CROMOSOMA Y

Durante los primeros días del desarrollo embrionario, el patrón morfológico es el femenino. Hace falta que se active un gen, denominado SRY, para que se bloquee este patrón y empiece a formarse un nene. Este gen, SRY, se encuentra en un cromosoma muy particular, el denominado cromosoma Y. Al parecer, estudios recientes demuestran que nos separamos un 30% del chimpancé en cuanto a secuencia de dicho cromosoma, con respecto al 1.5% del total genómico...

Seguro que usted, señor, se sorprenderá si le cuento que en algún momento de su existencia fue… una señora. Por favor, no me tome por frívolo. Durante los primeros días del desarrollo embrionario, el patrón morfológico es el femenino. Hace falta que se active un gen, denominado SRY, para que se bloquee este patrón y empiece a formarse un nene. Este gen, SRY, se encuentra en un cromosoma muy particular, el denominado cromosoma Y que, al contrario que el resto de las 22 parejas de cromosomas que tenemos emparejadas dos a dos, no forma una pareja “bien avenida” con su compañero, el cromosoma X.

98.5% de similitud entre el genoma humano y el de chimpancés
98.5% de similitud entre el genoma humano y el de chimpancés

Al parecer, el cromosoma Y se fue separando, perdiendo material genético y desemparejándose del X hace ya unos 100 milloncejos de años. Acabó siendo un tercio del tamaño del X y, según estudios recientes, podría llegar a desaparecer. Eso sí, no me pregunten qué será del sexo masculino cuando eso ocurra. Ni usted ni yo lo viviremos.

El hombre empezó a divergir del chimpancé hace unos 6 millones de años y, sin embargo, solo un 1.5% de sus genomas es distinto. Por ello, la pregunta que se plantean desde el Instituto Tecnológico de Massachussets, en un estudio publicado en Nature y coordinado por David Page es: ¿por qué el cromosoma Y humano difiere un 30% de su homólogo chimpancé? Este misterio, que se descubrió tras secuenciar genes del cromosoma Y de los familiares íntimos de los científicos (humanos, no sean mal pensados) y de varios primates, no tiene, por el momento, explicación. Algunos intentos tímidos hablan de los diferentes mecanismos de producción de esperma o del comportamiento sexual entre ambas especies (varios chimpancés pueden compartirse una misma hembra en ciclo ovulatorio).

Sea como fuere, este misterio parece dar al pobre cromosoma Y, un papel importante en la evolución y separación entre ambas especies. Claro está, con el permiso del femenino cromosoma X…

JAL. CBMSO

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5 comentarios

  1. El artículo me parece interesante y en general los que ustedes publican. Siempre estoy a la caza de información científica que tenga que ver con avances en la salud. si los seres humanos lograramos entender o dimensionar las sorprendentes conexiones que hay en todos los seres vivos de nuestro planeta y el universo, tal vez nuestro destino sería otro, ¿estamos «condenados» a aprender del esayo error? En mi consideración la película Avatar nos da una lección de como puede ser el universo.
    Me gustaría contar con ella en mi mail gracias.

  2. Estimado JAL,
    disfruto un montón con tus comentarios, tanto radiofónicos como escritos. Lo único que lamento es que sean tan cortos. Aunque la brevedad es una consecuencia del interás que despiertan.
    Dice no se quién que los humanos, al igual que todos los mamíferos, son por naturaleza femeninos. El femenino es el sexo ‘por defecto’; a meno que ocurra la masculinización. Ese único gen SRY del cromosoma Y desencadena una cascada de acontecimientos en el feto en desarrollo cuyo resultado es un cuerpo y una «conducta» masculinos. Si no hay SRY, el resultado es Laura Antonelli, por poner un ejemplo.
    Lo que pasa es que dicho así queda un poco soso. Cómo un solo gen, que al parecer es incluso pequeño, puede poner en marcha un proceso tan complicado como es la masculinización ¡y el destino! Bueno, a lo mejor la cortedad de este gen bien puede dar la razón a las féminas y no sea otra cosa que el antecedente de la simpleza masculina. Me gustaría conocer mejor la relación del SRY con el SOX9 y el mogollón de genes que al parecer se activan y desactivan a las ordenes sullas.
    Dice el mismo no se quién que hasta los doce años más o menos somos indiferentes al desnudo femenino (personalmente creo que esto es discutible) y que a partir de esa edad pasamos por todos los grados de la fascinación por el cuerpo femenino hasta…¿Hasta cuando? Apartemos de la mente la imagen del viejo Berlinghieri (Novecento) y aspiremos a un final que al menos no sea ingigno de la condición de hombre

  3. Querido Francisco,
    perdona por este largo silencio. De hecho, sigo sin entender muy bien el mecanismo de comentarios y respuesta del nuevo formato del blog. Poco a poco me iré haciendo con el control que, como debería ser, tiene que ser superior al contrario (el control del programa sobre el hombre…).
    Prometo que poco a poco iré entrando en la dinámica que subyacen tras los nuevos post de esta nueva etapa bloquera.
    Un saludo.
    JAL

  4. Para la continuidad de la especie humana (en particular), se necesitan de ambos sexos, por lo tanto no existe tal masculinización del nuevo ser ya que la madre aporta un cromosoma X (no dos)y el padre aporta un cromosoma Y y por lo tanto el nuevo ser es un niño definitivamente. Si por el contrario, el padre aportara un cromosoma X, indefectiblemente tendríamos una niña. El sexo no es el femenino por defecto. Por otro lado, se me ocurre pensar que la evolución del cromosoma Y es el responsable de la aparición del ser humano como especie a partir de la subdivisión de un antecesor común entre primates y humanos.

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