• Epístola a cadalso

    Ya el venturoso tiempo está cercano
    en que los buenos españoles vean
    que, de esta filosófica oficina,
    el amor de las ciencias se difunde,
    y en la nación rápidamente cunde.
    No serán ya al oído castellano
    nombres desconocidos litologia,
    metalurgia,, halotecnia, ornitologia. (1)
    Ya para el nuevo gabinete ofrecen
    ambos mundos sus varias producciones…
    ¿Qué mucho, si, a porfía con sus dones,

  • Ciencia a conciencia

    El sapito feo
    con el veneno de su sudor,
    puede matar a un león.

    Venenos que matan.
    Venenos que curan.

    La abeja no sólo hace miel,
    hace bien,
    con su veneno inocente
    cura el reuma al paciente.

    La serpiente brasileña jararaca,
    con su veneno al cáncer mata.

    Y la pequeña víbora cornuda cabreada,
    puede matar a un elefante de una tonelada.

    Sabios biólogos y demás gente de buen observar,
    andan buscando el veneno de los bichos
    para podernos curar.

    ¡Mejor tiempo se avecina!
    En sus laboratorios los doctores benefactores

  • [¿y si, de improviso...]

          ¿Y si, de improviso,
    las cosas dejasen de fingir?
    ¿Si doblegasen su temple, si destensaran
    su rigidez, si consintieran
    que llegásemos a un punto
    de entendimiento? ¡Me acompaña
    tantos años ya esta mesa
    sostén de mis dudas y mis devaneos,
    o esta vasija ibérica, en la que fijo
    la mirada cuando dejo
    de ver lo que me rodea!

          Algo bulle en lo más dentro de su aparente
    serenidad. ¿Qué es lo que temen?
    ¡Ah si, de improviso, se quitasen
    la máscara!

  • Himno a los voluntarios de la república

    El mundo exclama: <<¡Cosas de españoles!>>…
    Contemplamos a Goya de hinojos y rezando ante un espejo,
    a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
    tuvo un sudor de nube el paso llano
    o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
    o a Cajal devorado por su pequeño infinito…

  • Poética freudiana

    Escribe sobre aquello que conoces
    pero miente si fuera necesario,
    y aunque escribir es viento solitario
    desparrama tu voz en muchas voces.

    Igual da que te muestres o te emboces,
    metido en este oficio de falsario.
    Aprende como todo recetario
    a distinguir el Goce de los goces.

    El Goce [el sufrimiento (la escritura)]
    en otra parte está: senda escondida
    desde el amor prohibido a la locura.

    No hay cicatriz que pueda con tu herida:
    cela siempre un tesoro de amargura
    la dorada morralla de la vida.

  • En el mes de atir

    Con dificultad leo en una antigua lápida.
    Se[ñ]or Jesu Cristo. Un Al[m]a distingo.
    En el me[s] de Atir Leuci[o] se [ha]
    dormido.
    En la mención de la edad Vi[vi]ó... años,
    La Kappa y la Zeta indican que descansó
    joven.
    En los espacios desgastados veo Est[e]...
    Alejandrino.
    Después hay tres líneas muy mutiladas;
    pero algunas palabras saco como Nuestras
    l[á]grimas, dolor.
    Me parece que Leucio intensamente fue
    amado.
    En el mes de Atir descansó Leucio.

  • No tener más objetivos

    No tener más objetivos
    que las manos abiertas
    y los inevitables desvíos de la brújula,
    no para corregirlos
    sino para lanzarnos justamente por ellos.

    Allí estas sombras que somos
    hallarán los rumbos necesarios
    para ahondar en el tiempo
    los trazos de este sueño inverosímil

  • Estudio oftalmológico

    Este estudio analiza el compuesto insólito
    de córnea y coroides, retina e iris
    que hierve entre los pliegues de tus párpados
    quemándome:

    1. Tus ojos son dos faros
                Desamortajan la noche, entre ráfagas de niebla
                Ciego, zarandeado por las olas, me acerco

    2. Tus ojos son luciérnagas
                aprisionadas en la jaula de mis manos

  • El puente de brooklyn

    Lanza un grito
    de alegría, Coolidge.
    Para lo bueno
                      no ahorro palabras.
    De los elogios
                      ruborízate como el paño de mi bandera,
    aunque seas
                      superunited states

  • Canto a un dios mineral

    Capto la seña de una mano, y veo
    que hay una libertad en mi deseo;
    ni dura ni reposa;
    las nubes de su objeto el tiempo altera
    como el agua la espuma prisionera
    de la masa ondulosa.

    Suspensa en el azul la seña, esclava
    de la más leve onda, que socava
    el orbe de su vuelo,
    se suelta y abandona a que se ligue
    su ocio al de la mirada que persigue
    las corrientes del cielo.

    Una mirada en abandono y viva,
    si no una certidumbre pensativa,
    atesora una duda;
    su amor dilata en la pasión desierta
    sueña en la soledad y está despierta