Gloria póstuma

Conmemoramos hoy la muerte de Miguel de Cervantes, uno de los escritores máximos de la literatura universal. A su lado, Homero, Virgilio, César,  Dante, Shakespeare, Esquilo, quizá Tolstoi, acaso Proust… Gloria póstuma: alcanzó el éxito popular con el «Quijote», pero ni ganó dinero ni conoció la estima de los cultos, que no pasaron de considerarlo un escritor cómico y alumbraron una indecente parodia del libro mayor. Vivió siempre en precario; fue recaudador de impuestos y sufrió las iras populares y la cárcel,  que volvió a pisar a causa de la vida ligera de sus hermanas en Valladolid; no conocemos un auténtico retrato suyo: su humilde persona era demasiado poco para el privilegio de un cuadro; fue malcasado y melancólico. 

Su gloria es pasto de eruditos, empresarios y otras gentes de buen vivir. Sirvió a la gloria de su patria (Lepanto): la recompensa fueron cinco años que  pasó cautivo en  los baños de Argel. La gloria de Cervantes ha sido y es  la gloria de los otros, sobre todo de aquellos que ni entienden ni les importa el mensaje de escéptica sabiduría superior que envía el “Qujote” desde hace cuatro siglos.

 

Miguel García-Posada

 

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