¿Qué leyendas falsamente médicas arrastramos?

Todavía recuerdo aquellos veranos, en la orilla del pantano de Cazalegas, o de San Juan, en Madrid, mirando con desesperación el agua y contando los 120 minutos para volverme a mojar los pinreles evitando el fatídico corte de digestión…

Aunque esta historia tiene cierta base médica, otras leyendas urbanas sobre temas supuestamente de salud no cuentan con la misma credibilidad. ¿Qué leyendas urbanas sobre salud arrastramos? Un artículo publicado en The British Medical Journal se dedica a deshacer creencias populares sobre la salud…

1. ¿Tenemos que beber 8 vasos de agua al día?

Aquello de “cuanta más agua, mejor” no deja de ser una leyenda; incluso, en algunos casos, podría resultar peligrosa. En principio, con los alimentos que ingerimos (si son equilibrados) tomamos una buena parte del agua que necesitamos al día. Al parecer, el mito surge en 1945 cuando una publicación hablaba de la necesidad de tomar 2.5 libros de agua cada día, cantidad que incluiría, no obstante, a la comida cocinada. Al ignorar este último detalle, es cuando surge la falsa necesidad de los 8 vasos.

 

 

2. ¿Usamos solo un 10% de nuestro cerebro?

Leyendo algunas horribles noticias, en algunas ocasiones me pregunto si, siquiera, llegamos al 1%. No obstante, brutalidad ocasional humana incluida, los avances en neurociencia desmienten esa creencia que se remonta ya a más de un siglo. Evidencias actuales sobre nuestro cerebro desvelan que lo necesitamos todo él para funcionar (aunque sea para comportarnos como verdaderos animales). Cualquier parte del cerebro que se toque, conlleva serios problemas para la viabilidad; para la vida. Estudios con imágenes del metabolismo y funcionamiento de dicho órgano, demuestran que no hay “zonas muertas” que, como decían en mi pueblo, “tol” cerebro parecer ser… chicha.

 

 

3. ¿Nos crece el pelo o las uñas tras la muerte?

Algunos nos conformaríamos con que nos creciera el pelo… en vida… pero ésta es otra historia…

Al parecer, la novela adaptada al cine “Sin novedad en el frente” contribuye al mito cuando el escritor Erich María Remarque describe el crecimiento de pelo y uñas de una persona tras su entierro. En realidad, una vez que el cuerpo muere, también lo hacen todas sus células (de hambre) y para el crecimiento de pelo o uñas, las células tienen que estar bien activas. Lo que parece ocurrir es que la deshidratación inherente a la falta de vida hace que la piel se seque y retraiga y, por contraste, parezca que nos hayan crecido uñas y pelo.

 

 

4. ¿Arruina la vista leer con poca luz?

Debo confesarles que esta creencia la mantenía yo mismo como cierta. En cualquier caso, y a pesar de desmentir este mito, recomiendo que la lectura y el trabajo se hagan en condiciones de iluminación adecuadas.

El origen lógico de esta creencia está en la sensación de fatiga que sentimos cuando, por ejemplo, leemos mucho rato con poca luz. Según la mayoría de los oftalmólogos, leer o trabajar con luz débil ciertamente provocan fatiga visual, pero ésta remitirá cuando interrumpamos la actividad. Dicho esto, insisto, tampoco aprovechen mis palabras para intentar ahorrar unos eurillos en iluminación…

 

 

5. ¿Crece el pelo con más fuerza tras el afeitado?

¿Cuántas veces ha oído aquello de que, tras el afeitado, el pelo crece más rápido y fuerte? Yo, personalmente, muchas… Se trata de una creencia bastante extendida que, según los expertos, ya empezó a ser desmentida en 1928, cuando sencillos ensayos clínicos ya sugirieron que el pelo crecía a la misma velocidad tras el afeitado. Tampoco el grosor parece verse afectado.

Durante el afeitado, la parte viva del cabello sigue protegida bajo la piel. Quizá, el hecho de haberlo cortado, elimina la parte fina del pelo que saldrá, inicialmente, más grueso y oscuro hasta que el sol haga su papel oxidante.

 

Y finalmente:

 

6. ¿Es peligroso utilizar un móvil en los hospitales?

En este caso, y a pesar de los estudios recientes llevados a cabo en Reino Unido que hablan solo de una interferencia del 4% con los dispositivos clínicos, sigo pensando que, ante la duda, no viene de más el principio de precaución y limitar el uso de estos aparatos en zonas críticas de los hospitales. Según dichos estudios británicos, solo en un 0.1% de los casos pudieron registrarse daños graves, y únicamente con los móviles funcionando a menos de un metro del aparato crítico. Otros estudios estadísticos apuntan a que los móviles, hoy por hoy, han contribuido a salvar más vidas de las que supuestamente han puesto en peligro, sobre todo al facilitar la comunicación entre médicos…

 

¿Con qué se queda usted?

 

JAL (UAM y CBM)

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