El rechazo de la realidad

El lunes publicaba Krugman, en el NYT, un artículo interesantísimo. Hablando de la evidencia total del cambio climático de origen antropogénico, es decir, causado por el ser humano, se preguntaba Krugman como es así que los escépticos siguen sin aceptarlo.

Y se lo preguntaba porque él ve que los políticos no asumen la realidad de la crisis, y ve que hay mucha gente que sigue creyendo que beber un litro de agua de Lourdes cura el cáncer.

La ciencia tiene mala acogida en las mentes humanas, pues estas mentes son perfectamente capaces de aceptar que a las 12 del mediodía es de noche, que lo blanco es negro y que 2+2=3.

¿Como se puede conseguir eso?

Son las personas que asumen que somos el sueño de un ente de fuera de la realidad, y que toda nuestra vida no es más que una imagen mental de otro.

Pero esta gente que asume ese sueño, en su devenir diario se pirran por los Rolls-Royces, los palacios y los yates de 150 metros de eslora.

¿Cómo lo consiguen?

No es difícil: Se trata de anular la realidad de los demás y aceptar solamente la propia.

Son las personas que conducen como si la carretera estuviese vacía, y si no lo está piensan, realmente, que un par de comandos de tipo juego de ordenador la vacía, son aquellas personas que suben a un avión y se maravillan de que haya gente en los asientos. Son la gente que vive sola en un mundo que no es para ellos mas que un juego virtual.

Esto se conseguía, en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX gracias al aislamiento social e incluso físico de una clase de personas (la clase noble). Inglaterra, tras Cromwell, dejó de tener guerras en su territorio, hasta 1940. Para aquella gente el mundo real había dejado de existir.

Lo mismo ocurrió en Francia antes de la Revolución. Y en los estados esclavistas en los EEUU antes de su guerra civil. Está ocurriendo en España, donde los »ricos» viven en urbanizaciones rodeadas de alambre de espino, y trabajan al lado de las mismas sin siquiera tener que recorrer la ciudad. O que cuando tienen que viajar lo hacen en coches con cristales tintados o en helicóptero.

Son gentes que no han bebido el agua de Lourdes cuando el cáncer empieza a metastatizar y ese agua no sirve de nada.

La realidad no se ve: Se experimenta.

Aquí hay un inmenso fallo en la nueva (más bien talludita) física: Una física que renuncia al experimento, a la validación.

La ciencia ha sido, y si es ciencia, es, la experiencia de la realidad.

Necesitamos que todos los ciudadanos experimenten la realidad en sus propias carnes. La alternativa que produce la historia son las conquistas por pueblos extraños que sí la sienten todos los días, conquistas que no son avance, sino succión: Succión por vacío, por la irrealidad de los atacados. Otra alternativa han sido siempre las revoluciones sangrientas que han implicado siempre guerras civiles.

¿Es posible abrir a la realidad a los escépticos?

Lo llevo intentando 15 años, sin el menor éxito.

Quizás sea una ley de la naturaleza, que solo despierta el que siente el fuego en el colchón donde dormita.

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