Malévolos perdigones dorados: el estafilococo desenmascarado
Que el cuerpo humano es un excelente albergue para muchas bacterias es de sobra conocido, y como muestra de lo buenos que somos como vivienda para ellas se acaba de publicar, con el título “La vida en nosotros” (Life on us), una recapitulación sobre el tema, casi un número monográfico, en la revista Microbiology today, el boletín de la Sociedad Británica de Microbiología. Entre las bacterias a las que les gustamos para vivir el Staphylococcus aureus es una de las más conocidas. Cerca del 20% de las personas la llevan puesta de forma permanente, y mas o menos el 60% la ha cobijado alguna vez en su vida.

Un inquilino habitual
El S. aureus, como se le llama de forma breve, es una bacteria casi esférica que en determinados medios de cultivo prolifera formando colonias color oro, de ahí su nombre. La mayoría de las veces sobrevive sobre la piel o en las fosas nasales sin causar daño, resistiéndose a los ataques de nuestras defensas inmunitarias y a los de otras bacterias que también viven en nuestro cuerpo e intentan expulsarle. Pero en ocasiones, si bajan las defensas (por heridas, cirugía, o vaya usted a saber), este pequeño bichito se convierte en una amenaza produciendo molestias que pueden no pasar de ser un fastidio, ¿quién no ha padecido alguna vez un forúnculo? pero que otras veces se convierten en enfermedades más graves e incluso mortales, como sucede en algunos casos de endocarditis, enfermedad en la que el S. aureus se aloja en las válvulas del corazón.
En estos casos los antibióticos han sido hasta el momento las medicinas que nos han salvado, el S. aureus necesita una gruesa pared de un compuesto llamado peptidoglicano para que la presión a la que se encuentra su interior no lo haga estallar, y los antibióticos como la penicilina la debilitan causando la desintegración de la bacteria. Pero S. aureus está aprendiendo rápidamente a esquivarlos. En la actualidad son frecuentes las variantes MR (multiresistentes) en las que incluso antibióticos más refinados que la penicilina (la meticilina por ejemplo) fallan. Como última defensa quedaba un antibiótico, la vancomicina que también debilita la pared de las bacterias actuando a un nivel algo distinto a la penicilina. Pero las bacterias son sibilinas y frente a nuestras nuevas armas rápidamente adquieren métodos para inutilizarlas.
Historia de la resistencia
Se sabe que el S. aureus se puede hacer resistente a la vancomicina por vías diversas, que le restan vigor con respecto a las estirpes susceptibles. Se ha podido documentar recientemente un caso en el que un enfermo con una afección congénita del corazón desarrolló además endocarditis y se ha registrado paso a paso lo que ocurre desde que se manifiesta la infección hasta que durante el tratamiento con vancomicina aparecen las variantes de la bacteria a las que el antibiótico ya no les afecta. En el estudio se analizó la secuencia completa del genoma de bacterias aisladas de la sangre en las distintas fases de la infección entre julio y octubre de 2000, cuando el infortunado paciente falleció por efecto no de la infección sino de la enfermedad cardiaca.
Como además hubo de ser sometido a cirugía para sustituir una de las válvulas del corazón, también se analizaron las bacterias pertrechadas en su reducto más profundo. Los resultados indican que desde la estirpe que inicia la infección, que era susceptible a la vancomicina, hasta las estirpes finales, que eran tolerantes al antibiótico, se habían acumulado de manera progresiva más de treinta mutaciones. Al parecer las mutaciones se producían en la reserva de S. aureus localizados en un acúmulo en la válvula del corazón, en donde por cada gramo de tejido hay más de mil millones de bacterias, y de allí se iban dispersando por la sangre.

Imagen de Staphylococcus aureus tomada con un microscopio de barrido. AJC1’s photos.
Recuerdos de familia
Es un paso más para entender cómo por ahora vamos perdiendo la guerra contra las bacterias, y podemos explicarlo de manera muy sencilla, es una lucha por conseguir comida en un mundo en el que ésta no sobra. En esa guerra los microbios pronto aprendieron a utilizar antibióticos para frenar a la competencia, y al mismo tiempo tuvieron que ser ellos mismos resistentes a los antibióticos que producían. Los antibióticos que tanto nos han beneficiado los hemos encontrado en ese mundo microscópico y tienen por ello el inconveniente de que junto a la capacidad de producirlos los microbios inventaron ya la forma de resistirlos. Antes de que empezasen a usarse los antibióticos como terapia las bacterias patógenas debieron olvidarse en algún momento de la necesidad de ser resistentes a ellos para sobrevivir, no lo necesitaban y montar una estrategia para resistir les debía ser costoso, pero el uso y el abuso de los antibióticos a partir de mediados del siglo pasado les ha refrescado rápidamente la memoria.
REFERENCIA
M.M. Mwangi, S.W. Wu, Y. Zhou, K. Sieradzki, H. de Lencastre, P. Richardson, D. Bruce|, E. Rubin|, E. Myers, E. D. Siggia, and A. Tomasz. 2007. Tracking the in vivo evolution of multidrug resistance in Staphylococcus aureus by whole-genome sequencing. Proc. Natl. Acad. Sci. 104: 9451-9456.