No podemos volver al mundo (no)idílico de los siglos pasados

Estos días de problemas energéticos (es decir, de problemas de riqueza) se escuchan y se leen cosas como: “La solución está en las estufas de leña”, “el hidrógeno sustituirá a los derivados del petróleo”, “la energía de la fusión nuclear está a la vuelta de la esquina”, y lindezas semejantes. Hasta he leído en algún lado la propuesta de volver al transporte mediante caballos.

Respecto a las ideas, digamos, pseudo-ecológicas, hay un problema que los que las proponen no parecen ver: El enorme aumento de la población humana derivado de la riqueza del petróleo, hace imposible volver a esas cosas como las estufas de leña y los transportes animales. Con unos 76 millones de habitantes, los EEUU de finales del siglo XIX dedicaban más de la mitad de su agricultura para alimentar a los caballos. En España, sencillamente no hay leña para calentar a 46 millones de habitantes, dejando aparte el problema de cómo poner estufas de leña en unos 25 millones de pisos. Lo mismo ocurre con los biocombustibles. La eficiencia de fotosíntesis es tremendamente baja, y la producción vegetal consecuentemente, incluso cuando hay sol y agua. 

De la misma manera, se dice que se deben cambiar la agricultura y la ganadería. España era capaz de alimentar unos 10 millones de personas utilizando aperos primitivos y sin fertilizantes nitrogenados. Incluso hoy la agricultura española no es capaz de producir cereales suficientes para nuestra población. 

Esto mismo ocurre en todo el mundo. En España probablemente disminuirá la población a lo largo de este siglo XXI, salvo por la inmigración, que es lo que puede revertir ese declive. Pero en todo el mundo la población aumentará en unos 2.000 millones de personas para 2050. La única posibilidad de alimentarlos es mediante los abonos nitrogenados producidos en fábricas, y la agricultura extensiva. Lo demás son sueños de gente ociosa que piensa que el agua viene del grifo, y el pan, de la panadería. 

En cuanto a la realidad (no)idílica de los tiempos pasados, basta con ver fotos, no ya de la España de los años 20 del siglo XX, sino de las personas en la Inglaterra imperial del siglo XIX, o de los colonos estadounidenses de ese mismo siglo. Esto dejando de lado la medicina, por ejemplo.

Hay solución a los problemas actuales, pero no pasa por volver a condiciones auténticamente miserables.

En cuanto a la utilización de otros combustibles, como por ejemplo el hidrógeno, la producción de éste mediante energía solar exigiría en España unos 5.000 km2 de terreno para céntrales fotovoltaicas. Se puede hacer, pero llevará tiempo e inversiones cuantiosas de riqueza. 

Y respecto a la fusión nuclear, todas las noticias que leo se refieren a aparatos ya probados en los 70 años que van de 1952 a 2022. En el mundo de la fusión nuclear, la solución siempre está a unos años vista. Cuando pasan esos años, esa solución vuelve a estar a los mismos años en el futuro. El problema, cómo con los ordenadores cuánticos, es la ineludible existencia de aleatoriedad y por tanto incertidumbre en el flujo que es el plasma de protones, y en los fenómenos de minúsculas energías (cuánticos).

Hay soluciones, pero nunca pasan por las de los cuentos de hadas.

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