Transporte de Vacunas para su distribución y/o Administración
Las vacunas son productos biológicos sumamente sensibles a las variaciones de temperatura por lo que para garantizar su estabilidad y eficacia protectora precisan conservarse entre 2°C y 8°C hasta su administración.
La potencia de una vacuna es la capacidad para producir una respuesta inmunitaria de una intensidad determinada en la persona vacunada; si los principales componentes de la vacuna, antígenos y adyuvantes[1], están en perfecto estado su potencia es máxima y también la intensidad de la respuesta.
Por el contrario y dada la sensibilidad de las vacunas a las variaciones de temperatura, su potencia puede verse mermada y su eficacia comprometida, cuando se exponen a temperaturas elevadas o a la congelación.
Los principales factores que pueden afectar a la estabilidad de la vacuna y provocar la pérdida de capacidad inmunizante de forma permanente e irreversible son: el calor, la congelación, la luz, la humedad y el envejecimiento o tiempo transcurrido desde su fabricación.
Temperaturas altas
Las altas temperaturas pueden producir pérdida de potencia en todas las vacunas. La pérdida de potencia es variable y depende tanto del umbral de temperatura alcanzado como del tiempo que la vacuna ha permanecido expuesta a dicha temperatura, así como, del tipo de vacuna afectada. Cuanto más alta sea la temperatura y mayor el tiempo de exposición el grado de degradación será superior.
Congelación
Todas las vacunas líquidas adsorbidas en sales de aluminio, ya sean víricas, bacterianas o de tipo toxoide, no deben exponerse a temperaturas de
Luz directa
Las vacunas de microorganismos vivos pierden potencia si se exponen a la luz directa, natural o fluorescente, y a antisépticos o detergentes durante la sesión de inmunización.
Humedad
La mayoría de las vacunas liofilizadas no contienen conservantes, por lo que pueden contaminarse a través del septo con agua procedente, por ejemplo, del hielo derretido de los acumuladores en la sesión de inmunización.
Equipo para transportar vacunas
Neveras portátiles y cajas isotérmicas
Son de gran importancia en la Cadena de Frío porque no sólo se utilizan para transportar vacunas, sino también como recurso para su almacenamiento, en caso de emergencia por avería del frigorífico principal o corte de luz programado y para vacunaciones fuera del Centro. Para mantener el frío en su interior, deben ir provistas, tanto las neveras como las cajas, de los correspondientes acumuladores de frío o ice-packs.
Parámetros para elegir neveras portátiles o cajas isotérmicas
Aunque existen en el mercado una gran diversidad de modelos de neveras portátiles y de cajas isotérmicas de diferentes capacidades y características, la elección de uno u otro elemento estará condicionada a los parámetros siguientes:
§ Las horas de autonomía[2] que ofrezca, acorde con la temperatura ambiental y con el tiempo máximo previsto del recorrido.
§ Su capacidad, que será coherente con la cantidad de vacunas a transportar.
§ El peso (calculado con los acumuladores que debe llevar) y la robustez, ambos estarán vinculados al medio de transporte que se vaya a utilizar y a la logística del recorrido.
ACUMULADORES DE FRÍO O ICE-PACKS
Los acumuladores de frío o ice-packs, que se utilizan actualmente, son recipientes de plástico rígidos, rellenos de agua destilada, glicoles y demás sustancias químicas que, una vez congelados, se introducen en las neveras portátiles o en las cajas isotérmicas y pueden mantener en su interior una temperatura entre
Existen modelos de acumuladores de diversas formas y capacidades, como norma general, se recomienda el uso de acumuladores de 0’4 litros para neveras portátiles y cajas isotérmicas pequeñas, y los de
Procedimiento para congelar los acumuladores de frío
El siguiente procedimiento es el que debe seguirse para conseguir una congelación satisfactoria y óptimo rendimiento de los acumuladores de frío o ice-packs.
Enfriar los acumuladores en el estante más bajo del frigorífico antes de colocarlos en el congelador.
Trasladar los acumuladores ya fríos al congelador, y mantenerlos, ahí, durante un mínimo de 48 horas, sin apilarlos, apoyados sobre su lomo, y con espacio entre ellos para que circule el aire frío. No deberán ser utilizados hasta que no transcurra el tiempo recomendado.
Sagrario Gurpide Ibarrola Técnico de salud publica
[1] Antígeno: sustancia capaz de producir anticuerpos.
Adyuvante: sustancia que administrada junto a un antígeno “ayuda” a aumentar de forma inespecífica la respuesta inmunitaria.
[2] Autonomía o tiempo de refrigeración es el tiempo que tarda el interior del contenedor en alcanzar una temperatura superior a 10°C tras la exposición a una temperatura ambiente de 43°C, y el tiempo que tarda en caer la temperatura por debajo de 0°C habiendo estado expuesto a -20°C, en ambos casos sin abrir la tapa.
IMPORTANCIA DE LAS VACUNAS