Un perro andaluz. Luis Buñuel, 1927.

Análisis de Laura Salgado:

Luis Buñuel y Salvador Dalí deciden viajar a París en 1929 para rodar juntos un filme que siga el patrón surrealista, la moda de la época. De la asociación libre de imágenes e ideas resulta un código simbólico propio. El cortometraje se realiza en Francia pero esta conjunción de sueños y juegos ilógicos constituyen un punto inevitable dentro del cine español.

Encontramos el germen en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en donde tanto Dalí como Buñuel pasaron parte de su juventud: con Pepe Bello como líder, abanderando los juegos surrealistas y la absoluta libertad de creación. Precisamente fue Buñuel quien en un primer momento viajó a París y se dio cuenta de que quizás fuera posible hacer cine. No dudó en proponérselo a Dalí. Por tanto, nos encontramos con una obra convergente entre el arte de Dalí y los inicios de Buñuel como director.

Esta fusión de experiencias oníricas desembocan en una sucesión de escenas desprovistas de cualquier atisbo lógico o racional: son impactantes, crueles, sin sentido, aberrantes, hirientes e incluso chocantes al no poder dotarlas de ningún sentido, al menos aparentemente.

Precisamente estas características nos revelan su naturaleza: son sueños, emanan del subconsciente de sus creadores. Por tanto, no pueden estar sujetos a ningún tipo de manipulación consciente y voluntaria, pues entonces no serían sueños y pasarían a formar parte de un plano premeditado y artificial. Un claro ejemplo es la escena de la navaja y el ojo. Su origen está en Bello, quien insistió en haber visto una luna con una nube atravesándola, al igual que si rajara un ojo. Simplemente ocurrió de ese modo y así ha de aparecer en las imágenes, suscitando emociones sin saber bien dónde ubicarlas. Tampoco se le ha pretendido otorgar una trama lógica que, de algún modo u otro, pudiera seguir un argumento y narrar así una historia. El filme se inunda de ideas en bruto en las que el yo desaparece para dejar que el ello aflore a la superficie. Un subconsciente indomable a modo de proyector de nuestras pasiones y miedos más ocultos: la visión de lo que ocurriría si nuestro lado consciente no apaciguara estas ideas irreflexivas, dando lugar a imágenes desarticuladas que aparentemente no guardan relación entre sí.

Estos postulados freudianos cimentarían la base del Surrealismo, por lo que Un perro andaluz constituye la obra cinematográfica más representativa de este movimiento. Se crea un surrealismo en estado puro al tomar los sueños como elemento base para así dilucidar que esta obra no es nada en realidad, o al menos no desde el punto de vista racional. Pero si comenzamos a profundizar en la intencionalidad, nos encontramos con que toda la obra representa una crítica a la moral cristiana inculcada: el sentimiento de culpa provocado por el ansia sexual que es imposible reprimir, que conduce a un castigo público y conlleva inevitablemente a la muerte. Los sueños tienen una enorme carga simbólica, así cuando Dalí soñaba con hormigas, éstas representaban la sexualidad (se adentran en un agujero oscuro), y la sensación de hormigueo simplemente es la tensión sexual acumulada. Igualmente, el piano de cola y el asno muerto simbolizan la putrefacción del arte arcaico y tradicional, ejemplificado con un Platero muerto y hediondo. Su aparición es inevitable, pues uno de los pilares de la Residencia de Estudiantes radicaba en considerar putrefactos a todos los artistas que no fueran suficientemente surrealistas, al igual que ocurría como Juan Ramón Jiménez, a su juicio.

Desde un punto de vista técnico, se observan notables avances en el estilo de planificación de la película con respecto a producciones de años anteriores. La escena del ojo y la navaja no causaría el mismo estupor si el plano detalle no se hubiera utilizado, dado que es precisamente este recurso el que logra suscitar una carga emocional tan intensa. El plano nos indica perfectamente cuál es el foco de atención: una imagen aberrante de la cual no es posible la escapatoria, dado que es el ojo lo único que se muestra. La imagen rezuma un desagrado que se intensifica al emplear el detalle. En general, los planos adquieren un predominante valor narrativo, saben transmitir y crear un lenguaje para enfatizar los distintos aspectos de la historia. Es más, no se nos presenta el personaje sin más, sino que los planos toman una función progresiva en cierta medida para aproximarse a lo que quieren mostrar sin resultar excesivamente bruscos. Lógicamente, todo ello con respecto a las posibilidades técnicas de la época.

Pese a todos estos avances, sigue tratándose de cine mudo. La música fue añadida en años posteriores a la filmación, para ello se introdujo la melodía de un tango junto con Tristán e Isolda de Wagner que nos dan cuenta del ritmo de la acción. No obstante, existen ciertos desajustes al tratarse de una película con cierto movimiento entrecortado debido a que aún se empleaban dieciséis fotogramas por segundo[1].

Pero más allá de los aspectos técnicos, la gran expectación que suscita el cortometraje son sus imágenes ilógicas y desconcertantes, atesoradas para el resto de la Historia como una obra culmen, tanto del Surrealismo como del cine español. Éstas forman parte del universo más recóndito de sus creadores, por lo que si nos acercamos a sus inspiraciones y miedos, la obra cobrará sentido. Incluso los enfrentamientos de Buñuel y Dalí con Lorca aparecen representados: el título no es casual, Un perro andaluz es una incoherencia aparente pero que encierra la enemistad con el poeta (también presente en la Residencia de Estudiantes). Las asociaciones libres de ideas, por muy surrealistas que pretendan ser, en el fondo llevan una intención implícita, dado que provienen del subconsciente y hablan del interior de cada uno. Sólo si conocemos la explicación a las imágenes, sabremos interpretar el filme.

Laura Salgado. Madrid, mayo de 2010.


[1]R.M (2003). Un perro andaluz se proyecta en la filmoteca tras su restauración. El Periódico de Aragón. 11 diciembre 2003. Obtenido el 5 de marzo de 2010, desde http://www.elperiodicodearagon.com.

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