El murciélago equivocado

En algún lugar del mundo, el cerdo equivocado se encontró con el murciélago equivocado (Somewhere in the world, the wrong pig met up with the wrong bat), Erin Mears (Kate Winslet) en la película Contagio (2011). Así explicaba la epidemióloga el origen de la pandemia. La frase tiene un gran efecto dramático gracias, en parte, al inquietante flashback final que recrea el encuentro. Sin embargo, la epidemióloga se equivocaba, las epidemias no surgen tan fácilmente de encuentros fortuitos, la biología del mundo real es más complicada.

Somewhere in the world, the wrong pig met up with the wrong bat. Kate Winslet en el papel de la epidemióloga Dra. Erin Mears en la película Contagio (2011).

 

Existe la percepción de que las infecciones por nuevos patógenos de origen animal (zoonosis emergentes) son sucesos excepcionales, pero no es así y para ilustrarlo basta con un vistazo a la literatura médica. La revista Emerging Infectious Diseases, por ejemplo, suele contener artículos relatando casos o brotes de zoonosis.  Ahora la mayor parte están relacionados con la pandemia de COVID-19, pero en el número de junio hay uno describiendo de manera retrospectiva el primer caso de Crimea-Congo conocido en España, que se remonta a 2013 (Negredo et al.), en el número de mayo hay un informe sobre cuatro casos mortales de encefalitis por Bornavirus en Alemania en 2018-2020 (Eisermann et al.), en el número de abril se describe un brote epidémico, 183 casos, por virus de la viruela del mono (Monkeypox) en Nigeria en 2017-2020 (Nguyen et al.) y un caso de infección por virus Tula de nuevo en Alemania (Hofmann et al.). Hace un par de semanas la revista Clinical Infectious Diseases publicaba un trabajo describiendo una serie de casos de infecciones por un coronavirus nuevo, una especie de híbrido de origen canino/felino, en niños tailandeses que tenían contacto diario estrecho con los animales domésticos (Vlasova et al.). Son sólo algunos ejemplos, hay muchos más: virus Nipah, coronavirus MERS, hantavirus… Cada año se informan docenas de casos, y probablemente muchos más quedan sin identificar. La mayoría son casos aislados o brotes muy limitados y la razón es que la transmisión entre personas es poco eficiente o nula. Cambiar de hospedador no es sencillo, no basta con tener capacidad para infectar uno u otro tipo de célula, para transmitirse de manera eficiente el virus tiene que superar diversas barreras y adaptarse a la anatomía, la fisiología y la ecología del nuevo organismo. Esto puede ocurrir ocasionalmente y cuando el patógeno consigue circular durante algún tiempo en un hospedador intermedio o en una población humana se seleccionan mutaciones que facilitan su supervivencia, el patógeno se adapta. El VIH, por ejemplo, entró en la población humana a mediados del siglo XX en África Central y tardó varias décadas en convertirse en pandémico.

Desde que empezó la pandemia de COVID-19 periódicamente surge la cuestión del origen del SARS-CoV-2. La última vez, a raíz de una carta firmada por científicos de diversas áreas y publicada en la revista Science reclamando que se investigue seriamente la posibilidad de que el virus haya escapado por accidente del Instituto de Virología de Wuhan. Puede que sea cierto (aquí un relato muy hábil y ameno, aunque no tan neutro como pretende), o puede que no (aquí un reportaje con otra orientación). En cualquier caso, lo que surgió en Wuhan es un virus que ya se transmitía con facilidad entre humanos, ya tenía cierto recorrido. La OMS o la CIA pueden investigar si hubo un escape en el Instituto de Virología de Wuhan o no, pero, sea cual sea el resultado, será solo una parte de la historia.  La antroposfera está en crecimiento, la población humana se ha multiplicado por dos en los últimos cincuenta años y sigue aumentando. Crecen las zonas habitadas y la movilidad entre ellas. Es lógico pensar que el número de zoonosis emergentes crecerá en proporción y que también lo hará el riesgo de epidemias. En este contexto, para entender la pandemia actual y para realizar una vigilancia más precisa lo que habrá que investigar es la epidemiología, la ecología y la evolución de los virus: sus distribuciones geográficas y sus variaciones temporales, su diversidad genética, la frecuencia de los saltos entre especies (spillovers) y de las transmisiones comunitarias. Cualquier otra cosa es buscar al murciélago equivocado.

REFERENCIAS

Eisermann et al. (2021) Active Case Finding of Current Bornavirus Infections in Human Encephalitis Cases of Unknown Etiology, Germany, 2018–2020. Emerg Infect Dis. 27(5), 1371-1379.

Hofmann et al. (2021) Tula Virus as Causative Agent of Hantavirus Disease in Immunocompetent Person, Germany. Emerg Infect Dis. 27(4), 1234-1237.

Negredo et al. (2021) Retrospective Identification of Early Autochthonous Case of Crimean-Congo Hemorrhagic Fever, Spain, 2013. Emerg Infect Dis. 27(6):1754-1756.

Nguyen et al. (2021) Reemergence of Human Monkeypox and Declining Population Immunity in the Context of Urbanization, Nigeria, 2017–2020. Emerg Infect Dis. 27(4), 1007-1014.

Vlasova et al. (2021) Novel Canine Coronavirus Isolated from a Hospitalized Pneumonia Patient, East Malaysia. Clin Infect Dis. 20:ciab456.

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Un comentario

  1. Cuando se aúnan conocimiento y claridad en la exposición aparecen fragmentos impecables como este de mi compañero Mingo, investigador de IdiPAZ, que ha estado al pié de cañón en esta pandemia en nuestro hospital HULP. Gracias!!

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