Fecha

La otra cara de la burbuja

<a href="https://elpais.com/suple/ciberpais/" target="_blank">CiberP@ís</a> Mensual, uno de los referentes de la nueva economía y del auge de las tecnologías de la información, editará su último número a la vuelta de vacaciones. Habrá sido el suyo un trayecto corto y salpicado de claro-oscuros. Los mismos que han engordado la burbuja digital hasta el borde de la quiebra.
CiberP@aís Mensual nació en una época de esplendor. Su primer número, lleno de ambición, salió al mercado en el nada lejano año 2000. Veintipocos meses después, echa el telón como consecuencia, fundamentalmente, de la crisis que azota a la mal llamada, y para algunos mal nacida, nueva economía.

Su desaparición, confirmada recientemente por miembros de su equipo redaccional, empezó a rumorearse unos meses atrás. Ni el cambio de formato ni la incorporación de nuevas secciones, consiguieron frenar un declive que no puede, ni debe, medirse por el volumen de ventas alcanzado, ciertamente notable para una publicación de sus características. La razón formal, a la que se agarran todos los responsables editoriales, ha sido el descenso espectacular de las inserciones publicitarias. La real, aquella que sólo se comenta en las tertulias de café, es que la publicación, como otras muchas, no ha sido más que el reflejo de lo sucedido en este cambiante y contradictorio sector en los últimos años.

Para entender lo ocurrido habría que remontarse prácticamente a 1996, año no oficial en el que la nueva economía empieza a verse poblada con nuevas e increíbles propuestas que hacen saltar por los aires cualquier norma de comportamiento económico hasta la fecha plenamente asentada. Los proyectos en una Internet que quiere expandirse al infinito, florecen con cualquier excusa. En apenas dos años, cualquier idea parece buena para convertir a alguien en supermillonario.

En este lapso, que alcanzaría hasta bien entrado 2001, la puja por las ideas y su transformación en red, roza el esperpento. Lo que hoy son considerados simples motores de búsqueda, se pagan entonces con lingotes de oro; los portales supuestamente temáticos se convierten en los nuevos medios de comunicación de masas; y aplicaciones de comercio electrónico para la compra de productos culturales o de entretenimiento, pasan a ser modelos de negocio brillante.

Entre unos y otros, se hincha una burbuja en la que el contenido, lo que los gurús de la primera mitad de los noventa presentaban como el gran adalid de la red, brillan por su ausencia. La industria se ha preocupado en estos pocos años por el hierro, es decir, el hard y sus aplicaciones, sin reparar en que de nada sirve una autopista, por mejor que sea, si nadie circula por ella o el trayecto que sigue no es el adecuado.

La burbuja está empezando ahora a deshincharse y amenaza con explotar. Las industrias digitales, que llegaron a formar auténticos imperios económicos de la noche a la mañana, anuncian pérdidas con la misma celeridad que antes proclamaban sus ganancias. Y para las que no dicen nada, empiezan a aflorar irregularidades fiscales con las que engañaban a sus accionistas, a la bolsa y al mundo entero.

En ese contexto todavía rampante nació CiberP@aís Mensual. Su lanzamiento vino propiciado por el éxito rotundo de su hermano semanal, distribuido como suplemento especializado del diario El País. Eran unos momentos en los que estar en la red era sinónimo de modernidad y de apuesta por la nueva economía. Los grandes portales temáticos, en el fondo nada más que índices más o menos completos y masivos, competían en número de visitantes con las páginas de salud, entre las cuales destacaban aquellas que ofrecían, como gran novedad, la segunda consulta médica. Por su parte, los medios de comunicación vertían en Internet sus contenidos en papel, sin preocuparse en exceso de cómo afrontar unos presupuestos destinados en su mayor parte a reproducir contenidos ya existentes y no a crearlos.

En esos momentos de auge, las publicaciones que cubrían el espectro digital vivían su particular "operación triunfo". Había publicidad de sobras, y aunque pudiera entreverse, nadie se atrevía a decir en voz alta que el gran batacazo se acercaba.

ADVERTENCIAS DE CRISIS

Alfred Comín, periodista de prestigio en el sector informático, y responsable en su día del mejor Byte de la historia, sin duda la revista de referencia durante buena parte de la década de los noventa, advertía pasado el verano de 2001 de la inminencia de la crisis. Por experiencia, conocimientos o tal vez por intuición, el caso es que el veterano periodista olía tiempos difíciles cuando todavía la mayoría pensábamos que la burbuja aguantaría.

El tiempo le ha dado la razón. Despidos masivos, hundimiento de empresas consideradas modelo de la nueva economía, pérdidas en bolsa, fraudes contables y un largo rosario de malas noticias se han ido sucediendo sin solución de continuidad. Por el camino, muchas de las iniciativas multimillonarias diseñadas según el "modelo rampante" se dejaban caer apenas unos meses después de iniciadas. Ahí están los ejemplos de Inicia, perteneciente al Grupo Prisa, traspasado velozmente a la italiana Tiscali, o, más recientemente, el proyecto ViaSalus, una de las iniciativas más ambiciosas en el ámbito de la salud, que arranca en mayo de 2001 con la presencia de un sector público comandado por la Generalitat catalana y un privado en el que abundan las grandes editoriales y marcas de telefonía y que, transcurrido apenas un año queda como producto residual con una inversión que en su origen superó los mil millones de pesetas.

Llegados a este punto, podría discutirse si el modelo de publicación seguido por CiberP@aís Mensual era o no el acertado; si su selección temática interesaba más o menos a los lectores; si las portadas eran las más adecuadas; o si la empresa editora gestionó correctamente el producto.

Uno tiene la sensación, sin embargo, que nada de ello hubiera impedido este final. A lo sumo, tal vez, hubiera prolongado una agonía marcada no por el producto sino por el contexto.

Comín, de nuevo, daba en el clavo hace apenas unas semanas. "El problema no es de modelo", decía, "sino de concepto". Sostiene Comín, y muchos lo comparten, que concepto es igual a paradigma, que hemos vivido un tiempo de locura en el que la ignorancia y las prisas por enriquecer, han contaminado un proceso de cambio en el que el factor cultural que aportan Internet y las nuevas tecnologías de la información, ha sido dejado de lado. Ha sido un tiempo que no se ha regido por las leyes del mercado sino más bien por las de los mercaderes. Y ya se sabe que éstos soportan mal la cultura. En este sentido, y a pesar de la lamentable desaparición de la revista, bien podría concluirse que, al final de la jornada, nada especial ha sucedido. Como dirían los antiguos, "sin novedad en el frente".

Añadir nuevo comentario

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.
Para el envío de comentarios, Ud. deberá rellenar todos los campos solicitados. Así mismo, le informamos que su nombre aparecerá publicado junto con su comentario, por lo que en caso que no quiera que se publique, le sugerimos introduzca un alias.

Normas de uso:

  • Las opiniones vertidas serán responsabilidad de su autor y en ningún caso de www.madrimasd.org,
  • No se admitirán comentarios contrarios a las leyes españolas o buen uso.
  • El administrador podrá eliminar comentarios no apropiados, intentando respetar siempre el derecho a la libertad de expresión.
CAPTCHA
Enter the characters shown in the image.
Esta pregunta es para probar si usted es un visitante humano o no y para evitar envíos automáticos de spam.