PARITARIOS

El Gobierno quiere que todo sea paritario, hasta los jurados que decidan los premios a la excelencia artística y científica. Muy plausible es este propósito de igualdad, pero suscita ciertas reservas esto de la igualdad por narices. El señor presidente del Gobierno debería ahora tener una suerte de clon, de presidente bis -nada de vices-que redondeara la cuenta de ministros y ministras. Y si  el caso es que no hay varones suficientes para valorar los últimos descubrimientos en materia de ginecología, se opta por el varón menos tonto,  y todos tan contentos. Y a la inversa, si no hay suficientes mujeres cualificadas para evaluar un libro sobre la andropausia, se elige a la menos tonta y todos felices. Por la igualdad hacia Dios, es decir, hacia el Bien, pero un poco, solo un poco  de desigualdad, no está de más a veces. Después de todo  somos más mujeres que hombres, y estas imposiciones suenan a ´fascismo blanco´. La igualdad impuesta nunca ha prosperado; hay hasta ejemplos trágicos.  Destacados teóricos liberales llevan décadas advirtiendo sobre los riesgos del igualitarismo a ultranza para el progreso  social y la incentivación del individuo emprendedor. No vamos ahora a calificar a Popper de retro y a los izquierdistas norteamericanos del 68, padres de la corrección política, de arquetipos del progresismo. El igualitarismo exacerbado puede ser una fuente de reaccionarismo.

 

MIGUEL GARCÍA-POSADA

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