Un escritor todo optimismo y, sobre todo, convencido de su condición imprescindible para la buena marcha de todo o de casi todo, el máximo vendedor de papel que hoy alienta en el mercado, él y Antonio Gala, ha declarado que eso de que en España no hay lectores es un tópico. Los índices facilitados por los más conspicuos organismos internacionales a él no le sirven; la posibilidad que abruma oír, le abruma a él al menos.

Eso de de que haya quienes no lo lean lleva al aguerrido dómine a cambiar los datos. Pero la realidad no puede –o no debe– falsearse. El aguerrido plumífero debe de ser tan insoportable para él, que distorsiona los datos objetivos. El plumífero puede estar muy orgulloso de su gloria, le asiste todo el derecho, pero en nombre de nada puede inventarse una realidad que no existe. Leemos poco, esta es la triste verdad: solo nos superan en Europa Portugal y Grecia. Si leyéramos algo más, una ministra no diría que Cabra, el encantador pueblo de Córdoba, carece de digno gentilicio, ni nos hubiera amenazado con destruir la dama de Elche en su vía dolorosa hasta la ciudad donde fue descubierta, ni el alcalde de una importante ciudad española preguntaría a sus interlocutores por las novelas (sic) de Luis Cernuda, el exquisito lírico sevillano.

 

MIGUEL GARCÍA-POSADA

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3 comentarios

  1. Al aguerrido reportero sólo le asiste el derecho comercial de engrosar las estanterías navideñas: no sabe acabar ninguna novela yo desde LA PIEL DEL TAMBOR, ya no pico-

  2. Repito porque la admiración me embarga: se le entiende todo estupendamente, Don Miguel.

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