Teorema de García. Francisco Núñez Roldán

Enlace a Teorema de García en poesía y ciencia

No hay nada que explicar en cuanto al sentido del poema. Nos encontramos dentro del ámbito de la poesía realista y social, de protesta, en la que la voz del poeta describe y critica una realidad que le parece denunciable. Se trata, en este caso, de una réplica o repetición del “que inventen ellos” de  Unamuno; la enésima queja – esta vez en verso – del trato  que recibe la investigación en nuestro país y que tan malparada ha salido en esta formidable y larga crisis que venimos padeciendo. No vamos a insistir más en ello. La realidad y sus números hablan solos y no hay más que ver la evolución de los distintos indicadores: presupuestos públicos y gasto en I+D, evolución del personal investigador en España, emigración de nuestros jóvenes investigadores, etc. Malhadada situación que esperemos que cambie pronto de tendencia.

Por ello, el Teorema de García, que no se ha escrito en estos días pues data, como muy pronto, de 2006, sigue resultando pertinente en estos momentos  en razón de las horas bajas por las que atraviesa la investigación.

Quien esto escribe, descubrió el poema en el texto de la interesante conferencia de Tomás Yerro Villanueva, de título Poetas en la Corte de la reina Ciencia, pronunciada en el Donostia International Physics Center de San Sebastián el 6 de marzo de 2014 que se encuentra disponible  en la red. Es la versión que hemos incluido en la sección poesía y ciencia. (Ver Nota).

El Teorema de García, una vez recuperados de la singularidad del título y pese a su tono  humorístico y chocante, constituye un grave lamento de la situación de penuria de la investigación científica española. Tiene también un claro aliento épico que viene dado por el tono invocativo y por su forma de escritura de factura clásica, en endecasílabos pareados con rima consonante. Su autor es Francisco Núñez Roldán, ensayista, poeta y profesor residente en Sevilla.

Después de la sorpresa del título, el Teorema de García se inicia de forma muy prometedora en los dos primeros versos, con el enunciado de grandes patriarcas de la ciencia con “vidas que se han gastado en buena gana / mejorando la condición humana”; y la acertada elección, para las rimas consonantes de los dos primeros endecasílabos, de los griegos Pitágoras y Anaxágoras.

Anaxágoras

El poema continúa con un fuerte aliento épico en los versos que siguen gracias a su tono invocativo, con nada menos que tres interrogaciones seguidas entre las que se intercala una admiración.

«Pero yo quiero nombres conocidos.
¿La ciencia no tiene mis apellidos?
¿No sería magnífico que hubiera
una ley de un ibérico cualquiera?
¡Logaritmos de López o de Hernández,
postulados de Márquez o Fernández!
Y… ¿qué honra española no sería
si existiera el Teorema de García

De dónde se nos quedan grabadas a fuego expresiones como la genérica ley de un ibérico cualquiera” o la más concreta de un “Teorema de García”, que desearíamos que fueran realidad tangible.

El poema continúa con dos versos tristes pero memorables: “Pero no sueñes más, que no es viable / ver nombres tuyos en la ciencia amable”, a los que sigue una vuelta al humor, a través de la rima imposible, que parece tomada de La venganza de Don Mendo, de Muñoz-Seca, de “Aquí sólo destacan el corrupto / o el de algún balompédico exabrupto;”

Sigue el poema con graves endecasílabos y se va deslizando hacia el final por una pendiente depresiva y amarga, renunciando a toda esperanza, con la que ¡lo siento!, no podemos estar de acuerdo.

Retrato de Tomás de Iriarte por Joaquín Inza

Preferimos perseverar y aplicarnos a seguir difundiendo el amor a la ciencia, aunque solo sea para sentirnos dentro de la Epístola a Cadalso de Iriarte; esa que comienza…

«Ya el venturoso tiempo está cercano
en que los buenos españoles vean
que, de esta filosófica oficina,
el amor de las ciencias se difunde,
y en la nación rápidamente cunde.
No serán ya al oído castellano
nombres desconocidos litologia,
metalurgia, halotecnia, ornitologia….»

Hasta la próxima entrega.

 

Nota

Hemos encontrado otra versión más extensa de el poema Teorema de García en  el número extraordinario de 2006 de la revista Estela, editada por el Ayuntamiento de Carmona, conmemorativo del cincuenta aniversario de su fundación. En  dicho número extraordinario, se narra la historia de esta revista, creada en 1956, y se recopilan artículos, poemas, entrevistas, etc., recogidas en sus páginas a lo largo de su singladura.

El poema, que aparece en la página 48, no está fechado ni tampoco se realiza ningún comentario sobre él, indicándose, sólo, el nombre de su autor, Francisco Núñez Roldán. Es más largo que el que  hemos presentado en poesía y ciencia: 40 versos en vez de 24; y presenta algunas diferencias que indicamos  a continuación.

El Teorema de García en la revista Estela

En primer lugar, la enumeración de científicos del pasado, al principio del poema, es más amplia pues se añaden, en un tercer verso, «Einstein, Boyle-Marriotte, Celsius, Tales / Torricelli, Marconi y otras cuales». A ello sigue la sustitución del verso «¿La ciencia no tiene mis apellidos?», por el expresivo terceto:

«Donde podré encontrar los apellidos
que abundan cuando uno abre la guía
telefónica en Cuenca o Almería?»

En segundo lugar, en las elucubraciones deseadas de descubrimientos identificados con apellidos ibéricos, se mencionan no sólo logaritmos, postulados y teoremas, sino también ecuaciones: «la ecuación de Pérez y Fernández», y axiomas: «el axioma de Gómez o el de Hernández».

El cambio de mayor calado estriba en que, en esta versión, aparece un bloque en que el poeta relata dónde podemos encontrar esos nombres y apellidos ibéricos que no aparecen en la ciencia, dirigiéndonos a muros de iglesias o a anales belicosos de nuestra historia, con los versos siguientes:

«Busca los nombres tuyos sobre muros
de iglesias o entresácalos de oscuros
anales belicosos de otros días.
Allí, bien lejos de las utopías
de la Química, Física y Botánica,
los verás recubiertos de vesánica
gloria castrense o halo virginal
que proviene del claustro conventual.
En esta tierra se degüella o quema;
aquí habla el espadón o el anatema.»

Después de este bloque se enlaza con el verso «aquí sólo hay memoria del que mata», continuando, prácticamente, sin variaciones hasta el final.

 

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