EL CONFLICTO INTERPROFESIONAL (I)

El conflicto forma parte de las distintas facetas de la vida, y la profesional no es ajena a este hecho. Aparte de los conflictos internos aparecen, fruto del contacto estrecho entre grupos, discrepancias interprofesionales. Esta situación condiciona en mayor o menor medida al grupo en su conjunto y a sus integrantes. La Fisioterapia también está inmersa en este tipo de procesos por lo que abundaremos en ello desde una visión pretendidamente objetiva.

Perspectiva psicosocial

El conflicto forma parte de las distintas facetas de la vida, y la profesional no es ajena a este hecho. Aparte de los conflictos internos aparecen, fruto del contacto estrecho entre grupos, discrepancias interprofesionales. Esta situación condiciona  en mayor o menor medida al grupo en su conjunto y a sus integrantes. La Fisioterapia también está inmersa en este tipo de procesos por lo que abundaremos en ello desde una visión pretendidamente objetiva.

Hemos leído recientemente alguna reflexión sobre la identidad profesional de nuestra disciplina (1,2), desde una visión crítica, hablando de cierto desconcierto y de los problemas que acarrea no tener claro quiénes somos como grupo profesional. Nosotros ya hablamos de esta parcela de la identidad en relación con las dobles titulaciones (3). Lo retomamos ahora para hablar de cómo la identidad del fisioterapeuta se forja y se ve afectada por sus relaciones con otros grupos.

Para ello recurrimos a una propuesta asentada en la Psicología Social en el ámbito del autoconocimiento y de las relaciones intergrupales, la Teoría de la Identidad Social (TIS). La identidad social es la parte del autoconcepto de cada uno de nosotros que emana del conocimiento de la pertenencia a un grupo. Surge de un proceso automático de autocategorización, es decir, de la asignación de uno mismo a una categoría o grupo en función de unas características compartidas, y responde a un motivo social básico, universal, de necesidad de pertenencia. Así, podemos identificarnos en razón a una familia, a un grupo de trabajo, a un equipo de fútbol u otro deporte, a la ciudad o pueblo de origen, a la ideología política o a una profesión. La profesión tiene especial relevancia porque ocupa mucho de nuestro tiempo, nos da sustento económico,  o tiene carga vocacional.

Siguiendo con las propuestas de la TIS, podemos tener identidad social positiva o negativa en relación con el grupo profesional en el que nos categorizamos. El que sea de una manera u otra depende de la comparación con otros grupos (4). Y tenemos la tendencia a que nuestra identidad sea positiva. Encontramos, en el ámbito de las profesiones, ejemplos de comparación como arquitectos y arquitectos técnicos o psicólogos y psiquiatras. Estas comparaciones se producen dentro de las mismas profesiones, como entre médicos traumatólogos o reumatólogos, o entre corrientes dentro de una misma profesión, como fisioterapeutas ejercientes en concepto Bobath y los que lo hacen en concepto Vojta, por ejemplo. Como decíamos, al «enfrentar» los grupos, si salimos favorecidos en la comparación nuestra identidad será positiva y, lógicamente, desearemos que se mantenga así. Caso contrario intentaremos cambiar la situación recurriendo a diferentes estrategias. Así, con una visión individualista se puede intentar cambiar de categoría o grupo profesional. O, bien debido a una fuerte identificación con el grupo bien debido a la imposibilidad de cambio, se intente aumentar la autoestima con comparaciones más favorables con el mismo u otros grupos.

Al sentimiento de pertenencia a un grupo profesional se asocia una actitud hacia él de favoritismo (favoritismo endogrupal) que puede llevar hacia la hostilidad y/o discriminación de otros grupos ajenos. Este puede ser el mecanismo del corporativismo presente en muchas profesiones, sobre todo si se asocia con un alto estatus. Con ello, y como respuesta a una valoración negativa del grupo propio pueden surgir situaciones de conflicto intergrupal como forma de cambiar la situación. Fruto del conflicto se produce una mayor cohesión dentro de los grupos implicados como respuesta a la «amenaza». Para ello, sin embargo, los integrantes del grupo han de sentirse identificados y concernidos. De no ser así se mantendrán al margen del «enfrentamiento» o intentarán cambiar de grupo, con lo cuál no contribuirán a la mejora pretendida para el mismo.

En el ámbito de un conflicto entre grupos surge además de una mayor identificación la posibilidad de pensamiento de grupo, que se caracteriza por un encorsetamiento de las ideas, actitudes prejuiciosas, desautorización del disenso o restricción de soluciones alternativas. Esto puede contribuir a la perennización del conflicto.

Pero, ¿cómo afectan estas dinámicas endogrupales e intergrupales a los conflictos entre profesiones? ¿Cómo contribuye a la situación de la fisioterapia y de los fisioterapeutas? ¿Cómo podemos contribuir al reconocimiento profesional a partir de estos postulados? Intentaremos responder a ello.

Continúa en El conflicto interprofesional (y II).

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Referencias

1. Tobar, R. La torre de Babel de la fisioterapia. En Fisioterapia y …demás. http://rubentovar.blogspot.com/2011/06/la-torre-de-babel-de-la-fisioterapia.html. Acceso 9 de junio de 2011.

2. Crisis de identidad. En desdeoceanomar. http://desdeoceanomar.wordpress.com/2011/06/05/crisis-de-identidad/. Acceso 9 de junio de 2011.

3. González García, JA. Sobre las dobles titulaciones. En Fisioterpia. https://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2007/09/26/sobre-las-dobles-titulaciones/. Acceso 9 de junio de 2011.

4. Molero Alonso, F. Procesos grupales y relaciones intergrupales. En Gaviria Stewart E, Cuadrado Guirado I, López Sáez M. Introducción a la Psicología Social. Ed. Sanz y Torres. Madrid, 2009.

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2 comentarios

  1. […] entendemos que entre profesionales que comparten pacientes puedan surgir conflictos (lo tratamos en otra entrada). También que las disciplinas sanitarias tengan a veces fronteras difusas. Pero la […]

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