Desaparecer o no desaparecer

El galardonado novelista reconoció que su galardonada novela había sido fruto de la pregunta de un asistente a una conferencia suya: «¿Cuándo piensa Vd. desaparecer?” preguntó el oyente. «¿En qué sentido?», replicó el autor. «En todos” aclaró el preguntante. Nuestro galardonado, en vez de reconocer que a lo mejor lo que quería el preguntante es que desapareciera él de una vez por todas, se organizó entonces una masturbación mental, del tipo de : «Tengo que escribir sobre mi desaparición, física o literaria.¿Cómo desaparece uno? ¿Cuándo? ¿Cómo se consigue esto en literatura?» Y de tan alta especulación onanista, sin duda angustiosa para quien se tiene en gran estima, brotaron más de 300 páginas para satisfacción del galardonado y para la posible pesadilla del lector, aturdido por la topoderosa omnipresencia del «desapareciente».Los grandes novelistas se preguntaban por el paso del tiempo, el poder del dinero, la pasión amorosa, los afectos,etcétera; nuestro galardonado, tan satisfecho consigo mismo, nada como pez en la pecera alrededor del sublime enigma de su desaparición. Todo sublime, en efecto. Y luego queremos lectores, Miguel García-Posada

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