando este tratamiento inicial no era eficaz se administraron en la mayoría de casos levofloxacino y amoxicilina como terapia de segunda línea. Se investigó también el efecto de la duración del tratamiento y de las distintas dosis de IBP. Con respecto a la duración de los tratamientos en los más cortos (7 ó 10 días) junto al antibiótico se solía administrar dosis bajas de IBP (20 miligramos al día), mientras que en los tratamientos de 14 días, las dosis de IBP eran más altas (hasta 80 miligramos al día).
En ningún caso el tratamiento corto (de 7 días) logró erradicar el patógeno, ni en primera, ni en segunda línea. En el caso de los tratamientos más largos (10 ó 14 días), cuanto más alta era la dosis de Omeprazol y más tiempo duraba el tratamiento, mejores eran los resultados. En concreto, en primera línea, el tratamiento de 14 días dio muy buenos resultados (más del 90% de éxito), independientemente de la dosis de IBP. La eficacia del tratamiento de 10 días dependía de la dosis de IBP y de la combinación de antibióticos usada. En el caso del tratamiento de segunda línea el éxito dependía tanto de su duración como de la combinación de antibióticos usada y de la dosis del Omeprazol que les acompañaba. Para la segunda línea el mejor resultado se obtuvo en los tratamientos largos de 14 días con dosis altas de IBP acompañando al levofloxacino y amoxicilina y también si el IBP se asociaba a otro tratamiento con metronidazol. tetraciclina, y en este caso con bismuto, un compuesto que ya se sabía es eficaz para combatir a Helicobacter.
Aplicaciones para el futuro
Los resultados de este estudio demuestran por tanto la importancia de la colaboración a nivel internacional para encontrar tratamientos optimizados para paliar las infecciones, no sólo las provocadas por H. pylori. Aunque a primera vista nos puede parecer un compendio de datos poco interesantes para el público general, su relevancia se debe a que la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos provoca desde ya hace años un aumento alarmante de las muertes provocadas por ellas. Como cada día es menor el número de nuevos antibióticos para combatir las infecciones no solo hay que intensificar la búsqueda de nuevos fármacos sino también perfeccionar las estrategias para combinar los antibióticos existentes. Por eso para dar con un tratamiento óptimo es preciso combinar los datos de un número suficiente de pacientes procedentes de diferentes centros sanitarios para que la comparación tenga suficiente valor estadístico y el resultado pueda tener validez para su aplicación en la práctica clínica. Compartir a nivel internacional los resultados de las pautas de tratamiento frente a las infecciones por Helicobacter ha demostrado así que es una potente herramienta para frenar este patógeno y es de esperar que siguiendo una práctica similar se encuentren tratamientos combinados para combatir con éxito otras infecciones.
REFERENCIA
M. Pabón-Carrasco, A. Keco‐Huerga et al. Role of proton pump inhibitors dosage and duration in Helicobacter pylori eradication treatment: Results from the European Registry on H. pylori management. United European Gastroenterol J. 2023;1–17. DOI: 10.1002/ueg2.12476.