La universidad y la ciencia (un análisis de la realidad, dejando de lado sueños y utopías)

Es evidente que la universidad ha entrado, al menos en el mundo occidental, en otra de las muchas crisis que ha experimentado en su  larga historia. La mas importante y reciente tuvo lugar en el siglo XVIII, cuando se anquilosó en toda Europa, y el conocimiento y la ciencia se desviaron a las Academias y sociedades científicas, mientras las universidades se convertían en nidos cerrados de “beneficios eclesiásticos” casi sin docencia y centrados en análisis rabínicos de talmudes obsoletos.

Cuando se quiere comprender algo se debe acudir a su definición. La universidad ha sido siempre el lugar donde se han formado las élites. Si se quiere un lenguaje más inteligible, las elites son los Einsteins de la sociedad, los Miguel Angel, los Picassos. En un momento dado, en un intervalo de una generación, de unos 20 años, solo puede haber muy pocas personas con la capacidad intelectual de un Einstein, o artística de un Picasso. Puesto que no todos en las sociedades pueden ser como ellos, las elites por definición son grupos reducidos de personas. En otro sentido, elites son los Ronaldos, Messis, Haalands, pero estos grupos, también reducidos de personas, no se forman en las universidades.

Siempre ha habido, hay y habrá elites, y no se pueden eliminar, por más esfuerzos teóricos que se quiera hacer. Lo que sí se consigue, cuando se intenta eliminarlas, es reducir el arte y la ciencia, temporalmente, a una vulgaridad absoluta, como los cuadros que se pueden ver en innumerables museos provinciales de las ciudades europeas donde se retrataba al alcalde de turno, por ejemplo.

Esto ocurrió en el siglo XVIII. La ciencia y el conocimiento demandaban enseñanzas nuevas, pero los profesores de las pocas universidades existentes rechazaban la novedad, de manera que los estudiantes abandonaron las universidades y se decantaron por otros esquemas de aprendizaje.

Hoy, en los sistemas educativos europeos y anglosajones la situación ha llegado, tras un desarrollo lento y constante, a un rechazo del papel de la universidad como formadora de elites. En unos países, por un rechazo fútil, pero esforzado, de la idea misma de élite y en otros por la venta descarada de plazas en las universidades a familias con dinero.

Al mismo tiempo, en un esquema similar al de las pirámides de las primeras dinastías egipcias, las sociedades deben, de vez en cuando, gastar riqueza en actividades improductivas (esto será el tema de otro post). Aunque la ciencia había sido altamente productiva antes de la II Guerra Mundial, con inversiones monetarias ridículas, tras esa Guerra las sociedades anglosajonas y posteriormente las europeas encontraron que tenían que hacer desaparecer constantemente una parte de la riqueza para mantener la producción de la misma. La “ciencia” tenía buena fama (la bomba atómica había conseguido parar la guerra en el Pacífico y el radar y la decodificación de los mensajes encriptados habían sido piezas básicas para la victoria sobre Alemania) de la misma manera que las pirámides la tenían en aquel Egipto.  Y si se sacaba algún rendimiento … pues mucho mejor.

Los individuos y los grupos ansían la riqueza (es algo que comparten con todos los demás seres vivos) como se pudo ver con las órdenes mendicantes en la edad media, cuya riqueza fue una de las excusas de Lutero para su reforma, y ha sido una constante en todas las revoluciones desde 1789. Las universidades también, y se lanzaron a buscarla en dos direcciones divergentes: Una de ellas la búsqueda de cada vez más alumnos, con evidente rebaja de la calidad de la enseñanza, la otra, forzando a los casi no profesores a competir por proyectos de investigación más o menos científicos. Otros grupos humanos, las editoriales, se dieron cuenta pronto de que universitarios y universidades estaban dispuestos a pagar por algo que había sido gratuito hasta  antes de esa Guerra Mundial, la publicación científica.

Con más estudiantes se precisan más docentes, y para conseguir cada vez más proyectos financiados se precisan equipos cada vez más grandes. La cantidad va directamente contra la excelencia (no hay 20.000 Messis, por ejemplo)  y la medida del éxito en la ciencia ha sido siempre la publicación de resultados científicos. Cuando aumenta el número de publicaciones los comités evaluadores no pueden, materialmente, estudiar las publicaciones a fondo: Se cambia el criterio de excelencia de lo publicado por la cantidad de artículos en revistas de “impacto”, un impacto que fijan las propias editoriales que cobran por publicar a personas e instituciones que lo precisan para sobrevivir.

El resultado es evidente: Una calidad en la enseñanza cada vez más baja, unos alumnos que rechazan en números cada vez más altos esa enseñanza que nos les garantiza más que lo mismo que conseguirían sin ella. Esto lleva a unas aulas y facultades vacías de estudiantes, y a unos docentes más preocupados por “publicar” que por enseñar. Ahora bien, la ciencia es una actividad del intelecto. Los grandes descubrimientos científicos se realizaron mediante el pensamiento, con ayuda de aparatos primitivos. Hasta hoy día los pocos descubrimientos importantes se realizan con instrumentos algo más caros, pero cuyos precios son fracciones minúsculas de las de los grandes aceleradores, tokamaks, cohetes y satélites, y grandes telescopios en las distintas longitudes de onda.

Los desarrollos tecnológicos son derivados de descubrimientos bastante antiguos: las ondas electromagnéticas de Maxwell, Hertz y Marconi, la energía fotovoltaica de Becquerel, la radiactividad de Marie Curie, la física cuántica de Schroedinger y Born, la evolución de las especies de Darwin, ell ADN de Crick y Watson, … . Los coches eléctricos actuales son derivados de los de 1900. La aviación comenzó en 1903, …, en fin, ¿para qué seguir?

Miles de universidades masificadas, miles de millones de euros en “proyectos de investigación”, no están produciendo ni los profesionales que la sociedad precisa, ni los descubrimientos necesarios para salir de un estancamiento científico y tecnológico. No hay solución para ello en estos momentos. El surgimiento  de las élites profesionales es hoy día muy difícil tanto en  sociedades liberales como en las autoritarias: En las primeras se rechazan por promover la desigualdad, en las segundas, porque amenazan a los que mandan. Estamos y seguiremos algún tiempo en el reino de la mediocridad.

Pero las sociedades no pueden subsistir mucho tiempo con soluciones mediocres, lo mismo que los puentes o los edificios actuales no resisten lo que los puentes romanos o el Panteón, por ejemplo.

Se producirá, en su momento, un colapso, y un nuevo renacimiento de las distintas sociedades humanas.

 

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8 comentarios

  1. Si a la élite no le interesa más la política, los ingenieros de caminos sociales continuarán procediendo de la masa mediocre fomentada y sustentada por sistemas educativos (universitarios o no) de baja calidad impulsados por perfiles similares anteriores de igual o menor nivel : un círculo vicioso, que va a peor, cómo no. Las notas de corte no sirven demasiado para identificar el talento. La secundaria adolece de profesores cada vez menos competentes porque proceden de una universidad en crisis, y su alumnado egresado paga las consecuencias, junto con su universidad de destino. Otro círculo vicioso. Y mientras, privando a los jóvenes del amor al conocimiento, y al conocimiento de la posibilidad de salvarnos y mejorarnos como especie. Todo porque, entre otras cuestiones, hay demasiados enseñantes que no se rebelan con criterio profesional contra ciertas supersticiones pedagógicas modernas, que no ciencia basada en la evidencia, disfrazadas de lenguaje poético en el mejor de los casos y de ripios en su mayor parte. Lo malo es que si la formación va a menos, la crítica constructiva en todas sus versiones también lo hará. De hecho, es lo que está pasando.

  2. Pero si no hay elites, ¿como les va a interesar la politica? Los politicos no soon las elites de la sociedad, mas bien lo contrario.

  3. Ya en la primera década del presente siglo, Citigroup comunicó a sus principales clientes que no debían preocuparse por los avatares de la ‘economía real’, porque los retornos de sus inversiones no iban a estar nunca más vinculados a ella (ver Streeck, 2014, NLR, may). En un mundo en el que todo es ‘monetarizable’, todo esta ‘financiarizado’, existe una ya duradera ‘crisis de sobreproducción’, escasean recursos, y está universalizado el narcisismo, a las verdaderas élites (no a los políticos, ni a los ‘intelectuales’,… ni a los ‘ansufatis’) solo les importa su riqueza y, con el trabajo de los ‘elonmusks’ de turno, poder llegar a disfrutar de ella con seguridad en Marte. La educación -primaria, secundaria, universitaria o ‘sursumcordam…-, la investigación, la ciencia, la cultura… ¿de qué están ustedes hablando?

  4. (destinado al ‘censor’ de los comentarios)
    Gracias por su talante democrático y liberal.

  5. Bueno, ese es el mundo en que vivimos, como lo era el mundo en los siglos pasados. Me gustaria ver que diria Citigroup si hoy desaparecciese el petroleo. Solo se puede «financiarizar» si se puede uno mover, o comer. gracias!

  6. El reguero de argumentos de este artículo lo hace un escrito disparatero. Seguro que la universidad tiene alza y bajas. Pero no todo, luces y desarrollo surge o sale de las universidades. El papel de las empresas y de emprendedores en el desarrollo tecnológico tiene también su cuota en esos procesos. La universidad no es la única generadora de investigaciones, ideas e invenciones.

  7. SrSosa: Las investigaciones, ideas e invenciones se suelen hacer en las universidades. De vez en cuando, la «Universidad» deja de cumplir sus funciones, que pasan a Reales Sociedades, Academias, y otros centros. Esto es lo que escribo en mi «Post». En cuanto a las empresas, he estado en ellas. Mejor no comentar lo que hacen.

  8. Analyzing the relationship between the university and science, while focusing on the realities rather than dreams and utopias, is a valuable perspective. It’s crucial to understand the practical aspects and challenges that shape this dynamic, as it paves the way for meaningful advancements and discoveries. Doorstep Delivery Denver

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