Los políticos, la democracia y la realidad

Acabo de ver que unos vecinos histéricos «¡Ayyyyyyyyy, que tengo muchos nervioooossssssss!» quieren acabar con una culebra que vive en su edificio.
En primer lugar, la culebra comerá ratas de vez en cuando, y por lo tanto como mucho puede ser útil a esos vecinos. Pero la ignorancia supina de muchas personas les lleva a ponerse histéricas. Y ¿De donde sale esa ignorancia? Porque información no falta: Periódicos, televisiones, red, … bombardean horariamente al público con toda clase de informaciones que ese público ignora olímpicamente, interesándose solo por las aventuras de la vecina o creyendose Nicole Kidmann, o Tom Cruise aunque pesen 90 kilos.

He visto que los juegos de ordenador que implicaban algo de esfuerzo mental y capacidad creativa (construcción de ciudades o de imperios, y similares) están dejando paso a juegos esencialmente tribales e infantiles del tipo  «Yo meo mas lejos que tu», o «Yo te gano y te mato». Es claro que si queremos «conectar»  con el pueblo, y si ese pueblo  accede cada vez más  a los juegos y la internet, lo que vendemos es  lo que llama al instinto tribal: Matar al jefe para ponerme yo, y conquistar sexualmente al jefe supremo para que me regale con trozos selectos de comida (Carla Bruni, hoy con uno, mañana con otro más poderoso: Tribal). La idea de extender la red al pueblo con la esperanza de que éste se eduque deriva en que la red se tribaliza, porque es lo que más fácilemente vende.

Y aqui llegamos a la democracia mal entendida y a los políticos de la torre de marfil: La democracia se inventó como un juego de contrapesos para evitar que unos políticos ocuparan el poder a perpetuidad (¿Andalucía?; ¿Cartaya?) . Pero hoy no hay ni el menor atisbo de control: En los parlamentos basta con tener una mayoría inscrita en el registro para ganar todas las votaciones, haciendo irrelevante la existencia de parlamentarios y su asistencia a unos parlamentos en los que no se parlamenta: Ante cualquier cuestión basta con apretar el botón. Para ese viaje no hace falta pagar sueldos, dietas, secretarios y hoteles. 

Y encima unos políticos que viven en otro mundo distinto de este en el que vivimos los demás. Cuando es claro que no hay más petróleo (en miles de millones de barriles), salvo algunas migajas en el fondo del mar, y que la demanda crece de manera que la ley  física de la conservación de la energía (traducida por los economistas en ley de oferta y demanda)  exige que los precios de la energía suban sin parar, un político notable nos dice que él cree que la subida del precio de la energía es una burbuja. ¡Vive aquí o en la estrella Sirio? ¿Se ha enterado de que en China se venden un millón de coches anualmente? ¿De que se construye una central eléctrica cada semana? Pero como buen político y economista ortodoxo, está convencido de que la Tierra tiene recursos ilimitados. Al mismo tiempo acepta la energía nuclear, sin aceptar que NO hay forma de eliminar la radiactividad de los resíduos. Ya no sabe uno si vive en este Universo o en otro (de Harry Potter) en el cual la radiactividad desaparece  al decir alohomorah! 

Otro político, que ha vivido 30 años en una torre de marfil sin contacto con la realidad, quería dedicarse al Cambio Climático. Pero al salir al mundo ha visto que hablar de CC genera polémica y rechazo social: Hay que decir que es preciso ahorrar, no gastar, dejar el coche en casa, etc. Y eso no genera sonrisas ni parabienes. Asi que ahora se dedica a  dar conferencias sobre la maravilla (Harry Potter) que es la política.

El sábado pasé por El Escorial, camino de una cena con amigos. Una cola de personas se arremolinaba entorno a una autoproclamada  «Vidente».

¡Alohomorah!
 

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2 comentarios

  1. Sin duda una gran ilustración.Me gusta este blog, me pasaré más a menudo.

    SALU2

  2. No se si los precios de la energía son, o no son, una burbuja pero que la subida de precio del barril de petroleo es una maniobra para rentabilizar "la inversión" realizada en la decapitación de Irac, no encuentro argumentos para rebatirlo, (daños colaterales le dicen).

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