Lecciones de un fracaso

autor: Miguel Vicente

A veces se puede aprender tantas cosas de los fallos como de los éxitos, pero raras veces los fallos son noticia. El caso de la empresa de biotecnología deCODE en Islandia parece la excepción. El número de genes con funciones cruciales en la salud humana que deCODE ha estudiado en la última década es tal que su único competidor son los laboratorios financiados por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. Pero no es lo mismo hacer descubrimientos científicos que hacerlos económicamente rentables, y los fallos del diseño de un plan de empresa viable, junto a la crisis financiera han acabado por agotar su capital de casi 500 millones de Euros llevándola a la bancarrota el pasado noviembre.

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El cambista y su esposa. Óleo de Marinus Claeszon Van Reymerswaele en el Museo del Prado, datado en 1539.

En muchos casos, cuando no existen ventas que generen beneficios, las nuevas empresas biotecnológicas, que no tienen grandes reservas de capital, acaban su existencia en la suspensión de pagos y simplemente desaparecen. No ha sido así, al menos por ahora, para deCODE, que ha sido reflotada gracias a la inyección de nuevo capital, movilizado en parte por Saga Investments.

Pero deCODE ha tenido que pagar un precio por ello, no siendo el menor que su presidente y fundador, el científico Kari Stefansson, uno de los personajes que Newsweek calificó entre los diez biólogos más importantes del siglo 21, ha tenido que aceptar compartir su puesto con otro directivo. Se trata de Earl Collier, un abogado que manifiesta no tenerle miedo a los científicos y cuya misión en el salvamento de la compañía parece incluir el servir de contrapunto a Stefansson. La idea original de Stefansson era correlacionar las enfermedades genéticas con la secuencia de los genes alterados en el genoma de los enfermos. Para ello Islandia es el paraíso, con una población que apenas supera los trescientos mil habitantes (más o menos la población de la ciudad de Valladolid), con excelentes registros genealógicos y poca presencia histórica de inmigrantes, parece el mejor lugar para definir la base molecular de las enfermedades hereditarias.

El plan de deCODE era analizar las 270.000 historias médicas de la población islandesa, pero por razones de confidencialidad ese número tuvo que reducirse a 140.000 voluntarios, de todas maneras un número impresionante. Con estos ingredientes los descubrimientos de deCODE llenaron páginas de las revistas científicas más prestigiosas. Tanto que Balaji Srinivasan, directivo de la empresa Counsyl, dijo que Nature parecía el foro particular de Stefansson. Incluso mientras la empresa iba a la suspensión de pagos, deCODE ha seguido publicando en Nature, con Stefansson como autor veterano. Han descubierto un gen que predispone a la diabetes si se hereda por vía paterna, pero que disminuye la propensión si lo hace por vía materna. Tan solo un grupo que tuviese herramientas estadísticas lo suficientemente potentes como tiene deCODE podía llegar a estos resultados.

Pero a pesar de su excelencia científica y técnica, a deCODE le falló lo esencial en una empresa, las ventas. No resulta fácil comercializar herramientas para el diagnóstico de enfermedades que no sean frecuentes, y tampoco es sencillo determinar en muchos casos el efecto que una variación en la secuencia de un gen tiene en el desarrollo de una enfermedad. Otra debilidad de deCODE es que, por su énfasis en el diagnóstico, no ha logrado desarrollar un fármaco para su uso clínico. El intento de comercializar kits personales para determinar la secuencia del ADN y relacionarla con los ancestros, algo a medio camino entre la medicina y la curiosidad recreativa y que ofrece a través de deCODEme, tiene otros fuertes competidores en el mercado y no ha conseguido beneficios suficientes para compensar los gastos de la empresa. Es más, deCODE puso sus activos en manos de Lehman Brothers acabando en bonos que se esfumaron al fallar las inversiones especulativas.

La provisión de fondos que ha tenido deCODE pretende relanzar la empresa desde una nueva base, con un fuerte componente de empresa consultora y de servicios en los campos de la genómica y el análisis de datos. En esta etapa, con Collier como director de la empresa, Stefansson queda como Presidente Ejecutivo y Director de Investigación. A gran escala deCODE reproduce las pautas de muchas otras empresas creadas por científicos emprendedores en las que el científico acaba por perder el control cuando por una u otra causa se precisa la intervención de capital externo. Pese a que pocos lo consiguen, la compañía empezó con pocos medios, y por ello Stefansson confía en que volverá a salir a flote. Si lo hace habrá sido el fracaso con más éxito de una empresa biotecnológica.

Este artículo está basado en el de Mary Carmichael el 22 de febrero en Newsweek.

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