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Autor
Xavier Pujol Gebellí

Embrión por un día

La prensa de todo el mundo anunció hace unos pocos días cómo una empresa norteamericana Advanced Cell Technology (ACT), había logrado clonar un embrión humano por primera vez en la historia.
El anuncio, aparecido en Estados Unidos, dio rápidamente la vuelta al mundo. En cuestión de horas, desplazó de los informativos de televisión a la Guerra de Afganistán y logró un consenso unánime en las portadas de los principales rotativos. A primera vista, y dada su trascendencia moral y científica, no había para menos.

Los matices empezaron a llegar al día siguiente. Pronto, los especialistas de los medios atinaron, con la ayuda de expertos, de que la noticia había sido probablemente sobredimensionada. Los datos y contribuciones aportadas por unos y otros consiguieron, además, que la noticia fuera diluyéndose como un azucarillo. ¿Qué pasó? ¿Cómo un tema de tanta trascendencia ha caído tan rápido en el olvido? ¿Había intereses no confesados? ¿O es que tal vez formaba parte de una estrategia de marqueting? Para entender lo que ha pasado realmente conviene repasar cómo se logra difundir una noticia y cómo se obró con esa en particular.

El experimento llevado a cabo por ACT se publicó, como es habitual, en una revista científica. La escogida fue The Journal of Regenerative Medicine, cuyo editor es William Haseltine, presidente de la compañía Human Genome Sciences, una de las que participan del negocio de los genes, las células madre y la clonación terapéutica. Esta publicación no consta, por el momento, entre las principales, o lo que es lo mismo, de mayor impacto, de cuantas se publican en el mundo sobre ciencia y tecnología. Por no estar, no consta ni tan siquiera entre aquellas publicaciones sectoriales que han logrado convertirse en referencia según la especialidad científica.

Al contrario, se trata de una publicación relativamente nueva cuya difusión se efectúa exclusivamente a través de Internet a través de suscripciones especiales. Por tanto, forma parte de la gran categoría de revistas científicas desconocidas.

El artículo en el que se describía el primer embrión clonado humano superó sin mayores problemas las trabas y revisiones del editor. Con el trabajo a punto, se pasó a la segunda fase de difusión, darlo a conocer a los grandes medios. ¿Cómo?

A través de una agencia de noticias en principio no sospechosa de ser parcial. La escogida fue Reuters. De ahí saltó a los principales medios norteamericanos, entre ellos el prestigioso New York Times, que se apresuraron a insertar la noticia con sus apoyos pertinentes en forma de análisis y opiniones de expertos en sus ediciones digitales. A primerísima hora de la tarde, las redacciones de los principales periódicos europeos ya incorporaban el anuncio en su versión digital y preparaban el despliegue informativo para la edición en papel del día siguiente. Mientras, las televisiones consultaba a expertos para convertir en digerible la noticia.

EXPERIMENTO MEDIÁTICO

Hasta aquí, y aunque parezca algo de una gran envergadura, no ocurrió nada que no fuera común en cualquier redacción cuando la noticia tiene un alcance más o menos universal. Pero había algo que no acaba de cuadrar. La lectura del artículo original, así como del avance ofrecido por Scientific American, dejaba demasiadas preguntas en el aire. Tantas que la información se escribió con grandes titulares pero con mucha letra pequeña.

Al día siguiente, la letra pequeña creció de tamaño. Lo que debía haber sido el primer embrión humano clonado se transformó en intento primero, y nuevo intento un poco más tarde. Con el paso de las horas, se cayó incluso el término "embrión", puesto que la entidad biológica lograda por los investigadores detenía su proceso mucho antes de que pudiera identificarse como tal. Finalmente, el gran objetivo, que no era otro que proporcionar una nueva fuente para la extracción de células madre, también se demostró fallido. En todo este proceso bastaron apenas tres días. Si la evidencia era tan grande, ¿cómo explicar el rotundo éxito mediático?

Como comentaba esos días una prestigiosa corresponsal científica española hay datos más que suficientes como para dudar de la buena fe de ACT. En primer lugar, advertía, la noticia se dio en domingo, algo que conociendo la mecánica de los medios puede llegar a ser extraordinariamente decisivo. Habitualmente, las redacciones de diarios, agencias e incluso televisiones, se encuentran muy disminuidas los fines de semana. Entre los que normalmente no están, figuran los periodistas especializados en ciencia y tecnología y abundan, por el contrario, los generalistas, además de los dedicados a deportes, cuya función es cubrir informativamente lo que ocurra y coordinar la publicación de materiales librados antes del fin de semana.

En estas condiciones, cualquier noticia que "suene bien" tiene muchas más posibilidades de ser tratada y muchas menos de ser analizada o matizada. Del mismo modo, es mucho más difícil dar con la opinión de expertos independientes para contrastar el alcance de la información. Poco más o menos, así ocurrió en el caso que nos ocupa: la información venía fechada por Reuters y diarios como el New York Times o Washington Post le habían dado gran cobertura. ¿Quién dudaría, no siendo especialista?

LA GRAN PREGUNTA

Visto lo ocurrido, queda en el aire una pregunta sin respuesta. Resuelto como se logró el impacto mediático, se trata ahora de entender qué buscaba la compañía con el anuncio si sabía que su experimento era científicamente intrascendente. Una segunda cuestió es saber a quien iba a beneficiar su difusión mundial.

La respuesta no es obvia. Para algunos, responde a una estrategia de provocación en un momento en el que los gobiernos de medio mundo deben decidir si aprueban la clonación terapéutica y la investigación con células madre embrionarias humanas. Se trataría, en este caso, de posicionar a la opinión pública a favor de su aprobación. Sabido es que para la sociedad no informada pesa más el gran titular que no la letra pequeña. En paralelo, la empresa habría dicho "aquí estamos" y se habría ganado una posición incluso en los mercados bursátiles.

Desde la ciencia, sin embargo, se comenta estos días que esta actuación habría sido contraproducente, por cuanto los gobiernos suelen mostrarse conservadores con este tipo de cuestiones. De momento, muchos son los que observan un frenazo y un cambio de actitud política. La respuesta está en el aire. El tiempo dirá.

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