Podrá o no estarse de acuerdo con la regulación del matrimonio para personas del mismo sexo, pero lo que no es de recibo es invocar postulado seudocientíficos cuando no anticientíficos y siempre faltos de respeto para las personas concernidas. Basta leer al doctor Marañón, personalidad sin discusión conservadora, aunque de talante liberal, para darse cuenta de que lo que está en cuestión son fenómenos profundos de la condición humana, que Marañón estudió en el área de la intersexualidad. Opiniones todas las que se quieran, pero ante todo ciencia, mucha ciencia, por favor.

 

MIGUEL GARCÍA-POSADA

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Un comentario

  1. Se agradece el comentario.

    Importante ha sido la mixtura de moral y pseudociencia con el que nos han regalado todos los sectores sociales.

    El matrimonio, no como concepto filológigo, sino jurídico nace del Derecho Natural para regular la protección y crianza de los hijos, como se regula la muerte -con sus certificados preceptivos- y la enfermedad. Así lo han consignado los diferentes códigos civiles que en el mundo han sido: único contrato en el que estúpidamente se contrata un amor que no puede reclamarse en los tribunales que lo sancionan.

    Que en una sociedad libre cada cuál se apañe con su pareja o con su oveja, pero no extendamos el derecho más allá de lo peligrosamente aceptable (caso distinto es la regulación de las pensiones, porque el régimen de herencias y ayudas está muy limitado también por la jurisprudencia).

    En cuanto a la homosexualidad: ni el argumento glandular, ni el argumento hormonal, ni aun el psicológico o biológico parecen explicar un fenómeno que no puede ser nunca considerado "contra natura" porque naturaleza es todo lo que en ella se da, pero que manifiesta una contradicción tremenda con los procesos de expansión sexual de la naturaleza.

    Que nos ayude la ciencia, para comprender, no para apedrear nio a curas ni a colectivos.

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