A este Febrero que se equivocó… y Señor que me pierdes las gafas. José Antonio Muñoz Rojas.
Enlace a A este Febrero que se equivocó y se vistió de Abril en 1966 y Señor que me pierdes las gafas de José Antonio Muñoz Rojas.
Los poemas
La editorial Pre-Textos, que ya venía editando la obra de José Antonio Muñoz Rojas, publicó, en 2018, La alacena olvidada. Obra completa en verso del escritor malagueño, a cargo de la investigadora Clara Martínez Mesa. En este libro se recoge toda la producción poética de Muñoz Rojas en edición que se podría considerar como canónica y definitiva ya que la selección de poemas fue realizada por el propio poeta; con lo que “hizo desaparecer” de su obra algunos poemas antes publicados y, también, se incorporaron otros no publicados en su día.
Uno de los nuevos poemas aparecidos fue el soneto A este febrero, que se equivocó y se vistió de abril en 1966, incluido en el espacio Dedicatorias y divertimentos (1940-1970) de la antología. En él se relata una repentina subida de temperaturas fuera de fechas de la que el poeta, que es sobre todo agricultor, recela porque, seguro, que no traerá nada bueno para el campo. Es lo que ha pasado este mes de febrero de 2021.
Aunque es más habitual la comparación entre marzo y mayo, (tal y como dice el refrán: “Cuando marzo mayea, mayo marcea”), aquí se trata, en el primer cuarteto, de un Febrero loco en el que se han desbocado las temperaturas, saltándose Marzo y pasando a ser como Abril.
“… diciéndose flor para qué os quiero,
a Marzo a la torera se ha saltado.”
En el segundo cuarteto se describe el alboroto “de yemas sin sazón,…, de violetas diciéndose me muero…”, (estos días hemos visto violetas florecidas en Pozuelo de Alarcón). Después sigue el admonitorio primer terceto en que el autor riñe a Febrero con los castizos términos “abrilear” y ”yelo”
“No me abrilees Febrero a estas alturas,
que luego viene Marzo con su yelo
y nos hace la pascua antes de fecha.”
Terminando el poema con el augurio de que estas locuras de febrero pueda dejarnos “a dos palmos de cosecha.”
El poema expresa este temor – que siempre han sentido en el campo – al desvarío de las temperaturas habituales de las estaciones del año; y lo expresa de una forma airosa, vívida y apegada a la tierra. Lo malo es que lo que antes era esporádico, cosas de refranes, ahora parece que se está haciendo habitual, (como se suele decir: “lo que antes eran vicios, ahora son hábitos”), y es muestra del calentamiento global. (Ver Nota 1). ¡A ver si somos capaces de enderezarlo!
Y, en esas, recordé Señor que me has perdido las gafas, entrañable poema de 1997 dedicado a las útiles y domésticas gafas – el artefacto surgido de la óptica más popular y difundido a lo largo de la historia – que siempre andamos perdiendo los de vista cansada; poema incluido en su libro, de 1997, Objetos perdidos, obra, también, del insigne poeta malagueño que nos dejó en 2009.
La mejora de la visión a través de la acción diversos cristales se menciona en la época romana. Pero la historia de las gafas como tales, dos lentes juntadas mecánicamente, una para cada ojo, para aumentar la capacidad de visión, aparece en la Edad Media. Se atribuye a dos monjes franciscanos, Alejandro de la Espina y Roger Bacon, quienes hacia la mitad del siglo XIII comunicaron el secreto de la fabricación de las lentes. Gracias a su descubrimiento, los frailes de más edad podían continuar con sus labores aunque tuviesen problemas de visión debido a la vejez.
Gafas en 1403. Detalle de un retablo de Conrad von Soest (National Geographic)
El primer cuadro de una persona con gafas data del año 1352, un retrato del Cardenal Hugo de Provenza leyendo en un escritorio, fue pintado por Tomás de Módena y, al parecer, se encuentra en la iglesia de San Nicolás de Treviso en Italia. Murano fue durante el siglo XII la cuna de la creación de lentes. Las fábricas de cristal de Murano eran las únicas capaces de producir vidrio dúctil. Las primeras gafas fabricadas allí fueron para la presbicia con una lente esmerilada convexa y un siglo más tarde llegaron las lentes cóncavas para la miopía. (A nivel mediático y actual, debemos recordar la figura de Sean Connery que en el film El nombre de la Rosa interpreta a Guillermo de Baskerville y aparece utilizando unas robustas gafas metálicas).
Cuando en 1.452 Gutemberg inventó la imprenta se produjo una revolución en la lectura de libros con lo que la demanda de gafas aumentó y fue, en ese momento, cuando la fabricación de lentes dejó de ser un arte monacal para empezar a producirse de forma masiva en los primeros talleres. Otro gran hito en la historia de las gafas llega en el siglo XVIII cuando Benjamín Franklin, más conocido por sus estudios sobre fenómenos eléctricos, fabricó las primeras lentes bifocales que permitían ver de cerca y de lejos. A principios del siglo XX las gafas adoptaron mas o menos las formas hoy día conocemos, dejando atrás los modelos rudimentarios, hechas en madera, cuero o huesos, disponiéndose en la actualidad de una infinidad de diseños, formas y colores a nuestro alcance, constituyendo, sin duda el artefacto derivado de la óptica mas difundido y popular a lo largo de la historia. (Nota 2)
Señor que me pierdes las gafas comienza directo y sin contemplaciones.
“Señor que me has perdido las gafas,
por qué no me las encuentras?
Me paso la vida buscándomelas
y tú siempre perdiéndomelas,…”
Y todo él es una letanía tras otra, una impaciencia de no encontrar las gafas y de no ver.
“… porque tú eres, Señor, el que me las pierdes
y me haces ir por la vida a trompicones,
y nos das los ojos y nos pierdes las gafas,…”
Y acaba el poema desconsolado y las gafas sin aparecer.
“…., buscando unas gafas
que nos pierdes y unos ojos que no nos sirven.
Y no vemos, Señor, no vemos,
no vemos Señor.”
José Antonio Muñoz Rojas
Con la publicación de Los objetos perdidos, José Antonio Muñoz Rojas sorprendió con un nuevo tono, entre lo coloquial y humorístico, lo metafísico y lo religioso, y le llevó a la obtención del Premio Nacional de Poesía en 1998.
El contenido del Los Objetos Perdidos, nos hace llegar a una doble lectura de Señor que me pierdes las gafas. Ademas de la que hemos realizado hasta aquí, centrado en las gafas y sus frecuentes extravíos, nos lleva a otra realizad que es la triste y genérica perdida de la memoria, en la senectud. El poema número II de Los objetos perdidos, llevado a prosa, dice:
«Y así como ésta me pasan muchas cosas, vuelvo por algo al cuarto y se me olvida a lo que vuelvo al cuarto, y me quedo pensando, a qué habré vuelto al cuarto, Dios mío. Tantas cosas como me estoy dejando que no encuentro, y vuelvo al cuarto y no las encuentro, y vuelvo buscando algo que está allí y no encuentro, perdiendo y no encontrando, no encontrándome. ¿Dónde andas? Pensabas que tenías que hacer esto y lo otro, y lo otro y lo de más allá. De más allá? De más allá, hay más allá? me pregunto. Y me responde un silencio…»
Con lo que estaríamos hablando, también, de la puerta a enfermedades degenerativas del cerebro: demencias, Alzheimer y demás. Pero esa es otra historia
Juan Antonio Muñoz Rojas
José Antonio Muñoz Rojas nace en Antequera (Málaga) en 1909. Su primer libro, Versos de retorno, es de 1929. Lector en la Universidad de Cambridge durante algún tiempo y gran conocedor de la lírica inglesa, tradujo al castellano obras de John Donne, Richard Crashaw, William Wordsworth, Gerald Manley Hopkins, Francis Thompson y Thomas Stearns Eliot. Dentro de su obra poética cabe destacar Objetos perdidos (Premio Nacional de Poesía 1997) y Las cosas del campo. En 2002 fue distinguido con el XI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana por el conjunto de su obra. (Ver Nota 3)
Enlaces y notas
1. A modo de breves pinceladas sobre el calentamiento global enlazamos a los artículos Calentamiento global en Wikipedia y Qué es el calentamiento global en National Geographic.
2. Pueden leer algunos aspectos sobre historia de las gafas en diversos sitios de internet como el del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega o en History National Geographic. por ejemplo. En otro orden, es muy interesante para compreder el desarrollo de lentes para los nuevos instrumentos de precision: microscopios y telescopios en el libro El ojo del observador: Johannes Vermeer, Antoni van Leuwenhoek y la reinvención de la mirada de Laura J. Snyder. Ed. Acantilado. Barcelona. 2017. (Ver reseña de Juan Pimentel en Revista de Libros).
3. La idea de poner prosa el poema II de Los objetos perdidos está en la web http://quelibroleo.com, en la que aparece, también un breve resumen biográfico del poeta que, también, utilizamos. Por otro lado, acerca de la vida y obra de José Antonio Muñoz Rojas, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, se encuadra al poeta malagueño en Autores de poesía española contemporánea. La información incluye: Semblanza crítica, (a cargo de Francisco Ruiz Serrano), Selección de textos, Bibliografía y Fonoteca.