Zombis, hormigas y Lucy


autores: Manuel Pazos* y Miguel Vicente

¿Quieres producir tu propio ejército de zombis? Hasta hace poco era algo complicado, ya que los zombis se supone que son muertos a los que un brujo hace volver a la vida para que obedezcan sus siniestros propósitos. Para colmo los zombis que se precian de serlo solo se alimentan de carne humana. En fin, un engorroso asunto eso de producir zombis, solo al alcance de los consumados maestros del vudú y de la santería. Por eso probablemente no habrás visto nuca en tu vida un zombi auténtico. Como nos ocurre a todos, nos hemos de conformar con las imágenes que de ellos muestran las películas de terror. Pero esto ha dejado de ser así, ahora puedes producir tus zombis de forma mas sencilla y asequible. ¿De veras? Pues sí, siempre y cuando te conformes con que tus zombis sean hormigas.

No es preciso tampoco que pases por el trago de estudiar una larga carrera de aprendiz de brujo, basta con que sepas cómo propagar un hongo llamado Ophiocordyceps unilateralis parecido al que en el centeno forma los llamados “cuernos” que es el cornezuelo o Claviceps purpurea. Estos hongos pertenecen a la familia de los Clavicipitaceae y aquí es donde empieza la magia, son productores de micotoxinas, alcaloides derivados del ácido lisérgico, que perturban la mente. Así en la Edad Media eran frecuentes las intoxicaciones por consumo de cereales infectados con cornezuelo que desembocaban en graves y dolorosas dolencias que producían intenso picor, el fuego de San Antonio, con lesiones deformantes y muchas veces fatales.

Secuelas del ergotismo o fuego de San Antonio. Detalle del cuadro de Pieter Brueghel el Viejo «El combate entre don carnaval y doña cuaresma» datado en 1559  y conservado en el  Museo de Historia del Arte de Viena.

Los O. unilateralis en vez de saprofitar los cereales se ceban sobre un determinado tipo de hormigas carpinteras de las selvas brasileñas a las que trastornan la mente impulsándolas a vagabundear fuera de su nido en los troncos hasta que acaban por morir mordiendo con sus mandíbulas la hoja de un arbusto. Nadie se apiada de los pobres zombis, y menos las hormigas, cuando detectan que una de sus compañeras está infectada por el hongo, no paran hasta que consiguen expulsarla de su compañía, y en el pecado llevan la penitencia, ya que así el hongo consigue llegar al ambiente en donde mejor se reproduce. Porque el mordisco postrero del zombi no ocurre en cualquier lugar, sino que frecuentemente la hormiga se aferra a una vena de la parte de debajo de una hoja que está a dos palmos del suelo en donde la humedad es más del noventa por ciento y la temperatura entre veinte y treinta grados. Ese parece ser el sitio perfecto para que el hongo produzca esporas que le servirán para propagarse. Como las zonas altas de los árboles no ofrecen la humedad ni la temperatura adecuada, el hongo obliga a la hormiga a trasladarse a zonas más bajas en donde las condiciones son mejores. Las esporas son el vehículo para volver a infectar a otras hormigas y de esta forma empezar de nuevo el ciclo, asegurando así la perpetuación de la especie.

También O. unilateralis es tan macabro como los brujos fabricantes de zombis a la hora de producir las esporas, tras la muerte de su porteadora el hongo produce hifas que salen de la cabeza de la hormiga y crecen hasta hacerse el doble de largo que el cadáver. A la vez que remodela el cadáver reforzando las zonas débiles de la cutícula, el hongo se va desarrollando y como un auténtico necrófilo realiza entonces su reproducción sexual produciendo una especie de bola repleta de esporas. La cosa no acaba ahí, pues al acabar de formar las esporas éstas se esparcen por debajo de la hoja que hace las veces de tumba creando un campo de exterminio en el que las hormigas que pasan quedan infectadas.

El cadáver de una hormiga zombi. O. unilateralis que ha crecido y esporulado sobre una hormiga a la que ha matado pocas semanas antes. La «P» apunta a las estructuras por donde se liberan las esporas.  Imagen: The American Naturalist/ University of Chicago Press.

Las hormigas zombi y sus hongos alucinógenos han sido hace poco noticia porque se ha descubierto que los O. unilateralis son en realidad un conjunto de especies distintas, cada una especializada en zombificar a su vez a una diferente especie de hormiga. Queda todavía por aclarar cómo los alcaloides del hongo modifican la mente de cada hormiga. Algunos equivalentes como el LSD, no tan tóxicos como los del cornezuelo, pero sí muy poderosos, se sabe que han producido curiosos efectos en la especie humana, incluso puede haber inspirando canciones. ¿O es que alguien que esté sereno vería que el cielo en el que Lucy, la niña de la guardería de su hijo, está con sus diamantes es de mermelada?.

Portada del disco Sargent Peppers. Publicado en 1967 por The Beatles, entre otras canciones incluye «Lucy in the Sky with Diamonds«, un título sugerente y  de interpretación discutida.

Solo para quienes deseen ver cómo los hongos Cordyceps llevan a cabo su macabra tarea incluimos el siguiente vídeo de la serie Planet Earth. ADVERTENCIA: El contenido puede herir la sensibilidad de algunos espectadores.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=XuKjBIBBAL8&feature=player_embedded[/youtube]

 

* Manuel Pazos realiza su tesis doctoral en el Centro Nacional de Biotecnología

Compartir:

3 comentarios

  1. Estupendo artículo!, nunca pensé que los hongos pudieran ser tan caprichosos y «casarse» con sólo determinadas especies..

Deja un comentario