Y de repente, ¡todo adquirió la característica de sostenible!  

El planeta tiene una serie grave de problemas para los seres humanos.  Animales, plantas y hongos sobrevivirán, quizás con otras formas, pero lo harán. El problema es la cultura humana. Las dos causas de los problemas para ésta son la disponibilidad casi obscena de energía y su consecuencia, el crecimiento casi exponencial de la población humana. Los seres vivos, como ya he dicho en otros posts, se definen cómo máquinas que buscan desesperadamente energía; y casi nadie escribe sobre ese crecimiento de población. ¿Es sostenible un planeta con diez mil millones de personas, cuya masa media es 60 kg?

Sobre todo, ¿quieren los seres humanos que su actividad sea sostenible? Siempre ha habido grupos que han querido ir en contra de la definición de vida y han decidido reducir al mínimo posible el uso de energía. Tras la fundación del cristianismo, los benedictinos y todas sus derivaciones decidieron proponer una vida basada en la única ingesta de una hogaza de pan al día y una actividad física muy reducida. Claro, vivían de aquellos que mantenían una actividad física intensa para producir la energía que ellos necesitaban. Los monjes, de todas las denominaciones y todas las religiones, se mantienen en sus intenciones de limitación de uso de energía unas dos o tres generaciones, luego los que lo practican vuelven a seguir la naturaleza que consiste en la búsqueda de cada vez más energía y su gasto. 

Hoy dominan las religiones laicas y, como siempre, se vuelve a poner encima de la mesa la idea de reducir el consumo energético de los seres humanos. Esto se llama “sostenibilidad”. La idea en sí no es mala, pero va en contra de la definición de la vida. Si se quiere que se acepte, es preciso dar a los seres humanos otros objetivos vitales y personales adicionales a la tal sostenibilidad, y no se dan. En la época de San Benito había un objetivo muy claro: ganar el cielo.  En el caso de los budistas, desaparecer del universo. Pero hoy no se detecta ningún objetivo ofrecido a cada persona. Salvar el planeta no tiene ningún atractivo personal. Salvarlo ¿que ofrece a cada persona en particular?

Ahora bien, mucho del daño causado al planeta deriva de la disponibilidad de energía muy abundante y obtenida sin gastar gran parte de la misma. Así como para conseguir la energía solar directa mediante la fotosíntesis se precisaba emplear una gran energía personal y de los animales de labranza, la energía solar fósil se obtiene casi sin esfuerzo individual. 

Esta energía no es sostenible pues es un depósito almacenado de un tamaño fijo y limitado. Podemos conseguir energía en cantidades masivas y sin límite de tiempo capturando, de nuevo, la energía solar directa, ahora en cantidades al menos 25 veces superiores, por metro cuadrado, que la captura fotosintética. El objetivo de esta captura debe ser el aumentar la riqueza de cada persona de todo del planeta, de una forma clara y explícita. Solo después de que cada persona del planeta disponga de energía, digamos, de sobra, se podría desarrollar un esquema mundial para rehacer suelos, bosques y océanos. Y si se persigue la sostenibilidad tras la disponibilidad total de energía, se debe limitar la población del mundo. 

Las llamadas a la “sostenibilidad”, como las llamadas a frenar el cambio climático, solo tienen sentido si ambas iniciativas se desarrollan de forma global, y solo se pueden conseguir si realizarlas supone beneficios individuales y palpables para cada ser humano. 

Un ejemplo: las llamadas al ahorro energético solo tienen sentido si este ahorro es palpable. Hoy día la luz visible en las viviendas, oficinas y comercios no supone un consumo apreciable de energía, puesto que en todas ellas se utilizan LEDs.  Bajadas y subidas de 1º de temperatura en estos lugares es inútil, pues entra dentro del error físico (+/-) de las regulaciones de esta variable en los termostatos. Los ahorros reales de los consumos energéticos solo se pueden obtener reformando radicalmente los edificios ya construidos e imponiendo reglas draconianas acerca del gasto energético en los edificios nuevos, pero esto es casi imposible si nos referimos a los miles de millones de viviendas en países como China, India, y continentes como África y América del Sur. 

La única forma de frenar el cambio climático y garantizar la sostenibilidad del planeta es mediante una acción global que suponga un aumento notable para cada persona de la energía de que dispone  y la humanidad no está, evidentemente, por esta labor.  No hay más que ver las nuevas guerras y amenazas de guerra sin objetivos palpables para cada ser humano. 

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