Desigualdades sociales en salud en la Comunidad de Madrid (14): el nivel educativo

Por Javier Segura del Pozo

Médico salubrista

Dentro de la serie sobre DSS en la Comunidad de Madrid, seguimos explorando algunas lógicas que nos expliquen los patrones territoriales y la distribución por grupos sociales de indicadores de salud, como la mortalidad o la morbilidad, en nuestros estudios de epidemiología social. Además de usar el lugar de residencia (y sus características socio-demográficas) como variables sociales, también utilizamos categorías sociales individuales, como son la clase social y el nivel educativo. En la pasada entrega de esta serie, analizamos La estructura de clases sociales; hoy daremos algunas pinceladas sobre el nivel educativo y la salud.

 

 

Peor educados, menos sanos, ¿porqué?

El que las personas con menos nivel educativo tengan peores indicadores de salud no debe sorprendernos, y no tiene nada que ver con que sean “mas incultos” o “ignorantes”, y,  por lo tanto, hagan elecciones de estilos de vida menos saludables, sino, porque el nivel educativo es un aproximador a la clase social, y, por consiguiente, a las condiciones de vida, al grado de vulnerabilidad frente a la enfermedad y al nivel de exposición a riegos acumulativos para la salud a lo largo de la vida.  Las elecciones de estilos de vida, por otra parte, no son totalmente libres, pues están fuertemente determinadas por estas condiciones de vida, como hemos visto en otros ejemplos de este blog.

mala salud

Figura 1: Prevalencia de mala salud percibida (salud muy mala+mala+regular), según nivel de estudios. Población mayor de 65 años. Comunidad de Madrid. Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Salud de la Comunidad de Madrid 2001 Consejería de Sanidad y Consumo

 

La educación como factor de ascenso social intergeneracional

Para ser más exactos, y como dijimos en el curso de DSS (Curso de Desigualdades Sociales en Salud (lección 12ª): Las Medidas de la Desigualdad Social. 3ª parte: La educación ), realmente el nivel educativo refleja la posición socioeconómica de los padres, pues, generalmente, esta es la que determinará el máximo nivel educativo que uno alcanza. Solo en sociedades muy igualitarias se consigue, por ejemplo, que haya un porcentaje similar de universitarios en las clases bajas respecto a las altas. Aunque el estado tenga políticas educativas que obliguen a estudiar hasta una edad determinada (14-16 años), y llegase a ofertar suficientes recursos y becas para el estudio, la presión social para entrar en el mercado del trabajo, después de la educación obligatoria (y contribuir a la economía familiar), es, evidentemente, mayor en las clases bajas.

Por otra parte, el menor nivel educativo de los padres limita sus capacidades para apoyar a los hijos en las tareas escolares. Por añadidura, el menor nivel adquisitivo de las clases bajas dificulta el pago de profesores particulares de apoyo o la posibilidad de que el alumno pueda hacer estancias (cortas o largas) en el extranjero, para reforzar el aprendizaje del idioma (el conocimiento de inglés está siendo un importante factor educativo discriminante para el acceso al mercado laboral, muy fuertemente determinado por la clase social de origen).  Finalmente, la menor calidad de las viviendas (disponibilidad de espacios tranquilos para el estudio), su peor dotación de recursos pedagógicos (acceso a libros, Internet, etc.) y la imitación que suponen ciertas actitudes y modelos familiares (hábitos de lectura, valor dado en la familia al esfuerzo académico para el acceso al mercado laboral, nivel educativo de hermanos, expectativas de los padres, etc.), son determinantes sociales para el exito o el fracaso escolar.

Además, la realidad es que en nuestra región queda mucho por avanzar para que los alumnos con mas necesidades de apoyo, tengan los recursos pedagógicos de refuerzo adecuados. Ahondando más en el problema, en la Comunidad de Madrid ha habido un claro aumento de la proporción de centros concertados y una disminución del porcentaje de centros públicos, en la útima década. El dato no tendría tanta importancia, si no fuera acompañado de la constatación de que las clases bajas (incluidos, los inmigrantes de países de baja renta), generalmente con mayores necesidades de apoyo pedagógico, se concentran en los colegios públicos, en detrimento de los concertados. Los mecanismos de control para que los colegios concertados no realicen prácticas de selección adversa de alumnos por origen social o necesidades educativas especiales, no están teniendo el éxito esperado. Esta situación de segmentación social de la enseñanza publica y concertada, no ha ido aparejada con una mayor dotación de recursos a la enseñanza publica. Todos ellos, son motivos de la actual segmentación socio-territorial del nivel educativo en nuestra Comunidad, en la que el fracaso y el abandono escolar sigue siendo claramente mas prevalente en las familias de clases bajas y en sus lugares de residencia.

 

En resumen, si consideramos la igualdad de oportunidades en la educación como un factor fundamental para la justicia social y para disminuir las desigualdades sociales (y por lo tanto, las desigualdades sociales en salud) (este es uno de los pocos principios, metas e ideas, que en muchos países europeos es compartido por la derecha y la izquierda; o, al menos, está presente en el ideario liberal y en el demócrata-cristiano), pero constatamos que todavía estamos lejos de conseguir esta meta en nuestro entorno, no nos deben extrañar los resultados de investigaciones (1), como las que recientemente se han dado a conocer (ver artículo de El Pais: “Ascensor social, fuera de servicio” ) , que afirman  que la movilidad entre clases se ha estancado en España desde los años sesenta, que el origen familiar es aún determinante y los cambios son de corto alcance.

 

 

 

Efecto cohorte y efecto género

Afortunadamente, aunque no se haya llegado ni mucho menos a conseguir una igualdad de oportunidades, independientemente de la familia donde uno nace, como hemos mencionado anteriormente, en el último siglo se ha producido un importante avance en el nivel educativo medio de la población, especialmente, en la educación primaria. Por ello, hay un “efecto de cohorte” en el nivel educativo. Es decir, dentro de una misma clase social, las generaciones más mayores tienen peor nivel educativo que las más jóvenes.

HOMBRES                                                                       MUJERES

educa1

Figura 2: Educación: “efecto cohorte” y “efecto genero”.      Nivel educativo por grupo de edad y sexo en la Comunidad de Madrid . En rojo, se representa la proporción de personas «sin estudios»; en verde oscuro, la proporción con estudios universitarios superiores (doctores y licenciados). Las cuatro  primeras columnas en cada grafico, representan el nivel educativo en los grupos de edad de 10 a 29 años, 30-44 años, 45 a 64 años y 65 y más años; la ultima columna, a la derecha de cada grafico, representa el nivel educativo en el total de mujeres o de hombres. En las personas más mayores, la proporción de personas sin estudios es mayor y la de universitarios (de grado medio o superior) es menor; en el caso de la mujer, este gradiente es aún mayor. Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Salud de la Comunidad de Madrid 2001 Consejería de Sanidad y Consumo

Como podemos ver en la figura 2, en el análisis de los datos de la Encuesta de Salud de la Comunidad de Madrid, en el grupo entre 16 y 44 años hay un 30% de universitarios (doctores, licenciados+ diplomados) y en el grupo de mayores de 65 años solo hay un 5%. La diferencia es mayor si consideramos a las personas sin estudios o con estudios primarios incompletos: menos del 15% en el grupo de 16 a 44 años y más del 60% en los mayores de 65 años.

También hay un efecto de género”: las mujeres, especialmente de las generaciones más mayores, tenían peor nivel educativo que los hombres, pues se suponía que no lo necesitaban tanto al no tener que entrar en el mercado de trabajo y dedicarse a labores domésticas y de reproducción. Por ello, por ejemplo, en la mayoría de los países, los analfabetos o las personas sin estudios son mas frecuentes entre personas mayores, y, especialmente, entre mujeres mayores.

A vueltas con el norte y el sur en Madrid

A efectos territoriales, también nos encontramos que, analicemos la proporción de universitarios, los resultados escolares en las pruebas de 6º de primaria, las tasas de fracaso escolar o la proporción de alumnos extranjeros escolarizados por distritos, barrios o municipios, volvemos a encontrarnos con el mismo patrón territorial y la diferenciación establecida por la línea de la pobreza ya estudiada (ver La línea de la pobreza).

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Este articulo forma parte de la serie sobre DSS en la Comunidad de Madrid constituida por las 16 entregas siguientes que he escrito hasta la fecha (te inserto “los link” a los 16 artículos ya publicados):

1. La línea de la pobreza

2. El paisaje y la vegetación

3.  El confort climático

4. La proximidad a cloacas y chimeneas

5. El crecimiento urbanístico e industrial (I): Madrid, villa y corte

6. El crecimiento urbanístico e industrial (II): Murallas, arrabales y conventos,

7. El crecimiento urbanístico e industrial (III): El ensanche y los extrarradios ,

8. El crecimiento urbanístico e industrial (IV): la pesada herencia del franquismo ,

9. El crecimiento urbanístico e industrial (V): la construcción de la democracia y el urbanismo del desencanto

10. El crecimiento urbanístico e industrial (VI): La precariedad del exceso

11.  La desigual distribución de la renta

12.  La inmigración

13. La estructura de clases sociales

14. El nivel educativo

15.  Un viaje en tren por las desigualdades en mortalidad

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(1) Ildefonso Marqués Perales, Manuel Herrera-Usagre. ¿Somos más móviles? Nuevas evidencias sobre la movilidad intergeneracional de clase en España en la segunda mitad del siglo XX. REIS, 2010, nº 131, Pág. 43-73

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