La motivación es un proceso psicológico básico, como lo son  la memoria, el aprendizaje, la atención o la percepción. Junto con la emoción, está considerado un proceso activador. Nos activa y mueve a realizar conductas y explica nuestro comportamiento. 

Como profesionales sanitarios hablamos mucho de motivación. Hablamos de motivar a nuestro paciente, también de provocar cambios en sus hábitos, promoverlos o impulsarles a abandonarlos; decimos que estamos o no motivados para formarnos o trabajar en un área de nuestra disciplina. En general, la motivación está presente en todas las parcelas de actuación del fisioterapeuta. En la clínica, con el usuario o con el estudiante, en la investigación y en la gestión a la hora de motivar a nuestros compañeros o empleados y motivarnos a nosotros mismos. Es, en nuestra opinión, una cuestión significativa, con un desarrollo que deberíamos conocer para introducirla como elemento participante en nuestras actuaciones, más allá del mero conocimiento intuitivo o experiencial.

Cuando pretendemos promover, modificar o interrumpir una conducta tenemos que motivar para que el comportamiento vaya en una dirección. Esto se puede hacer con los principios del condicionamiento operante mediante un reforzador que motiva la conducta deseada. La clave será, ante un paciente, conocer qué es lo que puede actuar como reforzador. Y para eso debemos saber que un estímulo motiva en la medida en la que crea unas expectativas sobre la consecución de unas metas u objetivos, en la medida en que anticipa unas consecuencias deseables o anticipa la ausencia de algo desagradable.

Entonces, lo que el paciente atisba para adherirse a una propuesta terapéutica o preventiva no es el valor intrínseco de lo que le ofrecemos como reforzador sino las expectativas que le genera en un tiempo y espacio concreto, del valor del incentivo.  Y para eso debemos conocer su historia y sus necesidades biológicas y/o psicológicas. De nuevo se reitera la necesidad de una historia clínica pertinente, con recogida de datos que van mucho más allá de conocer qué le pasa al paciente  como causa de consulta. Una lesión simple puede desencadenar mecanismos motivacionales diferentes en un paciente con necesidad perentoria de continuar su actividad laboral que en el que no la tiene, por ejemplo.

Los indicadores de la motivación son el inicio de una conducta, su mantenimiento y su intensidad.  Sobre todos ellos tendremos que incidir como profesionales que proponen una acción, un ejercicio o un pauta (o el cese de un comportamiento). Son muchos los programas extensos en el ámbito musculoesquelético, neumológico o uroginecológico, que requieren de motivación, sobre todo cuando los resultados no son visibles de manera inmediata.

Además de los factores antedichos, cuantitativos, hemos de considerar la dirección del comportamiento o variable cualitativa, como decíamos más arriba. Y en ella se implica la expectativa de consecución de un objetivo y el valor que el implicado da a ese objetivo. Si no los conocemos, ¿cómo vamos a motivar al usuario?, ¿cómo le vamos a orientar en la dirección que estimamos conveniente para sus propios intereses de salud? La expresión «valor de las expectativas» recoge ambos elementos y está presente en muchas de las conversaciones de los fisioterapeutas y en la literatura. ¿Preguntamos a nuestros pacientes sobre ello? A veces lo hacemos y nos llevamos sorpresas.

En la conducta que pretendemos motivar hay determinantes propios del paciente, como la herencia y sus cogniciones, y externos, como el aprendizaje y la interacción social. Conocerlos nos hará encarar de manera diversa nuestro afán motivador. Desde hace años oímos hablar mucho sobre el enfoque cognitivo-conductual en fisioterapia, precisamente incidente en los procesos cognitivos y aprendizaje como herramientas de abordaje de distintas patologías o situaciones de enfermedad, como el dolor.

Son sólo algunas notas. Se plantean cuestiones más concretas, como la forma de implicar al paciente, de encontrar desencadenantes o acentuadores de su motivación; cómo involucrar a la familia cuya colaboración es imprescindible; qué nos puede remotivar ante la rutina laboral o ante la falta de autonomía profesional; cómo motivar al estudiante que no encuentra incentivos ante un futuro profesional poco alentador,…Se admiten sugerencias, como siempre.

Bibliografía:

María Teresa Sanz Aparicio. Psicología De La Motivación. Editorial Sanz y Torres, S.L. 1ª ed. Madrid (2017)

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