Con este texto cerramos (por ahora) la reflexión sobre la epidemiología de campo y la epidemiología social, que hemos presentado en tres entregas en nuestro blogg, iniciadas con “¿Lara Croft o Robin Hood? Los imaginarios de la epidemiologia de campo y de la epidemiologia social” y con “Epidemiología de campo y epidemiología social. Diferencias y semejanzas”.

 

Considero que la epidemiología de campo puede ser epidemiología social en el caso de que la actitud y la práctica del epidemiólogo tengan determinadas orientaciones. Por ello, sugiero que más allá de etiquetas o simpatías teóricas, los epidemiólogos de campo reflexionen, reflexionemos, sobre la práctica actual con la ayuda de 10 cuestiones:

  •  ¿Incorporamos las variables sociales (ocupación, educación, ingreso, etnia, país de origen, etc.) en nuestros sistemas de vigilancia o información?
  • ¿Consideramos el contexto social en nuestros análisis rutinarios y en las investigaciones de brotes?
  • ¿Consideramos que “el agente” suele ser “un intermediario” en los brotes?
  • ¿Discriminamos suficientemente los diferentes niveles (individual, grupal, vecindario, comunitario, regional, etc.) en nuestros análisis?
  • ¿Incorporamos metodología de investigación cualitativa para el estudio de los determinantes sociales?
  • ¿Conseguimos sacar a la vigilancia epidemiológica de Área fuera del coto de las enfermedades transmisibles? ¿Incorporamos el estudio de las enfermedades no transmisibles, de la mortalidad y de la discapacidad en nuestros sistemas de vigilancia?
  • ¿Transmitimos con suficiente claridad a la población los elementos del contexto social y político que influyen sobre los indicadores de salud o bien contribuimos a dar una información descontextualizada socialmente?
  • ¿Nos esforzamos por coordinarnos con los profesionales e instituciones de nuestro territorio con intereses comunes en la salud de la comunidad (servicios sociales, educación, etc.)?
  • ¿Estamos implicados en que esta información esté orientada a su utilización en políticas públicas de interés para la salud (educación, servicios sociales, urbanismo, vivienda, empleo, etc.)?
  • ¿Nuestra información sirve para evaluar el impacto en la salud de determinadas políticas públicas? 

 

Reflexiones finales. Replantear la acción, replantear el pensamiento.

Según algunos de sus padres fundadores1, la epidemiología de campo o aplicada del siglo XXI, para merecer su nombre, debe ir orientada a la acción sobre los principales problemas de salud pública, sobre la reducción de las desigualdades sociales, tener una mayor consideración de los elementos psicosociales del proceso de enfermar, incorporar contenidos y métodos de las ciencias sociales y trabajar en equipos multidisciplinarios.

 

Sin embargo, para conseguir estos fines, comunes con los de la epidemiología social, mediante la formación basada en la práctica, se necesita, obviamente, encontrar espacios formativos (en la administración pública, en las universidades, etc.), cuya práctica de salud pública esté orientada a estos fines. Mientras tengamos una administración burocratizada (no orientada al cambio, sino a la vigilancia “de lo de siempre” y “con los mismos métodos”), insuficientemente comprometida con la sociedad y los más vulnerables, con plantillas profesionales casi exclusivamente biomédicas, no cumpliremos los objetivos ni de la epidemiología, llámese aplicada, social o simplemente epidemiología, ni de la Salud Pública3.

 

Por último, la formación teórica del epidemiólogo de campo debe abrirse a otros campos epistemológicos, tanto en las estrategias de pensamiento como en las correspondientes metodologías, para que el epidemiólogo pueda ir bien armado y enfrentarse eficazmente a la complejidad de su campo profesional. A su vez, estas nuevas prácticas pueden generar nuevos pensamientos, que contribuyan a la construcción de un necesario nuevo paradigma para la epidemiología2, 4, orientado más al conocimiento-emancipación que al conocimiento-regulación mantenedor del orden social5.

 

BIBLIOGRAFÍA

 1.      Thacker SB, Buffington J. Applied epidemiology for the 21st century. Int J Epidemiol 2001;30:320-5.

2.      De Almeida-Filho, N. La ciencia tímida. Ensayos de deconstrucción de la epidemiología. Lugar Editorial; 2000.

3.      Documentos de trabajo para la elaboración del Libro Blanco de la Salud Pública de la Comunidad de Madrid. Consejería de Sanidad y Consumo.  (Documento no publicado y actualmente de casi imposible acceso a través de la web institucional

4.   Castiel, LD. EsTeRISCO. Estudos sobre tecnobiociências e risco na sociedade contemporánea. Escola Nacional de Saúde Pública Sergio Arouca Escola Nacionale de Saúde Pública Sergio Arouca.- Fundaçao Oswaldo Cruz [actualizado 10 enero 2006; citado 10 enero 2006]. Disponible en: http://www.ensp.fiocruz.br/projetos/esterisco/

5.      Santos, B.S. Crítica de la razón indolente. Contra el desperdicio de la experiencia. Editorial Descleé de Brouwer; 2003.

 

El texto completo Epidemiología de campo y epidemiología social fue publicado en 2006 en Gaceta Sanitaria (Segura del Pozo, J. Epidemiología de campo y epidemiología social. Gac Sanit. 2006, vol. 20, no. 2, pp. 153-158)

 

Javier Segura del Pozo

Médico salubrista

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