Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pedro Almodóvar, 1988.

Análisis de Laura García Martín:

Un comienzo especial ya en los créditos iniciales, sonando la canción “Soy infeliz” con unos recortes llenos de color y expresión que recalcan todos los elementos expresivos con que cuenta la película, y que dejan al espectador el buen sabor de boca con que tiene que empezar todo largometraje. Rodada en 1987 en una España que comenzaba a equilibrarse a Europa en cuanto a modernidad y mentalidad, su director, Pedro Almodóvar quiso con ella mostrar una visión de la mujer alternando el cambio a la nueva sociedad y la tradición de los sentimientos femeninos con que según el director se mueve la mentalidad femenina. Desde luego lo consiguió y así lo demuestran los 5 premios Goya que ganó la película.

Todo el largometraje, gira en torno a la figura femenina que muestra una fuerte sensibilidad en su forma de ser. Las mujeres de la película tienen una forma de vivir sus propios sentimientos de forma muy expresiva, que casi llega a la histeria. Esta histeria no sólo es percibida por el espectador en los diálogos y las diferentes situaciones en que se ven envueltas, si no que se muestra además en numerosos planos mediante un lenguaje fílmico que muestra esta dualidad entre histeria y sensatez que convence a todo amante del cine de la capacidad extraordinaria del director. Este lenguaje subjetivo aparece en varias ocasiones:

En primer lugar, con los planos en que las mujeres no salen enteras, si no a trozos. Ejemplo de ello es el comienzo de la película, donde aparecen unas piernas femeninas y a medida que va subiendo la cámara se van viendo otras partes del cuerpo de la mujer. Es interesante comentar aquí el momento en que se presenta el montaje, donde aparecen unas fotografías de un ojo femenino y unas tijeras que las recortan. Algunos críticos de cine  quisieron comparar a Almodóvar con Luis Buñuel en algunos sentidos, por lo que Almodóvar quiso “ridiculizar” esa desafortunada idea con esta técnica. Ya en la película, la protagonista (Pepa- Carmen Maura) aparece en varias escenas casi recortadas, idea que ya hemos citado viene dada en los créditos iniciales. También Lucía, la mujer de Iván (Julieta Serrano), que tiene problemas psicológicos, en el momento en que más dominada por los nervios se encuentra que es cuando va a buscar a Iván al aeropuerto para matarle, aparece subiendo las escaleras mecánicas claramente recortada. El plano muestra un lateral de las escaleras, y su cabeza que va subiendo, sin mostrar ninguna parte más de su cuerpo.

En segundo lugar, los cambios de ropa que lleva a cabo Pepa según van evolucionando los acontecimientos. La película narra la estresante situación psicológica de Pepa, que acaba de descubrir que su amante, Iván, no está enamorado de ella  pero debe darle la importante noticia de su embarazo. A su vez, su amiga Candela (María Barranco) ha sido engañada por un hombre por el que se ha enamorado, un terrorista chiíta que prepara un atentado en el aeropuerto de Barajas, para el vuelo hacia Estocolmo. Por tanto Pepa no sólo dedica su día a la búsqueda de su amante (aunque éste es su principal deseo) si no también a ayudar a su amiga con trámites legales. En todas las salidas de casa y las visitas que debe hacer, Pepa cambia de ropa, recurso que utiliza Pedro Almodóvar para darnos a entender que a medida que va pasando el día Pepa también cambia de pensamientos, y su histeria va aumentando pero también su sensatez. La ropa que viste Pepa es muy parecida en general, trajes con falda y chaqueta de colores muy vivos especialmente el rojo. Pedro Almodóvar en su descripción de Pepa escribió: “Pepa abusa del tacón y de la falda de tubo”. El color rojo es el color que la representa en la película por la expresión que tiene este color: pasión, locura, amor desatado, nervios… No sólo aparece en los trajes de Pepa, si no que se recalca una vez más dentro del simbolismo fílmico que emana todo el film. La escena que mejor subraya este concepto es el momento en que Pepa corta los tomates para hacer un gazpacho y llenarlo de tranquilizantes y así dormir a Iván. El plano detalle de los tomates y el cuchillo que Pepa está manejando en un claro estado de nerviosismo, y el momento en que ella se corta. La expresión del color rojo del tomate y la sangre que imaginamos emanará de ese dedo, aumenta aún más la tensión visual y la idea que formamos con ella del estado de nerviosismo de Pepa.

En tercer lugar, los diálogos subrayan  el estado de nervios en que se encuentran las mujeres de la película por diversas situaciones, todas ellas relacionadas con los hombres. A pesar de ello, todas las mujeres de la película se presentan como independientes y modernas excepto por los hombres (especialmente Lucía, que es dependiente psicológicamente de Iván ya que sus sentimientos por él la hicieron volverse loca). Sin embargo al margen de esa independencia, su talón de Aquiles es el hombre, quien las vuelve locas y es el único capaz de bloquearlas. Almodóvar decía para explicar este sentido en la película, que la mujer moderna podría hacerse con el mundo, pero que eso no sucederá porque por suerte los hombres aún son capaces de llenarlas de sentimientos, y como son mucho más sensibles se moverían más por ellos, dejando un equilibrio total. Para acentuar este concepto de mujer independiente, coloca a las protagonistas en trabajos muy cualificados (doblaje, abogada…) para así dar a entender que la mujer ya opta por trabajos de todo tipo. Sin embargo, aún para muchos empleos sigue estando vigente la mujer como objeto sexual, mujeres guapas y atractivas para algunos trabajos (secretarias, presentadoras…). Almodóvar vuelca esta idea colocando a su madre como la presentadora de las noticias de la televisión.

Por último, la mujer vive en esta película un universo de abandonos, y todas sus situaciones y sus sentimientos podrían ser intercambiables. La sensatez llega junto a la tranquilidad en todas sus formas, Pepa cuando llega al aeropuerto y se da cuenta de que Iván no la merece, Lucía cuando reconoce su enfermedad tras el momento de más nervio o Marisa (Rossy de Palma) cuando despierta de su profundo sueño tras haber bebido por error un vaso de gazpacho dopado.

Los hombres, por contraposición, se presentan como algo mujeriegos y bastante dependientes de la mujer. Iván también aparece en el sueño de Pepa recortado, sin embargo, la idea de recorte-nerviosismo se le atribuye en este caso a Pepa que es quien está soñando. Carlos, hijo de Iván, se presenta muy tranquilo al conocer a Pepa, amante de su padre durante años. No sufre por los sentimientos de su madre y ve normal esa relación. También el novio de Ana (hija de la portera) cuando es amenazado por Lucía para que la lleve al aeropuerto, es pintado como una persona de poca confianza con la conversación de Ana y Pepa en el taxi: “Es más fácil aprender mecánica que psicología masculina” dice Pepa.

Desde otro punto de vista, la sociedad que muestra el director en esta película está volteada. Pedro Almodóvar quiso cambiar algunos papeles tópicos que se tienen en la sociedad actual. Nuevas obligaciones impuestas por la sociedad, ridiculización de la policía (los agentes que van a casa de Pepa también salen en el anuncio de un detergente que ella interpreta) o incluso en el uso continuo del teléfono como medio de comunicación casi abusivo.

Por último, desde el punto de vista artístico, los colores cobran mucha importancia en la historia. Los decorados son muy importantes, escogidos exhaustivamente para dar a toda la película un aire irreal. Pedro Almodóvar pretendía hacer una película hiperrealista, o al menos basarse en sus ambientes. Por ello toda la película cuenta con unos decorados irreales, un ático cuya existencia es muy remota y una forma de vida dentro de él imposible, con una decoración nuevísima alternada con la cama quemada por la poca atención de Pepa debido a sus nervios o los animales que viven en su terraza. Los vestuarios de los personajes especialmente extravagantes, como el aspecto exagerado de Lucía, la estética punki ochentera de Ana o los colores vivos del resto de ropas, junto a los decorados y los ambientes imposibles y recargados (como el taxi o el ático) fluyen en un nivel de abstracción visual, un cortocircuito donde el sentido está ajeno a la forma estructural de algunos elementos, cuyo principal objetivo es dar preferencia a las emociones y sentimientos que se entremezclan en una atmósfera almodovariana que inició un camino de éxitos dentro de la carrera del director.

En conclusión, “Mujeres al borde de un ataque de nervios” creó un sentido especial e innovador dentro del mundo del cine, una revolución y la aparición de un nuevo torrente de imaginación y visión fílmica, con un ambiente especialmente puntual y reconocible. La especial capacidad de imaginación y sentido de Pedro Almodóvar, que se dará a conocer en muchos lugares del mundo gracias a esta obra maestra.

Laura García Martín. Mayo, 2010.

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