Científicos escoceses y españoles han probado con éxito en ratones una nueva molécula candidata a tratar la leishmaniasis visceral, un subtipo de esta enfermedad olvidada que mata a entre 20.000 y 40.000 personas al año en el mundo, sobre todo en África, sudeste asiático o países como India o Brasil
La descripción de esta nueva molécula y su novedoso mecanismo de acción se publican en un artículo en la revista Proceedings of The National Academy of Sciences (PNAS), que está liderado por investigadores de la Universidad de Dundee, Escocia, y la compañía farmacéutica GSK, tanto de su sede en Gran Bretaña como en Madrid.
La leishmaniasis es causada por un protozoo parásito del género Leishmania que se transmite por la picadura de insectos flebótomos infectados y hay tres formas principales de la enfermedad.
La más grave y la que centra este estudio es la visceral (a menudo conocida como kala-azar) y también está la cutánea (la más común) y mucocutánea; la enfermedad afecta a las poblaciones más pobres del planeta y está asociada a la malnutrición, los desplazamientos de población o debilidad del sistema inmunitario.
Además, los fármacos que se utilizan en la actualidad son, en la mayoría de los casos, muy tóxicos, no totalmente eficaces y de difícil administración, recuerda a Efe María Marco, de GSK y una de las firmantes de este trabajo.
De ahí, añade, la necesidad de buscar una nueva molécula enfocada a tratamientos orales capaz de matar al parásito y que sea más segura y eficaz.
La leishmaniasis visceral afecta sobre todo al hígado y al bazo y los investigadores probaron, primero, su molécula en cultivos celulares y después en modelos de ratón, explica la investigadora española.
Medicación actual, muy tóxica
Comprobaron su seguridad, baja toxicidad y su eficacia. En concreto, se constató cómo la molécula logra bloquear un mecanismo fundamental para la supervivencia del parásito.
Los seres vivos, también los humanos, requieren de procesos fisiológicos celulares que reciclen las proteínas anómalas. Esto lo realizan a través del proteasoma, un macro complejo proteico fundamental para la célula y que precisamente tiene entre sus misiones degradar proteínas dañadas una vez hayan sido marcadas específicamente.
Lo que hace esta molécula es atacar ese mecanismo en el parásito consiguiendo que este “se ahogue en su propio desecho”, subraya Marco, quien señala que además lo hace sin ‘bloquear’ el del humano.
“Este mecanismo de acción es novedoso, así como la molécula”, resume la científica.
Esta es una investigación básica y el grupo de científicos ya está trabajando en el planteamiento de un ensayo con humanos.
“Acabamos de completar los últimos estudios de toxicidad preliminares y, antes de progresar a las fases clínicas, necesitamos la aprobación interna de la compañía”, concluye.