Epidemia de meningitis C en Madrid 1997 (9ª parte): Del otoño de 1997 al otoño de 2004. Resolviendo la situación.

En esta entrega contaremos cómo después de pasar el verano de 1997, casi todas las comunidades autónomas acometen campañas de vacunación. ¿Por qué este cambio? ¿Evolución de la situación epidemiológica o “metamorfosis” por algún motivo oculto? Lo que para algunos estaba claro es que el argumentario utilizado tres meses antes para justificar la no vacunación había sufrido una curiosa metamorfosis. La vacunación en la Comunidad de Madrid resultará bastante efectiva y será complementada varios años después con la protección con la nueva vacuna conjugada, que se incorpora definitivamente en el calendario de vacunación rutinario.

Recordemos que el relato y análisis de la crisis epidémica por meningitis C de 1997 en Madrid, se ha ido desarrollando a lo largo de los siguientes textos: Cuando el Poder se destapa; El Contexto; Algunas cuestiones básicas sobre la epidemiología de la enfermedad meningocócica; Algunas cuestiones básicas sobre la vacuna contra la meningitis C; De 1 de agosto al 27 de noviembre de 1996: Cuando las luces rojas se encienden ;  Del 27 de noviembre de 1996 al 14 de febrero de 1997: ¿Qué debemos hacer? y ¿Qué podemos hacer?; Del 14 de febrero al 1 de octubre de 1997: “Entre la espada y la pared o cómo vestir el muñeco”; y  «Del 14 de febrero al 1 de octubre de 1997: El papel de los pediatras, las sociedades científicas y los medios durante la crisis«

 

 

El anuncio de la vacunación después del verano. Libertad para decidir.

 

Poco antes de empezar el verano (el 16 de junio de 1997), las autoridades sanitarias del ministerio de sanidad  organizan en Oviedo, en el contexto el Consejo Interterritorial de Salud, una Conferencia Nacional sobre la Enfermedad Meningocócica, que abriría la puerta para la decisión individual de cada CC.AA. sobre la vacunación poblacional. Se hicieron públicos argumentos a favor de la vacunación, que estaban prácticamente ausentes del debate publico en el comienzo  de la crisis.

 

«Diario 16» interpretaba la conclusión con el título: “Vacunación masiva para el próximo otoño”.  Esta interpretación ya había sido adelantada tres semanas antes por el diario “El Mundo” (26 de mayo de 1997) “La vacunación masiva contra la meningitis se hará en octubre”.

 

 

«El Mundo», 26 de mayo de 1997: «La vacunación masiva contra la meningitis se hará en octubre. La decisión final se adoptará en junio durante una cumbre de responsables de Salud Pública»

 

 

 

La decisión, sin embargo, no parece (en estas fechas, a las puertas del verano) tan nítida, admitiendo interpretaciones opuestas por parte de los diarios (y de las CC.AA.). Frente a la interpretación antes mencionada que le dan “Diario 16” y “El Mundo”, el diario “El País” titula la misma noticia cómo: “La desigual incidencia dificulta optar por la vacunación masiva de meningitis C”. En la misma línea, el diario “ABC” opta por: “Siguen las dudas sobre la vacunación general pese a que la meningitis C se incrementará el próximo otoño” y el periódico “Ya” por: “Cautela ante la vacunación masiva contra la meningitis”.

 

En “Diario 16” se dice que la decisión “de cada comunidad autónoma será individual”, pues “quizás no seria deseable que se tomara una decisión de tipo conjunto a la vista de las diferentes situaciones epidemiológicas». La incidencia seria baja en Levante, Baleares y Canarias; no habría predominancia de meningitis C en Navarra y Cataluña, mientras que en Madrid, Asturias y las dos Castillas, los casos de meningitis C estaban suponiendo mas del 75% de los casos de meningitis detectados.

 

 

Diario 16, 17 de junio de 1997. Foto de la conferencia de Oviedo.

 

El articulo dice que “la Comunidad de Madrid es la que más papeletas tiene para afrontar una vacunación masiva el próximo otoño”. La representante del Servicio de Epidemiología de la Comunidad de Madrid dice que “para el año 1996-97 (ésta temporada) preveíamos una tasa de incidencia del 8,3 por 100.000 habitantes y para la próxima temporada se preveía una tasa del 12,8 por 100.000”. Se estima que una vacunación selectiva de la población entre 2 y 19 años podría reducir el 45 % de los casos y el 45% de las muertes por esta enfermedad en la Comunidad de Madrid.

 

 

La metamorfosis del argumentario.

 

El articulo se hace eco de varios expertos que durante la conferencia afirman que “la vacuna ha sido eficaz para reducir sensiblemente (en Galicia) e incluso eliminar (en La Rioja y Cantabria) los casos allí donde se ha vacunado, y que en el caso de necesitarse una segunda vacunación en el futuro, se mantendrían los mismos efectos” (¡!).

 

Para acabar de rematar la faena, al contrario de lo afirmado a mediados de noviembre de 1996, se pone en duda que haya que esperar alcanzar la incidencia de 10 casos por 100.000 para afirmar que se esta en situación epidémica y vacunar (¡!)

 

A finales de junio, la Consejería de Sanidad pediría a la Asamblea de Madrid un crédito extraordinario de unos 580 millones de Ptas. para afrontar la campaña de vacunación.

 

 

«Ya» 9 de septeimbre de 1997: «La CAM repartirá un millón de vacunas contra la meningitis. Con esta medida se pretende disminuir en un 56% el número de casos». Foto de la conferencia de prensa de las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid y del INSALUD provincial.

 

 

A punto de despedir el verano, el 8 de septiembre de 1997, la Consejería de Sanidad y el INSALUD de Madrid dan una conferencia de prensa en la que anuncian la campaña de vacunación y justifican el cambio de opinión con los siguientes cuatro argumentos (“Ya” del 9.09.1997):

 

  • El aumento de la incidencia de la enfermedad en grupos de edad en los que la vacuna es eficaz.
  • El alto índice de mortalidad (¿o quería decir letalidad?)
  • La contextura geográfica de la región que impide una actuación estratificada
  • El incremento, en relación con periodos anteriores, de la circulación de la nueva cepa

 

Cómo verán los lectores que han seguido las entregas de este relato, los tres últimos criterios ya eran conocidos al principio de la temporada 1996/97 (en el otoño de 1996) y difícilmente podían responder a un cambio en la información disponible.

 

[Ver el apartado El Instituto de Salud Carlos III da la señal de alerta” de la 5ª entrega De 1 de agosto al 27 de noviembre de 1996: Cuando las luces rojas se encienden”; el apartado “Analizando los datos disponibles” de la 6ª entrega “Del 27 de noviembre de 1996 al 14 de febrero de 1997: ¿Qué debemos hacer? y ¿Qué podemos hacer? “; y el último párrafo del apartado “La tasa umbral de los americanos” de la 7ª entrega Del 14 de febrero al 1 de octubre de 1997: “Entre la espada y la pared o cómo vestir el muñeco”.]

 

El primer criterio evidentemente sustituía a la tasa umbral. Es decir, se introduce un nuevo criterio en el análisis de la “incidencia-suficiente-para-vacunar”, que hasta entonces era el de alcanzar la tantas veces invocada tasa umbral, que, por otra parte, queda barrida del escenario.

 

Así, según “El País” del 10 de septiembre “El criterio epidemiológico de 10 casos por 100.000 habitantes, recomendado internacionalmente para la vacunación masiva, quedó definitivamente desterrado en la reunión de Oviedo a favor de otros como la dispersión de casos, o el aumento de la mortalidad por meningitis C (…) la vacuna contra la meningitis C es prácticamente inocua pero no totalmente eficaz”

 

Los datos que después se publicarían en el estudio de eficacia vacunal (ver más adelante), indicaban que (dependiendo de la tasa considerada) se iba vacunar en la Comunidad de Madrid después de alcanzar en la temporada 1996-97 una tasa de incidencia  por 100.000 habitantes de 2,35 casos (solo considerando los casos confirmados por serogrupo C=118 casos), de 3,46 casos (si consideramos todos los casos confirmados microbiologicamente, incluyendo todos los serogrupos A, B y C y los no serogrupados=174 casos), de 5,42 casos (si consideramos todos los casos de enfermedad meningocócica, incluidos los casos de sospecha clínica no confirmados microbiológicamente=272 casos). Si por otra parte el calculo de la tasa se hacía respecto a la población de riesgo objeto de vacunación (de 18 meses a 19 años), en vez de considerar a toda la población, teníamos una tasa de incidencia por enfermedad meningocócica por serogrupo C de 6,32 casos por 100.000 (=70 casos). Cómo veremos luego, después de vacunar a esta población, esta misma tasa descendería a 0,36 y 0.95 casos por 100.000, en las temporadas 1997/98 y 1998/99 respectivamente.

 

[Ver comentarios sobre lo fácil que era manipular la tasa de incidencia, dependiendo de los conceptos considerados para su calculo y de la intención de su utilización, en el apartado “La tasa umbral” de la 6ª entrega “Del 27 de noviembre de 1996 al 14 de febrero de 1997: ¿Qué debemos hacer? y ¿Qué podemos hacer?”]

 

 

“Pero entonces,… ¿estamos en situación epidémica o no?”

 

Volvamos a septiembre de 1997. La consejera decía entonces (de acuerdo al diarío “EL Mundo” del 9 de septiembre de 1997) “que aunque la tasa que registra la región (3,2 casos por 100.000) se encuentra lejos de la tasa umbral de 10 casos por 100.000 (“cifra que es considerada epidemia”), se ha llegado a la decisión de vacunar por el aumento de los casos. Se trata de no esperar a llegar a 10 por 100.000 y recomendar e iniciar la vacuna a partir del 22 de septiembre”.

 

Ante este ambiguo mensaje, algunos se preguntaban. “¿Pero entonces estamos en situación epidémica o no?”

 

Según “El País” del mismo día: “Posada apuntó (…) que en esta comunidad hay municipios separados por una sola calle. Por eso no se puede vacunar en un sitio si y en otro no”

 

El giro de 180º que suponen estos argumentos respecto a los anteriormente defendidos, no pasa desapercibido a algunos diarios que interpretan este cambio (mas difícilmente justificable todavía si sus mismos promotores siguen argumentando que la epidemia no está presente), cómo “una decisión política”. ¡Curiosa expresión! ¡Cómo si las decisiones de vacunar colectivamente no tuvieran siempre un carácter político! ¿O se quería decir que ésta vez la decisión no estaba justificada desde criterios técnicos?

 

El mismo escritor de la columna “La vara” en “El Mundo”, que anteriormente había sugerido la existencia de una “epidemia encubierta” en el número de 5 de marzo (ver recorte en entrega anterior), ahora (9 de septiembre) concluía que “se trata de una vacunación política”. Incluso Diario 16, que se había mostrado tan a favor de la vacunación en el invierno y primavera anteriores, titula la noticia del 23 de septiembre de 1997 sobre la decisión de vacunar de muchas CC.AA, como «Vacunas contra el pánico colectivo. La consejera de sanidad asegura que el programa de prevención contra la meningitis, que se inició ayer de forma masiva en Madrid y Castilla y León, «no es una medida política»».

 

 

Diario 16, 23.09.2007

 

Sin embargo, muchos medios de comunicación, “expertos independientes” y sociedades científicas acompañaron a las autoridades sanitarias en este giro, justificado por supuestas nuevas “evidencias” disponibles. Otros, sin embargo, parece que “se marearon” en este movimiento y no fueron capaces de ver estas nuevas evidencias.

 

Este es el caso del presidente de la Sociedad Española de Pediatría. Según “El País” del 10 de septiembre: “M. atribuyó a un clarísimo efecto dominó el hecho que cada vez sean más las comunidades que se suman a la vacunación generalizada.(…) Parece ser que si todos no estamos a la una, habría quien actuaría de forma negligente (…) Asimismo recordó que los máximos especialistas reunidos en Oviedo destacaron que la situación española no es diferente a la del resto de países occidentales, y que incluso está contenida en la media europea, sin particular peligrosidad”.

 

El Director General de Prevención y Promoción de la Salud de la Comunidad de Madrid, tuvo que salir al paso buscando nuevos apoyos (“ABC 23.09.1997): “El Director de Prevención manifestó a ABC que a pesar de la polémica abierta por la Sociedad Española de Pediatría, que criticaba la decisión de poner en marcha esta campaña, lo que es cierto es que nosotros consensuamos esta decisión con la Sociedad de Madrid y Castilla-La Mancha de Pediatría, que engloba a 1.200 pediatras y que consideraron procedente la vacunación.” (¡!)

 

 

 

 

ABC, del 23.09.1997

 

 

Efecto dominó o efecto frontera

 

Después de que las comunidades de Madrid, País Vasco y Extremadura anunciasen la vacunación para después del verano, Valencia, Murcia, y Castilla-León se suman al carro. A principios de septiembre, las autoridades sanitarias de Cataluña, coincidiendo con la presentación de la campaña de la Comunidad de Madrid,  anuncian que distribuirán vacunas en los centros de salud públicos y privados, de manera gratuita, para cubrir a 1.200.000 personas, dejando, sin embargo, la decisión en manos de padres y pediatras. Aragón sigue el mismo modelo, pero Castilla-La Mancha decide organizar una campaña de vacunación como en Madrid (previamente había decidido vacunar solo en la provincia de Cuenca).

 

Pocos se plantean que en el caso de que sea  cierto que algunas comunidades han decidido vacunar después del verano de 1997 por un “efecto dominó”, cabe preguntarse si pudo también haber pesado la evitación de este factor a la hora de decidir no vacunar al principio del mismo año  en comunidades con tanto efecto arrastre como la de Madrid.

 

 

 

 

En vez de ello, se empieza a hablar del “efecto frontera” o “síndrome del vecino”. Sería el miedo de las autoridades sanitarias a que la población de una región no vacunada pida cuentas ante el primer caso que se declare. Según “El País” de 10 de septiembre de 1997, este síndrome ha pesado más en algunos casos que la opinión de los técnicos, como ellos mismos llegaron a vaticinar en Oviedo. El director general de salud pública español dice en “Diario Médico” del mismo día que “la actuación de las autoridades sanitarias ha sido (tras la reunión de Oviedo) bastante coordinada, aunque algunas regiones se han dejado influir por las decisiones de sus vecinas. Este efecto frontera ha pesado mas que los datos epidemiológicos a la hora de optar por la vacunación masiva”.

 

 

«Diarío Médico», 10.09.1997: «Sanidad aconseja evitar el efecto frontera frente a la meningitis. Insiste en que no es necesraio generalizar la vacunación masiva»

 

 

 

¡El follón está servido! ¿Se dejo de vacunar en el invierno de 1996/97 por motivos políticos o se va a vacunar en el otoño de 1997 por motivos políticos? ¿Qué CC.AA. han sido más coherentes? Si previamnente se había generado la  duda si estábamos viviendo una «epidemia encubierta» o era una «epidemia del miedo», ahora se dudaba si iba a haber una «vacunación postpuesta» o una «vacunación política por-no-ser-menos-que-el-vecino«. Todo aparece cómo “muy complicado” y por lo tanto es susceptible de diferentes interpretaciones. Todo se queda en una cuestión de opiniones y el debate público puede generar enfrentamientos que mas vale no sacar. En este escenario, tanto los hechos y las conclusiones claras, cómo las responsabilidades personales y politicas por las decisiones tomadas, se diluyen fácilmente en la maraña de dudas y las cortinas de humo.

 

Conozco muchas personas, salubristas incluidos, que opinan que no se debió vacunar (ni antes ni después). Recuerdo que en una jornada celebrada (en el edificio de la antigua Residencia de Estudiantes) al inicio de la primavera de 2007, dedicada a analizar las grandes crisis de salud pública, el representante de Navarra se atrevió en publico a presumir de que su CC.AA había sido la única coherente, “al aguantar el tirón” de la presión ciudadana y no haber vacunado en 1997. Parecía sugerir que el resto habían sido “débiles”. Lo que más me sorprendió fue el silencio del publico (la mayoría salubrista, muchos de los cuales protagonizaronron la crisis desde diferentes niveles de responsabilidad) ante lo que yo no sabía si considerar provocación o simple ignorancia. Os confieso que este suceso (y el pensar que era el resultado de la ignorancia o confusión generada intencionadamente en aquellos días, que dificilmente iba  a ser aclarada por sus protagonistas), me animó a escribir este relato.

 

 (Ver apartadoFactor 8: La industria farmacéutica, los salubristas y las vacunas” en la 2ª entrega “El Contexto”)

 

 

 

22 de septiembre de 1997: Se inicia la campaña de vacunación y el interés personal del presidente Aznar

 

Al finalizar el verano, Diario 16 (23 de septiembre de 1997) recoge las palabras de la consejera de sanidad de la Comunidad de Madrid durante el primer día de campaña de vacunación (1.050.000 niños y jóvenes): niega que sea una medida política, como se ha afirmado desde la Sociedad Española de Pediatría “ya que ha sido recomendada y avalada por técnicos nacionales e internacionales y por expertos de la OMS, por lo que tiene toda la solvencia técnica que demanda una decisión de este tipo”.

 

Durante la campaña se reparten folletos dirigidos a la población y los profesionales en que en forma de preguntas y respuestas se deshacen todas las reticencias sobre las tasas de ataque, la eficacia y los efectos secundarios de la vacuna y sobre el supuesto riesgo de revacunación. Los argumentos presentes en el invierno de 1996/97 a favor de vacunar son realzados y los que entonces se manejaron en contra de la vacunación se difuminan.

 

En el mismo articulo se recoge el interés personal del Presidente del Gobierno, José Maria Aznar, por conocer los trabajos de investigación que se desarrollan en el laboratorio de meningococos del Insitito de Salud Carlos III, a donde ha acudido en una visita oficial (“El gobierno esta especialmente sensibilizado con las cuestiones que afectan desde el punto de vista de la salud a la población”, y “naturalmente con algo que esta muy en boga y actualidad como es la lucha contra la meningitis C”.)

 

 

Diario 16, 26.09.1997: «El interés personal del presidente»

 

 

La campaña finalizaría con unas coberturas vacunales del 88%, que llegaron al 95% en el grupo de 3 a 16 años.

 

 

Estudio de eficacia y efectividad de la campaña de vacunación de otoño 1997

 

En febrero de 2000  la Comunidad de Madrid dio a conocer un estudio sobre el impacto de la campaña de vacunación de 1997. Se basaba en tres métodos: a) comparar la incidencia y letalidad antes y (dos años) después de vacunar; b) comparar la incidencia de casos dos años después entre vacunados y no vacunados (efectividad de la vacuna); y c) estudio de eficacia de la vacuna, es decir, un estudio de seroconversión y duración de la inmunidad vacunal (medición de anticuerpos antimeningococo en sangre en una muestra de la población antes y uno, seís y doce meses después de vacunar).  [Ver el apartado¿Cómo se evalúa la eficacia de una vacuna? Eficacia y efectividad vacunal de la  entrega” de la 4ª entrega Algunas cuestiones básicas sobre la vacuna contra la meningitis C”]

 

 Concluyó que el riesgo de enfermar (incidencia) y morir por enfermar (letalidad) había disminuido de forma significativa, especialmente en los grupos de edad donde se había vacunado, pero también en los otros (¿efecto de “inmunidad de rebaño”?). Este descenso había sido debido, básicamente a la vacunación masiva de la población.

 

De los 118 casos confirmados de meningitis C de la temporada epidémica 1996/97 se había pasado a 21 casos en la siguiente (1997/98) y 31 casos en 1998/99. En estas dos últimas temporadas solo se habían dado 4 y 11 casos respectivamente, en el grupo de edad vacunado (18 meses a 19 años), frente a los 70 casos que se dieron en este grupo de edad durante la temporada 1996/1997.

 

También se había constatado un descenso importante de la letalidad (fallecimientos entre los casos), que pasaba del 17% al 10-13% después de vacunar (se pasa de 20 fallecidos en 1996/97 a 2 y 4 en las dos temporadas siguientes). Es decir, que los resultados habían sido mejores que las predicciones de reducción de la incidencia y mortalidad. Por otra parte, no se habían observado cambios significativos en la enfermedad meningococica debido a otros serogrupos (no se había producido el temido «efecto ecológico perverso», es decir, que despues de casi eliminar con la vacunación el meningococo C circulante, su hueco o “nicho ecológico” hubiera sido ocupado por otro meningococo, por ejemplo, uno del serogrupo B, frente al que no había vacuna).

 

Se estimaba una efectividad vacunal (dos años después de vacunar) del 76,9% en el grupo de edad entre 18 meses y 19 años, que subía al 91,2% si considerábamos solo al grupo entre 5 y 19 años.

 

Sin embargo, los resultados del estudio de eficacia vacunal eran confusos, dependiendo del indicador serológico utilizado. Si se consideraba la prevalencia de anticuerpos totales frente al polisacárido C, se habia pasado de una prevalencia (porcentaje de la población con niveles de inmunidad protectores o suficientes para no enfermar) prevacunal del 41.8% al 96,3% al mes de la vacunación, que se mantenia en un 97,5% al año de la vacunación (con porcentajes muy altos en todos los grupos de edad). Si se consideraba, sin embargo, los anticuerpos bactericidas como indicador de protección, habian pasado de un 7,2% de prevalencia prevacunal al 89.6% al mes de vacunar, para descener al 22,8% al año de vacunar, siendo esta prevalencia mas baja todavía en los grupos menores de 5 años. Estos porcentajes tan bajos de protección, no se correspondian evidentemente con las tasas reales de incidencia de la enfermedad en la población.

 

Los autores concluían que “los indicadores utilizados habitualmente para medir  la protección de esta vacuna de polisacárido capsular, no parecen ser los adecuados (…) por entrar en contradicción con la respuesta clínica de los individuos a la vacunación y (…) por infraestimar la protección real de la vacuna (…) debiéndose hacer un mayor esfuerzo en la búsqueda de nuevos indicadores biológicos”. Recordemos que las precauciones y dudas lanzadas durante los días de la crisis sobre la eficacia limitada de la vacuna y el riesgo de la revacunación se habían basado en este tipo de estudios serológicos.

 

Resaltemos que el estudio también constataba que en la última temporada estudiada (1998/99) se había observaba un cierto incremento de casos en menores de 5 años y mayores de 20 años y que la captación de los adolescentes durante la campaña de 1997 (cobertura de vacunación en adolescentes) había sido menor de lo esperado.

 

 

Vacunación con la vacuna conjugada (1): noviembre 2000

 

Este año  sale al fin al mercado la nueva vacuna conjugada, tan largamente esperada. Cubría los puntos débiles de la hasta entonces disponible (la vacuna de polisacáridos capsulares): proporcionaba también protección a los menores de 2 años y confería una inmunidad alta y duradera. Las autoridades británicas la incluyen en el calendario vacunal y acometen  una vacunación de 11 millones de personas (haciendo una lectura de los datos epidemiológicos globales del Reino Unido, en el otoño de 1999 vacunan a los bebes recien nacidos y los adolescentes entre 15 y 17 años, grupos de mayor riesgo de infección, para continuar en invierno 1999/2000 y en la primavera de 2000 con los bebes entre 5 y 12 meses y los niños entre 5 y 14 años, grupos con menor riesgo).

 

En España, las autoridades támbien deciden incluirla en el calendario para los niños recién nacidos a partir del otoño de 2000. El problema surge a la hora de decidir a qué población, anteriormente vacunada con la vacuna de polisacárido, conviene “repescar”, es decir, revacunar (y reforzar la inmunidad) con esta nueva vacuna conjugada.  Se decide vacunar solo a los menores de 6 años. A pesar de que España, al contrario del Reino Unido, es un estado formado por comunidades autónomas (con competencias sanitarias descentralizadas), de nuevo se hace una lectura epidemiológica global, independientemente de los datos epidemiológicos específicos de cada comunidad (que ilustran las posibles diferencias en cuanto a las cohortes de edad con mayor riesgo de enferemar por meningitis C). Y, ante la dificultad de gestionar diferencias regionales en la oblación vacunada, se decide por el «todos a una».

 

Sin embargo, la decisión conjunta de excluir a los niños de 6 y más años se basa en la suposición  que éstos (que en 1997 eran mayores de 2 años) ya estában protegidos por la vacuna de polisacárido (que se había puesto 3 años antes), lo que entraba en contradiccción con el criterio manejado en 1997, que decía que a los menores de 5 años habría que revacunarlos en uno o dos años. Según este criterio, quedarían pues, al menos, dos cohortes de niños (los que en 1997 tenían 3 y 4 años y en 2000 6 y 7 años) sin protección suficiente. La campaña se iniciará en noviembre de 2000.

 

 

 

El País, 16 de junio de 2000: «La Comunidad aplicará una nueva vacuna de meningitis C a los menores de 6 años. La medida supondrá la administración de 350.000 dosis entre noviembre y febrero próximos.»

 

 

Vacunación con la vacuna conjugada (2): otoño 2004

 

Habría que esperar 4 años para corregir esta decisión. En el otoño de 2004 se procedió a revacunar con la nueva vacuna conjugada a las cohortes de poblaciones nacidas entre 1985 y octubre de 1994, es decir, a los que tenían entre 6 y 15 años en 2000 (por lo que no recibieron entonces la nueva vacuna conjugada), o,  lo que es lo mismo, a los que tenían entre 3 y 12 años el año de la epidemia de 1997. La campaña también se centró en hacer una captación activa de los no vacunados, especialmente entre la nueva población inmigrante, que se estaba incorporado a nuestra región, a un ritmo exponencial a partir de 1999  

 

 

 

 

Cartel de la campaña de refuerzo de vacunación contra la meningitis C en otoño 2004 en la Comunidad de Madrid (Adolescentes e inmigrantes como población destinataria)

 

 

 

Calendario de vacunación infantil de la Comunidad de Madrid. A partir del otoño de 2002, la vacuna conjugada frente al meningococo C se administra en tres dosis a los 2, 4 y 15 meses de edad.

 

 


 

 

Con estos nueve capítulos o entregas damos por finalizado el relato de la crisis.  Cómo dije en la primera entrega, el principal motivo de mi decisión de escribir esta historia ha sido el compartir las enseñanzas que extraje de esta crisis de salud pública. Así pues, dedicaremos un décimo y último capitulo a reflexionar sobre ellas:

 

«Epílogo: las lecciones aprendidas» 

 

Será publicado en el 11º aniversario del “estallido mediático» (a este respecto, permitidme una penúltima divagación: la palabra «estallido» se traduce en inglés como “outbreak”, que curiosamente támbien se utiliza para traducir «brote epidémico». Y precisamente en esta polisemía estaba instalada la duda sobre el origen de la crisis: ¿estallido mediático o brote epidémico? media outbreak or epidemic outbreak?)  de la misma: el 14 de febrero, día de San Valentín.

 

 

 

 

Javier Segura del Pozo

Médico Salubrista

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