¿Qué libertad de expresión?

Los programas televisivos del corazón están pulverizando todas las marcas del impudor. Es el acoso a destacadas personalidades de la canción española, es la intromisión en las intimidades de las familias, es la proliferación de elementos morbosos –ayuntamientos eróticos exhibidos sin veladura alguna…–. ¿Qué hace el fiscal del Estado para proteger el derecho al honor y a la propia imagen que proclama la Constitución vigente? Todas las fronteras de la decencia se han traspasado, y, desde luego, no es esta la autorregulación que invocaron las cadenas privadas en su momento.Es una vergüenza lo que está sucediendo. Hace unos días una señora se enfrentó a su hijo, que le había lanzado graves acusaciones, y tuvo que salir en brazos de las asistencias, desmayada de un fuerte ataque de nervios.<>, escribió el clásico. La desvergüenza en España se llaman las cadenas privadas, además de Marbella, etc. No es argumento decir: si a usted no le gusta, no las ponga; es como decir: Si en la casa de al lado están matando a una persona, como a usted le desagrada salga a darse un paseo. El Gobierno Zapatero, tan cuidadoso con algunas libertades, debiera reflexionar ante este espectáculo sin parangón en las televisiones de nuestro entorno. Ya no somos diferentes; somos unos desvergonzados. MIGUEL GARCÍA-POSADA

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