¿CUÁNTO GANA UNA FISIOTERAPEUTA?

Evidentemente hay muchas respuestas a la pregunta del título. Son variadas las situaciones en las que los fisioterapeutas y resto de profesionales sanitarios desempeñan su labor, por lo que es inviable una contestación que abarque todas ellas. Sin mucha prolijidad intentaremos otear este delicado asunto.

Y decimos que es delicado porque en redes sociales y otros mentideros menos virtuales se habla mucho, en tono siempre negativo, de este espinoso tema.  En una etapa en la que las profesiones sanitarias han estado muy presentes por la fastidiosa pandemia aflora, si es que alguna vez se ha soterrado, el tema de los sueldos, de la desventajosa comparación con otros países, de la invitación a la emigración forzada para sentirnos crematísticamente reconocidos, no sólo con aplausos y premios principescos.

Todos las profesiones se quejan, médicas, enfermeros, fisioterapeutas,…Todos creemos merecer más, nos sentimos minusvalorados, después de años de estudio, muchos de más años para especializarse; de dedicación constante a la formación continuada, de esfuerzo ante la presión asistencial, de peligros reales y potenciales ante bichos microscópicos y, a veces, humanos; de inestabilidad e incertidumbre laborales; de contratos nada ventajosos.

No es de extrañar que muchos sanitarios hayan optado por cambiar de país, de trabajo e incluso hayan abandonado su profesión. Esto es siempre triste, frustrante y decepcionante en lo personal. También un fracaso social y económico, en tanto en cuanto supone una falta de retorno de grandes cantidades de recursos invertidos en la formación de esos profesionales con fondos del erario.

En este contexto, hemos focalizado nuestra atención en los fisioterapeutas. Preguntamos en una red social por sus sueldos, para acercarnos de alguna manera, sin pretensión demoscópica, a la realidad. No tuvimos apenas respuestas. Nos parece que, en general, somos poco dados a declarar lo que ganamos. Si es mucho porque sería muy presuntuoso. Si es poco porque nos hace sentir mal reconocerlo, porque querríamos ganar, habitualmente, más. Nos va cierta autoestima en ello.

En todo caso, nos sirvió para hacernos una idea de cómo está este mercado. Mencionaremos algunos aspectos quizás previsibles. Los trabajadores públicos están mejor pagados que los asalariados de la sanidad privada. Tanto en esta como en la sanidad pública el lugar en el que trabajemos supone diferencias a veces notables. En el ámbito de los autónomos dependerá del rendimiento y de cuestiones particulares (hipoteca, empleados, servicio puramente privado o no,…), variables que hacen de este sector heterogéneo. En el sector de clínicas y residencias se añade la profusión de jornadas partidas y parciales, dificultando alcanzar la totalidad de las retribuciones según convenios. Hay distintos entornos que tienen condiciones muy específicas y personales, como la asistencia domiciliaria o el trabajo en clubes deportivos. Por decir algo más, hay trabajos que suponen una consideración especial y que están al margen de lo asistencial como el peritaje, la docencia o el asesoramiento en empresas de tecnología sanitaria (como por ejemplo, las del sector de cuidados respiratorios).

A sabiendas de que esta multiplicidad de situaciones requeriría un análisis pormenorizado, nos conformamos con dejar constancia de algunos datos concretos que, ojalá, aclaren algo a los interesados. El salario bruto de un fisioterapeuta en una clínica u hospital en Granada ronda los 1350 € y en una residencia los 1250 €. En el caso de un contrato en prácticas al 80% del convenio de residencias (40h semanales,  tres festivos y un fin de semana de cada tres) 1100 €, el mismo salario neto de un técnico en cuidados auxiliares de enfermería en el Servicio Madrileño de Salud, por ejemplo. Una colega ahora emigrada trabajaba 30 horas en jornada partida, con pagas prorrateadas y con retenciones mínimas por unos 1050 €. Algún autónomo comenta que, tras gastos propios de la clínica, le quedan unos 1000 €. Hemos de decir que nuestra experiencia en consulta privada es ya muy antigua, del siglo pasado, pero era un sueldo que superaba en un 40% al salario que luego tuvimos en la sanidad pública (las cosas iban bien y de asuntos contractuales mejor no hablar). Para terminar con estos números aportados por algunos amabilísimos colegas, en el área de la educación especial en un centro concertado se cobra 1697 € (35 horas semanales), mientras que en uno sin concierto 1330 € (38.5 horas semanales, 25 días laborables de vacaciones). Además, podemos hacer referencia a los salarios de los docentes universitarios. Así, en una universidad madrileña un profesor ayudante doctor cobra en torno a los 1700 €. Recordamos, estos guarismos son cantidades brutas a las que habrá que descontar las correspondiente deducciones.

Como vemos en esta pequeña muestra, y como dijimos más arriba, las situaciones son dispares. Completamos el panorama con datos conocidos directamente por nosotros relativos a la sanidad pública de una región española. Hay dispersión salarial por mor de conceptos varios como descuentos, complementos o carrera profesional. Así, en el mismo centro un fisioterapeuta puede cobrar 1450 € y otro con la misma jornada (37,5 horas semanales) alrededor de los 2200 € (hablamos ahora de cantidades netas). En algunos casos a estas cantidades y a las anteriores habrá que añadir otras en concepto de docencia pre o posgrado o gestión.

Pese a las quejas y demandas de muchos profesionales vemos que los estipendios cambian dentro de un margen relativamente amplio. Hay que exponerlo, en todo caso, para que los estudiantes y fisioterapeutas noveles conozcan las múltiples situaciones. No todas son tan malas ni quizá las expectativas con las que empezaron sus estudios son reales. Expongámoslo sin tapujos para que no abunden decepciones y desesperanzas. Tal vez el camino pueda ser tortuoso, incluso se puede decidir que no es nuestro camino.

Finalizamos aquí una entrada nada vocacional. Al sanitario se le exige un rendimiento, aptitudes y actitudes de servicio pero se le debe corresponder con una contraprestación que dignifique su trabajo. Evidente, ¿no?

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