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Verdades y errores sobre clima
Verdades y errores sobre el clima y el cambio climático.
Hoy el clima es un tema que interesa. Interesa tanto que hasta los generadores de best-sellers como Michael Crichton se han lanzado a la palestra en busca de un dinero fácil, mostrando al mundo una imagen distorsionada de la realidad, pero una imagen que, jugando con el miedo de las personas, aspira a ingresar en su caja personal unos cuantos millones de dólares.
En una de estas revistas universitarias de difusión gratuita que aparecen por las facultades, en «Generación XXI«, se publica la 1ª quincena de Octubre una serie de trabajos (es de agradecer que vengan firmados) sobre «Apocalipsis y demás familia: el cambio climático».
Hay mucha gente anda por la vida rechazando la evidencia, lo que es muy propio del ser humano, que rechaza de plano y profundamente las más claras evidencias vitales. No hay más que considerar que durante miles de años antes de, y durante decenas de años después de Galileo se rechazó la evidencia de que es
Se utilizan dos argumentos básicos para hablar contra la evidencia del cambio climático: Uno es que siempre lo ha habido, y la segunda es que es un constructo de eco-terroristas que buscan financiación (y son deshechos por un super-héroe, que ¿cómo no? es agente de
Se cita siempre la débil calidad de las pruebas que nos indican la existencia de un cambio climático actual.
Con ánimo de ayudar a cada lector a formarse su propio criterio, voy a discutir aquí varios de esos argumentos, refiriendo al lector a la página
http://not-clima.net para una consulta más amplia y detallada.
En «Generación XXI» aparece un artículo a doble cara de José Cercera, titulado: «El cambio climático y nosotros: Historia de una arrogancia».
Para empezar, afirma este autor que nuestro desconocimiento de de los detalles de la climatología ha disminuido «un poco» en los últimos (1000, 2000) años. Ignora este autor que la ciencia se creo hace 400 años, cuando Galileo estableció el principio de falsación y la base experimental. Antes de eso solo había hipótesis debatibles ad infinitum, pues no podían ser falsadas mediante el experimento.
Puesto que somos, según el autor, la «especie más arrogante» del planeta, nos creemos con autoridad para investigar sobre el clima. Esto es evidente, pero no por ser arrogantes, sino por tener la capacidad de razonar.
Sigue el artículo enunciando lo siguiente:
«Puede que haya un cambio climático. Pero no está del todo claro. Parece ser que ese cambio fuera un calentamiento global, aunque no es seguro. Tal vez ese calentamiento coincide con determinadas actividades humanas, aunque eso no significa que necesariamente sean su causa. Y no está nada claro que una decidida acción por nuestra parte pueda hacer nada por revertir ese cambio. Si es que existe. Bienvenidos a nuestra supina ignorancia sobre el clima de este nuestro planeta.«
Engloba este párrafo una completa filosofía de vida, que, contemplándola bien, es curiosa. Para empezar, es una filosofía que rechaza la evidencia, como el cardenal Bellarmino rechazó el que
Para empezar asume que los científicos no sabemos que en las ciudades se eleva la temperatura por encima de como discurre ésta en los campos que las rodean, por efecto de la inyección de energía que producimos los habitantes de las ciudades con nuestras calefacciones, aires acondicionados y nuestros coches.
Por supuesto que conocemos este efecto y lo corregimos mediante estudios cuidadosos que recalibran constantemente esas temperaturas. Los datos de subida de temperatura se hacen siempre referidos al equivalente de «pesetas constantes», es decir, corrigiéndolas por el efecto de la inflación de las ciudades.
Asume el autor de ese trabajo, como lo asume Crichton, que la «temperatura global es una constricción basada en cálculos equivocados«. Ni Cercera ni Crichton indican en qué datos concretos se basan para saber tajantemente que los cálculos están equivocados, de manera que sus afirmaciones son gratuitas.
Haba luego Cercera de la curva en «J». La curva en «J» o el «palo de hockey» (ver http://www.realclimate.org/index.php?p=10) es un análisis de la temperatura media del hemisferio norte en los últimos 1000 años, realizado por Mann y colaboradores, y en esa curva se ve, de manera gráfica, el cambio brusco de tendencia y de velocidad de esa temperatura media hemisférica a partir de 1880. Ha habido críticas y contra-críticas al trabajo de Mann, pero si se sigue bien el análisis se puede aceptar la conclusión de Mann y de Rutherford más reciente de 2005 (ver página citada). El debate se basa en los distintos métodos de análisis estadístico que cada autor prefiere, y el que lee esos debates cree que lo que se discute es el resultado, mientras que la discusión real es la pertinencia de cada método.
Basta con leer literatura antigua, y observar los cuadros y fotos de nuestros antepasados para convencerse de que la tendencia de la temperatura cambió hacia 1880, y que el planeta se está calentado muy deprisa.
En 1893 Nansen encalló el Fram en el hielo del Ártico y derivó entre Siberia y Groenlandia durante 3 años sin ver agua libre. Hoy los viajes en barco al Polo Norte son rutina y se pueden contratar en cualquier agencia de viajes.
Bien. El autor Cercera afirma «no existe una temperatura media única del planeta que pueda medirse directamente sin corrección. Y en la corrección y el tratamiento está el error».
Las magnitudes medias no se «miden». La nota media de un alumno es el resultado de la suma de sus notas y división de la suma por el número de sumandos.
El ingreso medio de los españoles esta sujeto, no a error en el sentido coloquial, sino a una incertidumbre perfectamente determinada que depende esencialmente del tamaño de la muestra. La temperatura media del planeta se conoce con unos márgenes de incertidumbre, que aparecen en todas las publicaciones. Es preciso decir que cualquier medida física tiene un rango de incertidumbre, y que una parte de la enseñanza de la física en las universidades es aprender a manejar esas incertidumbres. Nuca podemos saber si en verano la temperatura va a ser 40 o 42 grados en nuestro lugar de residencia, pues a parte de otros muchos factores, depende de la hora del día, y del lugar donde nos encontremos. Sin embargo aceptamos que si el INM nos dice que la temperatura en Sevilla el día 23 de Julio de 2003 fue de
Sigue luego el autor Cercera con la siguiente afirmación tajante: » Además entendemos entre mal y fatal el comportamiento de la atmósfera y del océano«.
Despacha así de un plumazo dos disciplinas científicas completas, mediante una afirmación gratuita. Habla de tres oscilaciones del Pacífico, pero interpreta que nuestro conocimiento de ellas es un desconocimiento de la dinámica oceánica. Bien. ¡Si el lo dice…..!
Habla luego de temperaturas en escalas geológicas de tiempo, en escalas de millones de años. Pero nuestra preocupación no son los millones de años, sino los próximos 100 años. Describe el ciclo glacial-interglacial como algo raro, no como una oscilación semi-determinista. Nos cuenta lo que ya sabemos: la secuencia glacial – interglacial de 100.000 y 20.000 años, respectivamente. Pero no ve que desde el último óptimo climático, hace unos 8.000 años, el planeta se desliza hacia la nueva época glacial, que debería empezar de aquí a otros 8.000 años.
Describe las oscilaciones climáticas naturales: Los periodos cálidos de los vikingos, el cálido medieval, el enfriamiento del siglo XVII, ligeras variaciones habituales en cualquier discurrir climático.
El problema del cambio climático, digámoslo en LETRAS MAYÚSCULAS Y EN COLOR, PARA VER SI ASÍ SE ENTIENDE, NO SON LAS 6 DÉCIMAS DE GRADO, LOS
La posibilidad de esta subida es evidente, si en vez de analizar las temperaturas pasadas como un registro pseudo-aleatorio, nos interesamos por las posibles causas de su ascenso.
No cabe duda en que el CO2, el metano y otros gases poliatómicos capturan la radiación infrarroja que emiten el suelo del planeta y la superficie del mar. Es algo sabido, conocido, comprobado en el laboratorio.
La única fuente de esta subida de CO2 en un periodo de 120 años no es otra que la quema de combustibles fósiles. No hay duda alguna sobre ello.
Las oscilaciones de los parámetros orbitales, la teoría de Milankovitch, indica que
El Sr. Cercera, y otros muchos como él, nos dicen
«¿Qué ocurre si el cambio que estamos presenciado nada tiene que ver con nosotros?«
Pero no nos dan ningún argumento por el cual esto tendría que ser así. Y sí hay argumentos por los cuales el cambio climático si lo estamos produciendo nosotros.
Por otro lado nos dicen que, si existe cambio climático, no podemos hacer nada por detenerlo.
Otra contribuyente, muy típica, de ese número de «Generación XXI«, nos dice que nunca le han gustado los discursos apocalípticos. Nos dice que TODAS las predicciones se equivocan. Que la vida se abre siempre camino.
Es evidente. La vida ha sobrevivido a catástrofes como la del Cretácico. Pero la vida nueva no era la misma que la antigua.
No nos preocupa la «vida», ni el planeta. Ante el problema del cambio climático lo que nos preocupa es «nuestra» vida, nuestra cultura. Y culturas y sociedades han colapsado antes de nosotros por un uso erróneo de los recursos del planeta.
La posición razonable, mi posición razonable, es aceptar lo que conocemos y lo que vemos y medimos, y actuar. Es evidente, al menos para mí, y para los que lean esto y se informen medianamente:
Que estamos aumentando la concentración de CO2 en la atmósfera.
Que este aumento debe producir un aumento de temperatura.
Que podemos reducir el aumento de CO2 mediante el uso de la energía solar.
Que el uso de la energía solar no solo es bueno para el clima sino que es bueno en general.
Que la eliminación de los combustibles fósiles deberá crear nuevos puestos de trabajo y nuevas oportunidades sociales, como ha ocurrido con cada revolución energética.
Por lo tanto, aceptando que tenemos un problema por delante, que tenemos la solución, que esta es realizable y que es esencialmente buena socialmente,
¿De donde derivan dudas, rechazos, inconsistencias, acusaciones de terrorismo, etc.?
Ante las nuevas revoluciones energéticas siempre ha habido intereses bastante mezquinos que insistían en mantener la vida en niveles antiguos. En vez de abrazar las nuevas oportunidades que se ofrecen a los seres humanos, siempre hay quien quiere mantener los telares manuales, la minería del carbón y los pozos de petróleo.
Las revoluciones energéticas han triunfado siempre, pero se trata ahora de que no triunfen vía la miseria con que fueron acompañadas anteriormente: Hoy conocemos la historia, hoy podemos lanzar la nueva revolución energética sin los dolores de parto de las dos anteriores.
Está en nuestras manos limitar el cambio climático, y está en nuestras manos entrar en una nueva era energética.
¿Aceptamos el desafío?
nada
la evidencia del calentamiento global por causas de la actividad humana es un hecho contrastado cientificamente. Si la tendencia actual continua podriamos estar ante una catstrofe natural similar a la del Cretácico.
Si el polo norte desapareciera se modificaria tanto la circulación atmosférica como la oceánica, dando como resltado nuevos climas en la tierra. El ser humano es demasiado listo como para extinguirse por un cambio climatico a escala global pero el resto de vida en la tierra necesita un ritmo natural para los cambios.
Somos la peor plaga en la historia de la tierra