La percepción de la realidad: Kant y los algoritmos

En cierta ocasión leí un proverbio que decía No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos”, es decir nuestra percepción configura nuestra realidad. Pero si alguna persona analizó estos temas fue el filósofo Immanuel Kant quien escribió: La Critica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio en el siglo XVIII, que abordan, respectivamente, las posibilidades y los límites del conocimiento humano, sus implicaciones morales y éticas y nuestra capacidad para juzgar lo bueno y lo bello. De su magnífica obra, me voy a “centrar” en sus investigaciones en relación entre nuestro mundo subjetivo interno y el mundo externo. Kant trató de responder a una pregunta fundamental: ¿El árbol que veo en mi jardín es el árbol tal como nos parece a nosotros o el árbol en sí mismo?. Según Kant, no podemos conocer verdaderamente la cosa en sí, porque siempre accederemos a ella a través del prisma de nuestra mente. En términos generales, nuestros sentidos, pero también nuestro pensamiento, conforman nuestra manera de ver el mundo. Ambos actúan como unas gafas de cristales ahumados; por consiguiente, la cosa es tal como nos parece a nosotros.

Todo lo anterior, me hace reflexionar si avance de los algoritmos junto a la Inteligencia Artificial (IA) , ¿pueden facilitar que miremos con mayor objetividad o que juzguemos con menos ruido en nuestro día a día, y logremos más certezas como señala Daniel Kahneman? O ¿tal vez nos están conduciendo a un mundo homogéneo, plano y con senderos predefinidos que la sociedad asume como autómatas sin reflexionar?

Evidentemente, desconocemos lo qué opinaría Kant de las posibilidades de los algoritmos y la IA actuales, aunque no podemos olvidar que la matemática Ada Lovelace en 1843 publicó el primer algoritmo destinado a ser procesado por la máquina analítica del científico ingles Charles Babbage (1791-1871), que era– totalmente automática que sumaba, restaba, multiplicaba y dividía – .

Estas reflexiones  me han surgido tras visitar la interesante exposición de Códigos y Algoritmos. Sentido en un mundo calculado de la Fundación Telefónica, en uno de sus paneles se puede leer: Un mundo visto a través de las máquinas. Y que reproduzco aquí:

“Por nuestra propia experiencia, sabemos que ver y reconocer implica un aprendizaje, un proceso de prueba y error. Aunque todavía no sabemos exactamente de qué modo el cerebro humano confiere significado a lo que vemos, una de las teorías con mayor consenso es que reconocemos patrones formales y los vinculamos a cosas concretas. Del mismo modo que nuestro cerebro aprende de las señales del mundo exterior, los algoritmos se entrenan con grandes cantidades de datos.

Interpretando millones de datos asociados a imágenes, los algoritmos son capaces de identificar patrones compartirían un mismo patrón, del mismo modo que todas las flores, casas o gatos. El reconocimiento de patrones implica clasificar objetos en un número específico de categorías o clases. Sin esa información, no tenemos manera de decirle a la máquina qué está viendo. Pero convertir la información en conocimiento con sentido es un proceso complejo que requiere conectar una gran variedad de datos dispersos para llegar a una conclusión razonable. ¿Correros el riesgo de reducir la riqueza, complejidad y matices de nuestro mundo a un conjunto de etiquetas que pueden comprender las máquinas?

 En mi opinión, una parte de nuestra sociedad del siglo XXI observa deslumbrada las posibilidades de los algoritmos y la IA, pero al mismo tiempo se siente desconcertada ante el futuro. Como se indica en otro panel Una mirada al futuro de la citada Exposición: “…Los algoritmos pueden ayudarnos a curar enfermedades, descubrir nuevos fármacos y materiales, reducir los accidentes en carretera o aportar soluciones que hagan frente a las grandes crisis que afrontamos. Sin embargo, también contienen el potencial para generar una sociedad dominada exclusivamente por la lógica, en la que el ser humano quede desplazado y a merced únicamente de la eficiencia y la productividad…”.

Para finalizar, tal vez en este año 2023 que acabamos de iniciar pueda ser recomendable releer alguno de los textos de  Kant u otros filósofos/as que nos ayuden a hacernos preguntas y tener un pensamiento crítico.

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