Cirac y la investigación en España

En el número impreso de El Mundo del lunes día 5 de Junio de 2006 se publica una entrevista al reciente premio Príncipe de Asturias de la Ciencia, el Dr.  Ignacio Cirac. En la entrevista, Cirac indica la magnífica calidad de los científicos españoles, de los que una muy buena parte trabajan fuera de España. Muchos de ellos, como él,  no piensan en volver, pues aunque viven fuera de su cultura,  es hasta tal punto dolorosa la investigación en España que la vuelta al hogar supone muchas veces la pérdida de los logros conseguidos. 

¿La razón? Es evidente. Es el rechazo frontal de una mayoría  de la  sociedad ( y de su espejo, que son los políticos) a nada que huela a ciencia.  Hasta aquí la intervención de Cirac.

 

Lo que yo me pregunto es por qué puede ser esto. Por qué este rechazo social, o más bien, ni siquiera rechazo, pues el rechazo ya sería signo de interés, sino esta indiferencia por  la ciencia, visible en las caras de los alumnos cuando se imparte una clase de física o de alguna otra asignatura científica a, por ejemplo, estudiantes de arquitectura. Para una parte muy considerable de la población española la ciencia es: “ ¡Ah!,  pero,  ¿existe  eso? “

 

La ciencia es la búsqueda  de la realidad y el rechazo de la ilusión, de la magia. Al mismo tiempo es la curiosidad permanente, el preguntarse sin cesar  ¿Qué es eso? ¿Cómo funciona? ¿Por qué?

 

Salía ahora de la cafetería  del edificio de Ciencias de la universidad, y estaban las golondrinas volando en torno a nosotros, hacia sus nidos de barro. Tienen al lado de los que ellas han hecho otros nidos hechos por los alumnos. Todos estos, mucho más seguros, están vacíos. ¿Por qué? Las piruetas aladas de las golondrinas son maravillosas. Pero, ¿cómo es que no se cansan? ¿Cómo ven a sus presas? , ¿Cómo vuelven siempre al nido de nacimiento? ¿Cómo son los vórtices del aire en las puntas de sus alas? Éxtasis ante la belleza que es la perfección de su vuelo, como ante la belleza de una obra  de buena música o de una escultura perfecta. La belleza como perfección.

 

Pero en España no parece que haya una minoría significativa de la población que estime esta belleza. En otros países se asume como perfectamente natural que una de las misiones del ser humano es buscar la belleza, la explicación de la naturaleza. Pero en España falta el interés por esto en  las minorías con poder. La diferencia básica no puede ser la tradición: Si lo fuera estaríamos llevando el problema a algunos siglos hacia atrás. En al España católica del siglo XVIII no se estimulaba la especulación teórica, pero había buena ciencia empírica.  En la católica Francia del siglo XVIII se pusieron los fundamentos para la mejor física teórica de la historia. En España el rey lo era por derecho divino, pero lo mismo ocurría en Prusia hasta bien entrado el siglo XIX, y la física se desarrolló en aquella Alemania de disciplina prusiana. Pero en la Francia del siglo XVIII y en la Prusia del siglo XIX había el orgullo de la obra bien hecha, la satisfacción por el trabajo realizado: Franceses y prusianos confiaban en si mismos.

 

Franceses y alemanes del siglo XVIII buscaban respuestas a los misterios, mientras que ingleses y españoles en aquel siglo se concentraban en la ciencia empírica. Tras los desastres de la guerra napoleónica, la derrota española, y la victoria inglesa volvió la curiosidad a surgir en Inglaterra, continuó en Francia y Prusia, y cayó a los niveles más bajos del planeta en España. España había abandonado cualquier pretensión de legítimo orgullo, y se convirtió durante 150 en un reducto de la autoconmiseración. Tras 30 años, de 1950 a 1980 España vuelve a estar orgullosa de su capacidad, pero tras esa etapa España vuelve a vivir de lo que le dan: De los fondos FEDER, de la subvención agrícola y del turismo: De aquello que cae del cielo.

 

La ciencia es esfuerzo, y es lo absolutamente opuesto a la lotería. Un sistema social en el que las minorías ricas lo son porque del cielo ha caído una aleatoria revalorización de sus terrenos en la cual ellas no han tenido nada que ver, o reciben dinero por plantar olivos que no producen aceitunas, o por hacer carreteras que no se necesitan, mata de raíz la curiosidad propia del ser humano, puesto que si se investiga a fondo se puede ver que esa realidad es la realidad del pobre de iglesia que ve su vida resuelta cuando en la escudilla le cae un billete premiado de lotería. Y por tanto se prefiere no investigar, no mirar, no tocar, no escuchar. España es hoy el país donde más droga se consume de Europa, donde el dinero se guarda y no se invierte, donde no interesa buscar la realidad.

 

En España la ciencia es indiferente a las minorías en el poder, pues lo que reina es el regalo y la limosna. Regalo y limosna llegaron de América a España en el siglo XVII, como las subvenciones agrícolas, los fondos FEDER y el turismo. Cuando dejaron de llegar, España entró en 150 años de miseria.

 

¿Cual será el futuro español?

 

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5 comentarios

  1. don Antonio, ya se ha dicho en este foro la causa profunda, que no está en la gente de la calle que no tiene poder para decidir por ello, sino justamente en la casta de poder metida en los ministerios, la universidad y demás estructuras administrativas que no están interesadas en una ciencia fuerte en este país porque supondría su propio desmoronamiento, ya que estas castas organizadas están fundamentadas bien en un orden social que no quieren que sea cambiado o bien en una cosmogonía que no se sostiene ante la ciencia. Son castas que no creen ni les interesa el conocimiento sino simplemente su propia reproducción y el mantenimiento de su situación privilegiada. Evidentemente la ciencia no conoce de, ni se arrodilla ante, los privilegios.

  2. No parece muy verosímil que la indiferencia general de la sociedad española hacia la ciencia sea atribuible a falta de sensibilidad ante la ‘belleza’ de la ciencia.

    Tampoco es muy creíble que todo se deba a una peculiar inclinación española hacia la ‘dádiva y la limosna’. ¡Cómo si no se ganase su salario, con esfuerzo y dedicación, toda la gente que fabrica en España, por poner un ejemplo, una buena cantidad de los coches que se venden en Europa!.

    Mi opinión es que la diferencia entre España y otros países europeos (Alemania, Reino Unido, Francia, sobre todo) puede estar en la percepción social del rendimiento económico de la ciencia. Como consecuencia de unas determinadas condiciones históricas, el desarrollo económico en esos países se apoyó fuertemente en ciencia y tecnología propia. Esas circunstancias históricas determinan una percepción social de la ciencia como un valor positivo que enriquece (y no sólo en un sentido figurado) a la sociedad en su conjunto. Por supuesto que, para que se de esta situación, es necesaria entre otras cosas la presencia de empresas que conviertan en riqueza real, los indudables valores morales de la ciencia.

    Mientras no se asuma culturalmente el valor de la ciencia como fuente de riqueza real para la sociedad será difícil, en mi opinión, un auténtico cambio de actitud de la sociedad en general y, consecuentemente, de sus dirigentes políticos, empresariales, financieros, etc. hacia el quehacer científico.

    Por cierto que, para moverse en esa dirección, no parece el mejor gesto la insistencia del premiado físico Cirac en remarcar el aspecto lúdico de su trabajo (parece que lo que más le interesa es su propia diversión) o sus predicciones de carácter tecnológico que parecen muy poco realistas (predecir la tecnología de dentro de cuarenta o cincuenta años es, en base a todos los precedentes históricos, una de las más firmes garantías que se pueden aportar para equivocarse).

  3. Los dos comentarios anteriores me gustan. Pero no llegan al fondo de la cuestión. Es evidente que en España la mayoría de la gente trabaja y mucho. Pero es evidente también que la aparente riqueza real no viene del trabajo, del cual, de todas formas, el Estado se lleva la parte de "riqueza" dejando la básica para la supervivencia.

    La "riqueza" temporal en España viene de la chamba: De tener unas tierras baldías que de la noche a la mañana valen miles de millones, de la lotería, del favor de la virgen del Rocío: Esencialmente de pedir limosna.

    La ciencia es una apuesta por un esfuerzo cuyo rendimiento se produce a largo plazo.

    Yo insisto en el blog que la indiferencia por la ciencia está bien entreverada a traves de todas las capas sociales, y sobresale en aquellas que se han visto ricas por tener solares o por pertenecer a cofradías con poder. Si uno prospera por su fidelidad a un ideario, o por la lluvia de millones aparecida de repente, su idea sobre el esfuerzo y la inversión es esencialmente de desprecio.

    Saludos cordiales.

  4. Estoy en desacuerdo con la idea y/o opinión de que la culpa no es de la sociedad sino de los políticos. Las cosas se cambian desde abajo, no desde arriba. En España el interés por la ciencia es nulo, aquí interesan otras cosas joer. El salsa rosa, la siesta, el comer, la fiesta…esas cosas…Y claro, los políticos lo saben…

    Por último, el que entienda que Cirac se mira a sí mismo y no le importan los demás cuando habla de que se divierte, o de los logros que pueda traer lo que el investiga es que no ha entendido nada. Está intentando atraer a la gente.

  5. esta chido

    pero mejor si pueden sacar las cosas mas resumidas o sea lo mas important

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