Calabuch. Luis García Berlanga, 1959.

Análisis de Domingo Sánchez Ruiz:

Es una película de Berlanga,(1) extrañamente irreal,(2) y pese a todo, muy ligada a la realidad del 1956, el año en que se filmó.

Calabuch se inscribe en la etapa de la filmografía de Berlanga, que va entre sus primeras películas, Esa pareja feliz y Bienvenido Mr. Marshall, de los primeros 50 y sus obras cumbres, de los primeros 60: El Verdugo, y Plácido. Esta es una de sus últimas películas previas a su fecunda colaboración con el guionista Rafael Azcona, que le dio probablemente más profundidad y más homogeneidad a sus guiones. En El verdugo y Plácido,  parece que toda la historia conduce o lleva a un punto, que hay un objetivo, que son menos divagativas; en Calabuch, sin embargo, da la impresión de que el personaje principal, el físico Jorge está desdibujado, sin objetivos y es una mera excusa argumental para presentar a Calabuch, a sus gentes, a las relaciones prototípicas que tienen lugar entre los habitantes del pueblo, las rivalidades entre las “autoridades” fácticas, la civil, la religiosa y la militar.

¿Por qué sabemos que es de Berlanga?

El de las autoridades, es un tema que ha fascinado a Berlanga, porque su cine ha estado ligado a personajes con ambición de poder: está repleto de curas, militares, politicastros locales de baja monta, sin escrúpulos. Y pese a que sean corruptos, chapuceros, y a veces en sus acciones se observe una sátira del régimen, es verdad que si algo es característico de Berlanga es que los trata con cariño, con ternura, sin ensañarse con ellos. El militar que controla la prisión es entrañable, pese a ser el represor y el que mantiene el orden del régimen en ese pueblecito costero. El cura, es envidioso, egoísta, materialista y a pesar de todo es un personaje que te cae bien. Yo creo que esa podría ser la razón por la que la censura pasó determinadas cosas que rozan lo herético:

¿Cómo pudieron pasar el filtro del censor diálogos tales como el del cura, insinuando que posiblemente el hecho de que desde el mar se vean mejor las luces de feria, instaladas en la iglesia que las del faro, sea probablemente un milagro, que haya que atribuir al santo patrón y comunicar a las autoridades competentes? Este hecho me recuerda al argumento de Los jueves milagro, película que rodaría el año siguiente.

En Calabuch vemos a un sacerdote mendaz, como todo el régimen, que sentía envidia del farero (Pepe Isbert) pues le ganaba jugando al ajedrez.  Un sacerdote envidioso y tramposo en el juego. Y no lo censuraron. Quizá por la gran capacidad de Berlanga de hacernos sentir cariño por personajes de muy baja estofa moral, y disimular así su crítica social.

La crítica social berlanguiana está también muy presente en los militares ineficaces, en los alcaldes corruptos, pero también en toda la sociedad inocente, manipulable, inculta, que retrata en las fiestas populares de Calabuch.

Jorge, el científico loco anglosajón, no está bien caracterizado desde un punto de vista de guión. No sabemos cómo llega a la playa, quién le trae, porqué habla español tan fluido, de dónde saca el dinero para comprar caros regalos a todos sus conocidos del pueblo (trompetas, barcos en botellas, …) pues antes no se nos ha mostrado que tenga dinero alguno, antes más bien, se ha alegrado, de poder dormir “gratuitamente” en el calabozo.

Estos golpes de guión están muy forzados y si no nos llaman más la atención es sencillamente porque la descripción del resto de personajes es magnética. Tales fallos de guión, en las películas que he visto de la colaboración Berlanga-Azcona, no estaban presentes.

Otra característica del director ya presente en Calabuch es que, como en el cine de Robert Altman, aquí los protagonistas son muchos, es una obra coral: el contrabandista, el Langosta, la maestra, el cura, el farero, …son casi tan protagonistas como Jorge.

Lo último que en mi opinión denota objetivamente el estilo propio ya muy marcado en una obra precoz como ésta es su gran capacidad para meter en plano, hay veces en que en el encuadre entran 4 o 5 personas perfectamente realizando una acción, armónicamente desde un punto de vista compositivo, como en las escenas de la cárcel.

¿Por qué es extrañamente irreal?

Porque no sabemos dónde ni cuándo tiene lugar la historia:

Calabuch no es forzosamente un trasunto de Peñíscola, donde se rodó, ni quiere serlo. es un lugar alejado de la realidad, con una playa que podría ser griega, pero donde no hay sargentos de la guardia civil, sino carabinieri, (Italia?) y sin embargo hay corridas de toros (España?)

Pero ni siquiera estamos necesariamente en los cincuenta aunque la vestimenta y los usos nos remiten a ese tiempo. Nos remiten a un tiempo imaginario donde la Unión Soviética ha firmado el concordato con el Vaticano y los americanos dejan de tutelar Europa (¿quizá una nueva crítica a la doble moral del Plan Marshall?)

Por otra parte, los personajes no son típicamente locales sino multiculturales:

¿ qué hace un genial físico nuclear de origen anglosajón, en un pueblo mediterráneo, con resabio castellano y con fiestas andaluzas, donde hay personajes italianos como el Langosta, que gesticula como un siciliano (es el actor italiano Franco Fabrizi)?

Este melting pot en Calabuch es tremendamente original y contribuye a la atmósfera de irrealidad de un lugar, tiempo y personajes suspendidos en la nada. Y a pesar de todo sabemos que no deja de ser una metáfora de la España sórdida de entonces, quizá matizados por ser una coproducción con Italia.

En las películas anteriores y posteriores de Berlanga hay sueños, situaciones grotescas pero ese lado de irrealidad no está tan marcado como en Calabuch,  pues salvo en ésta, sí que sabemos que se trata claramente de nuestro país, y por ello quizá la censura fue más rígida en aquellas. Esto es sólo una hipótesis.

Y sin embargo está tan ligada a la realidad del momento en que se filmó, porque muchos personajes simbolizan claramente las figuras de autoridad franquista, y la ignorancia del pueblo llano español…a veces para satirizarlas, otras para denunciarlas.

Pero también vemos los años 50 en el mundo, con la fiebre nuclear, el miedo a destrucción del planeta, el fantasma de la guerra fría, en algunos diálogos de un modo subrepticio y sobre todo en el documental del NODO con el cual se inicia la película.

En resumen, estamos ante una película de atmósfera extrañamente fantástica en la filmografía de Berlanga, donde se reconocen muchos de sus temas y rasgos de estilo y además, aunque simbólicamente, muy ligado a la realidad a la que critica duramente en el fondo pero con mucha sutileza en la forma.

Domingo Sánchez Ruiz, mayo 2010.

Compartir:

Un comentario

Deja un comentario