TVE justificando su función de servicio público, que los mercaderes pretenden arrebatarle, ha emitido estos días navideños la obra maestra de Theodor Dreyer, «La pasión de Juana de Arco”, quizá la obra cumbre del cine mudo. Nunca, en efecto, la imagen demostró su superioridad sobre la palabra como en esta película cenital gracias en buena medida a la recurrencia de los primeros planos magistralmente conducidos por el genial director y a la sublime interpretación de Renée Falconetti.

La maravillosa actriz ofrece aquí un rostro que es un poema del sentimiento humano: su Juana es, a la vez, santa, nacionalista y mártir, pero también  humana y frágil, pues si defiende a su Dios y a su rey se estremece ante el abismo del tormento y la muerte en la hoguera. Qué visión la de Falconetti en el suplicio. Quienes lamentan la muerte del cine mudo tienen toda la razón ante una obra de esta envergadura. Dreyer haría después otras obras maestras, como «Ordet» o «Gertrudis», que llevan la impronta de su genio perdurable, pero no rebasó nunca la extrema pureza de este formidable poema visual.

 

MIGUEL GARCÍA-POASADA

 

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48 comentarios

  1. Estimado Miguel, el fenómeno de los blog pone muy nerviosos a los camastrones prebostes de la cultura española, como Woijtisolo o el chocheante y chocheado Conte.

    Bienvenidos sean.

    ¡Y viva Umbral!

  2. La degeneración del diario El País ha experimentado un acelerón terrible en los últimos tiempos: junto a la salida por la puerta trasera de intelectuales de indudable valía como Arcadi Espada o Ignacio Echevarría, se ha dado un notable despegue entre sus páginas de figuras grotescas como Manolo Rivas, duque de Chapapote, Seso de Toro, el paleontólogo Jordi Gracia y el inefable falangista Rafael Conte, a quien la novela de Umbral "Leyenda del César Visionario" le hirvió la sangre dado lo mal que en ella quedaban los, así llamados, "laínes". Todo ello, más las consabidas entrevistas o artículos de Carlos Goytisolo, Juan Fuentes, José María Vicent y Manuel Ridao y el no menos consabido Juanito Cruz, esa voz, determina un periódico que apenas si es caricatura de lo que un día, finales de los setenta, fue.

  3. La última crítica del chocheado y chocheante Conte sobre un ensayo reciente del aspirante a Conte, que no a Conde, Jordi Gracia, es harto llamativa: principia a reseñar el libro de marras en la última línea de la reseña.

  4. Joder, en que tugurios anda mi hijo.Tendré que atarlo en corto que asì no hay forma de que lo hagan académico on the rocks. Mejor le irìa si frecuentara màs a Calaza

  5. Carta abierta a los democratas españoles

    Con García-Posada a la cabeza, treinta intelectuales, entre los cuales algunos de los más solventes colaboradores de esta página, acaban de lanzar una carta abierta a modo de manifiesto alertando respecto al inminente fusilamiento de Sadam Hussein, por mal nombre Carnicerito de Bagdad. Por supuesto, nadie solicitó mi firma y de haber sido el caso la habría denegado porque no estoy de acuerdo con la redacción ni contenido del documento y, además, nunca rubrico manifiestos ni escribo en las paredes de los urinarios. Pero tampoco soy partidario de criticar a los firmantes, y sí de airear su determinación, amparàndome en la aplastante y suficiente razón de que en, la así llamada, democracia la libertad de expresión se sustancia en el derecho a equivocarse. Ya que si las cosas fuesen de otra manera alguien como yo, tan peculiar en mis considerandos, vería restringido el acceso a la opinión.

    Pues si bien se puede estar, públicamente o en el fuero interno, completamente en desacuerdo, y yo lo estoy, con los escasos miramientos de Sadam Hussein para desmantelar cualquier veleidad de oposición, en ninguna circunstancia es de recibo que la prensa de asentada raigambre liberal, martillo de sectarios y zócalo sobre el que se yergue el honor de la democracia, esconda, descontextualice o ahorme los planteamientos de quienes sostienen, incluso sin justificación sólida, que el ajusticiamiento de Sadam Hussein es un capricho personal de la familia Bush.

    Otras consideraciones aparte, leída la carta abierta, allá cada cual en el rechazo o aceptación del contenido pero no hay materia para que se cubran de ceniza, creo yo, quienes se atreven a decir en alto lo que muchos murmuran para el coleto, y no siendo menos cierto que asimismo deben estar dispuestos a encajar de buen grado la crítica, no tanto a su iniciativa colectiva como a la praxis que avalan implícitamente. En consecuencia, allende la insuperable distancia que me separa de García-Posada y del séquito que lo sigue -unidos por un protagonismo más festivamente barullero, folclórico y figurativo que provocador, con Perez-Reverte como portapalanganas adjunto- sin darles mi bendición tampoco quiero reprobar su conducta (y huelga ahora que más de uno viole en la práctica las garantías de procedimiento que exige en el papel), que equivaldría a endosarles la infamia de sospechar que el manifiesto apoya subrepticiamente al entorno terrorista irakì. O algo peor: que reservan las exquisiteces para el cómplice del que mata, manda cojones Romanones, y la indiferencia para el que muere.

    Así, en la línea de presunción de inocencia a la que tiene igual derecho Agamenón que su porquero y al hilo de las razones expuestas por mor de mantener la coherencia, pero colocándome previamente un chaleco antitomatazos, con mis insignificantes fuerzas de francotirador, pobre zahorí granadino buscón de la fuente de la Verdad, reclamo también, con mi prosa alegremente faldicorta y esquinera si bien nunca tocinera, una estatua para Milosevic en el lugar que otrora ocupaba la de Franco, retirada con nocturnidad y alevosía, con vistas a la salvaguarda del recto proceder y de la dignidad del heroico pueblo serbio que conmigo apoya esta demanda -debida compensación a quienes resistieron al nazismo, como nadie lo hizo en Europa, mientras los kosovares se alistaban voluntarios por millares en la división SS musulmana- pareciéndome de rigor recordar que el valor emancipatorio de la sociedad democrática que dignifica la vida en colectividad, elevándola por encima de las venganzas tribales, está sufriendo en Guantánamo y Bagdad una horrorosa desgarradura propiciada por el desafecto a los valores que la justifican, en beneficio de una acobardada y desmesurada aquiescencia al conjunto de poderes fácticos. Quedando, en esas circunstancias, la conciencia de nuestra generación impregnada del abrumador sentimiento que produce la traición a lo que un día fueron incorruptibles voluntades de libertad, pasión fervorosa e indómita, resistencia apasionada y digna, abjuradas oportunamente con la violenta y censuradora fe de los instalados para acabar encapsuladas cual polvorientas recetas de charlatán. O sea.

  6. Señor García Posada, me aflige tiempo ha una duda literaria que espero usted me resuelva, como hombre que ha leído mucho, a saber: ¿por qué en las novelas del Capitán Alatriste el tal Alatriste se expresa como Quevedo y Quevedo como Pérez -Reverte?

  7. Señor García Posada, ¿es cierto que las novelas de Muñoz Molina, empachosas como merengues, son motivo de risa entre el gremio de los críticos aunque éstos luego se deshagan en elogios -últimamente menos, es verdad- hacia ellas por escrito? ¿Es cierto que un crítico malicioso se refiere en petit comité a Muñoz Molina como "Macario" por el asombroso parecido del escritor ubetense con el gracioso títere al que diera fama José Luis Moreno?

  8. Señor García Posada, ¿qué opinión le merece la novela de Juan Manuel de Prada titulada "Las máscaras del héroe" ¿Y la novela de César González Ruano titulada "La novela del sábado"?

    A mí la de Prada me parece espantosa, una amorfa amalgama de estilos. La de Ruano, en cambio, me place sobremanera.

    ¿Qué opinión le merece que Juan Manuel de Prada imite infatigablemente y en vano a Francisco Umbral, y, sin embargo, le desprecie públicamente? ¿No es digno de un estudio semiótico, filólogico, antropológico y metalúrgico que Juan Manuel de Prada incruste en cada frase que escribe quince o veinte adjetivos de los cuales ninguno es el acertado?

  9. Señor García Posada, ¿qué opinión le merece que el decadente diario El País promocione a tan mediocre escritor como es Isaac Rosa como una suerte de nuevo Juan Goytisolo pero en plan escritor legible?

    A mí el tal Rosa me mueve a risa, con sus patillas de joven sindicalista, sus gafitas de cinéfilo afrancesado y su prosa impersonal de becario complaciente. ¡Y encima es castrista! Sí, triunfará. Lo tiene todo a su favor.

  10. Señor García Posada, los jóvenes barrocos españoles seríamos felices de poder leer las reseñas que en su día dedicó a libros como "El fulgor de África", de Umbral, "Cristo vs Arizona", de Cela, o "Mañana en la batalla piensa en mí", de Marías. ¿Están recopiladas? ¿Las recogerá en libro algún día?

  11. Señor García Posada, dice Umbral en algún sitio que es usted de la opinión de que el mejor Cela es el último, el más decididamente vanguardista. Este parecer es contrario al mayoritario. ¿Podría explicarlo?

  12. Señor García Posada: ¿No le parece que seguir diciendo que algo es la cumbre de algo debería quedar reservado para geógrafos y escaladores? Tan dolorido nombrar no es propio de un crítico de su valía.

  13. En efecto, señor García Posada, no es bueno que el cine mudo se muera. Tengo puestas grandes esperanzas en que los directores más valiosos del presente reflexionen y vuelvan por donde los clásicos solían: mudo, blanco&negro y película ortocromática. Sólo así podrán alcanzarse nuevas cumbres.

  14. Señor García Posada, ¿no echa en falta un centenar de páginas más en el último diario de Andrés Trapiello, bellamente intitulado "El jardín de la pólvora"? Uno, al acabar las setecientas páginas, quedóse como si le posaran un polvorón en la punta de la lengua y, presto, lo hubieran retirado. Trapiello, a mi modesto entender, es demasiado autoexigente, juanramonianamente escrupuloso, y de seguro que nos priva de maravillosas reflexiones sobre el acontecer cotidiano, siendo, como lo es, sí, el Proust castellano.

  15. Señor Garcìa-Pousada,no cree que mi hijo es el mejor prosista de nuestros dìas,junto con Umbral?

    Ahì va un modesto ejemplo:

    Con los bolsillo agujereado por siete balazos, por los que se me escapa el dinero como la mala leche por el teclado, me acomodo entre vosotros para contaros mi vida aunque habida cuenta de vuestro voluble carácter no sois compañía de fiar. La gente que no venga a sus muertos no es de fiar. Sólo me gustan las mujeres vengativas aunque sean deshonestas si matan cojonudamente y desprendan un delicioso olor a jazmín y a pólvora y perfume de flor de navaja. La Carmen de España y no la de Mérimée. Lo más importante para llevarse bien entre españoles es la mentira calculada con HP375 por eso todos los plumíferos del nacionalismo están pensionados por un fondo de reptiles domiciliado en Guantánamo. Pero tampoco hay que exagerar, si os piden el nombre del ganador del próximo derby de Kentucky, cobrad por adelantado. Las familias de las víctimas también quieren cobrar por adelanto la sangre que son incapaces de honrar. Sobre todo no os exijo discreción sino mucha disposición para hacer recados pero correctamente hechos, no sea que os dé una carta y en lugar del buzón la echéis en el culo del becerro de oro que se encuentra frente a la Bolsa de Wall Street. Alcaraz quizás sea capaz de meter correctamente una carta de protesta en un buzón, pero cuatro hostias, siete tiros, dos puñaladas a un primo de un gudari, no ,de eso no es capaz. Vale. A la puta mierda todo. Vivan el vino y las mujeres.

    Sabéis que tengo por glorioso alcume Adrede y soy eslavo de mi palabra. No se forja un nombre así diciendo a todo, sí, señor, sino rompiendo las ceremonias en las que se ha acordado mal el vino con la verdura, o aquellas otras en las que la plebe lleva trajes a rayas horizontales contraviniendo las ordenanzas del maestro Al Capone, que dejó escrito que un hombre no es un hombre si no tiene por lo menos nueve enemigos, seis bajo tierra, y no lleva traje a rayas verticales, obligatoriamente moradas y amarillas.

    Que las rayas del traje sean verticales, nunca horizontales, no es baladí. La verticalidad es condición esencial de la hombría. Nadie imagina a un bailarín de flamenco, macho entero, cimbreando las caderas en plan puta cual mambero cubano, sino creciendo en dignidad, seco, de arriba abajo sarmentoso y enhiesto cual columna dórica. El mamoneo y la horizontalidad están bien para los incompetentes subvencionados, pero los marginados y los que tenemos nuestro nombre esculpido en el mármol y escriturado por la plebe en los urinarios y en los blogs, sólo entendemos de lo que va en corto y por derecho. De arriba abajo. Como hombres. Como españoles

    Este rugido que os inquieta es mi voz. La voz del penúltimo español. Estos disparos que os atraviesan son mis palabras. Las palabras del que ni miente ni se arrepiente. Mejor será que os escondáis pero ni aun así lograréis olvidaros de mí. Quien no venga a sus muertos es un cobarde. Alcaraz es un cobarde. Eso no es grave toda vez que algo de cobardes tenemos todos. Pero él es un cobarde gritón. Y eso es gravísimo. Casi tanto como echarle agua al güisqui o pasear en un A6 pistacho. No pienso ceder la palabra a nadie ni aunque se me pida educadamente, a la francesa. No hay nadie tan hermoso, tan golfo, tan maricón y tan pobre como yo. Todo lo que tenéis vosotros es miedo, renuncias y gargajos en la garganta. Mi pobreza la comparto con Belcebú y él me enriquece. De ahora en adelante ya sabéis a que ateneros pero será inútil porque habéis nacido para desaparecer. Yo nací para renacer constantemente hasta que el Sol se canse de girar sin ton ni son. Si os gusta rezar, cantad en español, viene siendo lo mismo y es más entretenido. Hoy querría matar a algún cobarde, verbigracia, un nacionalista gallego, pero como no tengo valor me conformaré con pisotear unas cuantas flores. Ahí cerca, en el Bois.

  16. Compruebe usted,señor Garcìa-Pousada,la excelsa prosa faldicorta y esquinera y fina ironìa de mi hijo.Se trata de un artìculo publicado en La Vangurdia,donde cuenta con colaboraciòn regular.

    El recado de escribir

    “Este afán de cronista mínimo [.] entrevisto a través de los ojos entornados de la pereza me lleva a considerar cosas pequeñas, cuya gracia apenas da pretexto, normalmente, para más de cuatro líneas. Y sin embargo…” Así comenzaba un artículo emblemático de César González-Ruano (“El recado de escribir”, “Un siglo en 100 artículos”, Justino Sinova) en el que comentaba el vicio que tenemos los articulistas de extendernos en torno a una nimiedad cualquiera como de si de algo trascendental se tratase, merecedor de folio y medio como mínimo: “La convicción de que el camino más corto entre dos puntos es la línea curva y no la recta hace pensar, y por las mismas razones sutiles y poéticas, en que la divagación en torno a un tema es el mejor procedimiento de concretar el tema por recreo de insistencia y por ese arte machacón y fino de buscarle muchos pies al gato” (“ibidem”). Por esas y otras razones no es de extrañar pues que desde la dirección del periódico nos urjan a ser más austeros si no en argumentos al menos en palabras.

    El laconismo tiene una larga historia de la que se guarda noticia fechada (Kzysos, Peloponeso, 410 a.C.) ya que según tengo entendido el primer lacónico -etimológicamente derivado de Laconia, vecina de Esparta- fue Lisandro, lugarteniente de Myndaraos: “Barcos hundidos; Myndaraos muerto; hombres hambrientos; no sabemos qué hacer”. Desde entonces, han proliferado chistes al respecto. Recuerdo aquel del cartujo al que la regla de la orden sólo permitía dirigirle dos palabras al abad cada tres años. “Sopa fría”, le dijo la primera vez; “cama dura”, la segunda; “me largo”, fue la despedida. A lo que el abad, sin inmutarse, respondió, “no me extraña, hace nueve años que no paras de quejarte”. Disculpe el lector si ya conocía el cuento pero es que el laconismo tanto suscita elogiosas consideraciones basadas en una estimable predisposición a la economía de medios como críticas que lo reputan de coartada para la incapacidad expresiva. No obstante, en honor a la verdad, lo que aquí se nos pide no es laconismo sino brevedad. Y ese es el problema. Porque los periodistas profesionales han sido formados para ir directamente al corazón del tema, reteniendo lo sustantivo en unas cuantas frases y dejando los adornos accesorios en el tintero, mientras los colaboradores solemos provenir de horizontes en los que sumar líneas puntúa. Asimismo, quien escribe casi todos los días no debe ni puede extenderse en sus considerandos so riesgo de fatigar al lector aunque esta norma no sea tan general en el caso de quien apenas aporta un artículo semanal. De hecho, casi todos los grandes periódicos habilitan en las páginas de opinión suficiente espacio -seis mil caracteres decimos en la jerga- para el artículo estrella de cada día, pero no es menos cierto que con disciplina y un sencillo trabajo de poda, corte y confección lo que va sin tasa en dos folios es más elegante en uno.

    En fin, burla burlando debe ser la primera vez en mi vida que termino un artículo dentro de lo preceptivo no sin antes revelar como remataba el de González-Ruano: “En campo gris, tintero y pluma, armas sois de esta artesanía iluminada de ir escribiendo, para quien, como yo, litiga aún ilusiones…”.

    Adrede

  17. Escucha,Miguelito,tienes un ego que te lo pisas.Por qué kojones, cuando escribes tù, los caracteres del texto son bastante grandes, y,en consecuencia, inteligibles,pero cuando escribe mi amigo Adrede son minùculos.!Asì no hay quién lo lea, corazòn!

  18. adrede.

    (Quizá del cat. adret, y este del lat. ad directum).

    1. adv. m. De propósito, con deliberada intención. U. m. en sent. peyor.

    Así dice la RAE.

    Supongo que la deliberada inteción de Mr. Adrede es la de parecer un enterado. Pero no le sale: es un pesado al que le sobra el tiempo y no sabe atenerse al tema.

  19. Estimado señor Posada, quede claro que quien firma como padre de Adrede no es mi padre, ni los textos cuya autoría me atribuye son, en consecuencia, míos, puesto que no soy su hijo.

    Asimismo, quisiera dejar claro que es quien firma como "follandeiro" el que se arroga mi paternidad y quien escribe esas prosas tan poco aseadas sobre el pollo con pistachos que sirven en un bar de Kentucky -las novelas de faulkner han causado estragos.

    Yo soy socialdemócrata, umbralista y pansexual. Nada que ver con follandeiro, que tira a derechón. Usted, señor Posada, a quien leo siempre con hartos provecho y delectación, sabrá discernir, por el correo electrónico, al verdadero Adrede de los émulos.

  20. Señor García, creo que debe disculpar a mi sobrino. Gusta harto de sodomizar pavos en Nochebuena y se las da de socialdemócrata, pero en verdad es un carlista afiliado y con carné. Si lo sabré yo, que le acompañé el día de la jura de Bandera, cuando hizo la mili en Ceuta y se chupó varios meses de talego por frecuentar antros donde se ocultaban chaperos resudados y con bigotes llenos de carne podre de cordero. Miente como un bellaco, ni es umbralista ni pansexual. Plagia a Umbral por cinismo y por ridiculizarlo, y en Nochevieja nos tememos que volverá a pasearse desnudo delante de la abuela tocado con su boina roja y un foulard blanco tapándole las tetillas.

    El padre de Adrede es el marido de mi hermana Lola, y bien contenta que la tiene. Está orgulloso de su hijo y hace todo lo posible por difundir su obra, de inconfundible sabor neocasticista, feroz concubinato entre Hoyos y Vinent y Juan Manuel de Prada, escritor a quien mi sobrino honra harto en sus lúbricas noches solitarias.

  21. Despiste, hágame el favor de indicarme cuál es el tema, que no me entero.

    Mira, chulito, de Dreyer sé yo todo lo que hay que saber, pues con 14 me leí todos los Cahier de la buena época. Sé que la actriz que interpreta a Jeanne en La Passion de Jeanne D’Arc se llama Marie Falconetti. Sé que la película se basa en las actas originales del proceso y en dos novelas de Joseph Delteil. Sé que, inquirido por Bazin, quien veía en Juana de Arca una obra "en imágenes", dijo Dreyer: "¡Pero bueno, Juana de Arco es también palabra. E incluso más trágica, más teatral que Gertrud. Y además hay una cosa que siempre me digo: poco importa lo que nos llegue de la pantalla, siempre que interese. Me da igual que domine el texto o la imagen. Además, me parece estúpido no reconocer la importancia del diálogo…"

    ¿Tienes suficiente, DESPISTE?

    Mira, piltrafilla, con quince años yo sabía más de cine que Garci. Hoy el cine me aburre, por eso paso, o sea.

  22. Sobre Cela

    Vuelvo a leer la obra de Cela con la que tengo trato habitual desde hace cuarenta años sin que me aburra ni fatigue y de la que, por el contrario, siempre extraigo enseñanzas de provecho. La crítica literaria en Galicia, salvo las excepciones de rigor, no ha sido justa con su memoria ni con su honor lo han sido quienes enjuician los más oscuros avatares de su vida, que siempre han estado claros para sus amigos, y que él admitió sin sonrojo. Pocos hay, en efecto, que hayan acertado con el diagnóstico de lo que ha representado en la historia de la literatura contemporánea “Madera de boj”, “Oficio de tinieblas 5” o “Mrs. Caldwell habla con su hijo”. Por la misma razón que tampoco otros han acertado a colocar en su sitio, vagamente hacia las nubes, la prosa sin brillo, la poesía patriotera o el ensayo chapucero de tanto escritor insustancial. Esta desorientación crónica, tan gallega y española, nos hace pagar ya gravosas esterilizaciones en sus consecuencias pues rompe una continuidad y una serenidad sin la cual no hay manera de asentar la innovación. ¿Zonas oscuras en la vida de Cela? Qué pensar entonces de las de quienes han utilizado en plena democracia su poder político para eliminar al adversario y encumbrar al camarada. En las vastedades del mundo universitario y literario, sin ir más lejos, hay ejemplos a miles. Por no hablar del clima de delación y persecución que se ha instalado en Cataluña, Galicia y Pais Vasco.

    Se ha dicho hasta la saciedad, y quizás haya sido Miguel García-Posada quien más atinadamente lo ha expresado, que las fuentes nutricias de Cela fueron el realismo literario español, con Quevedo y Valle Inclán a la cabeza, y los escritores surrealistas, principalmente de filiación francesa. De la primera de estas influencias habría de salir la “Familia de Pascual Duarte”, tan duramente española en su planteamiento y desenlace pero que -como “A esmorga”- trasciende el ámbito de la ferocidad carpetovetónica para plantarse en la universalidad en la que habita “L’Etranger”, mostrando las entrañas de la condición humana, el desvalimiento y esencial soledad de toda persona. De ahí que conserve, aún hoy, su rozagante lozanía. Del surrealismo mana el arroyo verbal deliciosamente delirante en que convierte a “Mrs. Caldwell”. Y aunque de efectos menos duraderos -que se manifestaron en el alumbramiento de “La colmena”- las novelas de Faulkner y sobre todo de Dos Passos, en su canto coral de personajes colectivos, sirvieron a la mano del maestro como modelo literario para la exposición de un carrusel tan ceñidamente definitorio de la posguerra española.

    Todo ello, sin embargo, no es sino balbuceo del instinto de muerte celiano, intentos fallidos buscando la expresión final de la novela, la estocada última a la herencia literaria decimonónica, a la que finalmente pone término en su testamento narrativo: “Madera de boj”. Porque si el “Quijote” marca el nacimiento de la novela “Madera de boj” la entierra. Superior a “Ulysses”, con la que muy acertadamente Cesar Casal la comparó en estas páginas, el vendaval de palabras que transitan sin sosiego, ni destino, ni pretensión otra que la de la arbitrariedad del mundo encapsulada en unos centenares de páginas de belleza narrativa indescriptible, “Madera de boj”, que casi nadie ha leído, es el crimen perfecto, la obra maestra del destripamiento por jamás inigualado de ese asesino genial que fue CJC, tan gallego él. Velan los palos.

  23. Señor Miguel,

    juro por los clavos de Cristo que el que suscribe como "padre de adrede" es el verdadero progenitor (si lo sabré yo, que me estuvo trabajando nada más matrimoniarnos 17 días y 20 noches seguidas. Después se fue a por cuarto de jamón a Cangas y aquí le estoy esperando. Me cuentan que ahora anda con una rubia siliconada con los labios dulces como hoja de culantrillo, según sus amigos). A lo que iba: el chico es que lleva muy mal eso de tener un abuelo Guardia Civil, ser renegrío, y un padre de las JONS, que milita como sirviente del fantasma del Caudillo, y haber aplaudido, cuando niño, al Generalísimo por las calles de Ferrol.

    Pero, mire, como madre que soy le pido que revise los textos del niño, que apunta maneras.

  24. 27/12/2006 21:47 por DESPISTE

    *********

    Asì dice la RAE?

    !Ah,bueno,cuànto se aprende aquì! Yo creì o creìa que la RAE y su diccionario eran muditos y resulta que hasta hablan.Anda tìo, no ghodas, menuda mierda el diccionario de la RAE que le atribuye "garras", de àguila, a los leones a los leones. !Zarpas,koño,zarpas! Y a ver si me dan el Nobel de una puta vez que me voy a quedar sin él,como Céline.

  25. Qué carallo pasa? Sì,soy maricòn y de las JONS. Y al primero que le falte a mi amigo Adrede, asimismo algo monflora, en Murcia, y ministro,en Buenos Aires, es que lo deslomo.Que bujarròn sì soy,pero macho,no como otras damitas que bien les gusta que las ponga viendo para El Ferrol de Su Excelencia.

  26. Putiflor, mala madre,deja al niño en paz que bastante traumatizado ya lo tienes.Me sobro para promocionarlo.Sigue ocupàndote con Fito Pérez N’Gouma,que lo tuyo son los 25 cms de ternura. De ahì palnorte.

  27. Qué hostias, dices, Adrede. Todos sabemos que eres de un pueblo de Murcia, ni astur ni galaico ni andaluz. Murciano y de pedanía. Fui compañero tuyo en el instituto, donde limaste las tazas de los váteres lamiéndolas después de que se sentaran las posaderas de David Ufarte de Gago y Martín de Cotobello, que iba a un curso superior y sabía de tu apego por él. Babeabas de lo lindo y él gustaba harto de pasarse los Ducados por el canalillo del culo para que luego te los fumaras delante de todos.

  28. Pero Adrede, qué dices, hombre, pero qué dices. ¿Socialdemócrata? ¿Umbral? Tendrá huevos el tío. Mira, sabes que lo de Cvalda -Dios la guarde siempre y bien- te lo paso porque uno tiene que tener sus apaños, pero que tengas las santas narices de renegar de la propiedad privada y el libre mercado… ¿Y los negocios de la güisquería?

  29. Bueno,otro enterado que confunde a mi zahorì granadino, buscòn de la fuente de la prosa eterna, con Villena. Con Villena o con quien sea, pero se confunde.Estos gallegos,es que nunca se sabe si entran o salen.

  30. En esta vida todo el mundo lleva a cuestas una cruz y la mía -ay- tiene acento gallego y proyecta sobre mi persona y sobre mi reputación todas sus frustraciones homoeróticas.

    ¡Qué cruz!

  31. ¿Compañero de pupitre? ¡Pero si a mí me sentaban en la mesa del profesor, pollopera!

    El gallego y su cuadrilla. ¡Qué cruz! ¡Qué cruz!

  32. ¿En el pupitre del profesor? No tengas morro, chaval, en mis rodillas, corazón, en mis rodillas. Y de gallegos nada, murcianicos, de la misma huerta.

  33. Yo no tengo ninguna relación con Murcia ni con Furcia. Vamos, no me voy a levantar ahora a desempolvar el árbol genealógico, pero es seguro que ninguno de mis antepasados pasó por esa tierra cuyas huertas dan berzas como versos y cuyos poetas escriben versos como berzas.

  34. Adrediño, siempre tan tontiño. No soy gallego. Compartí pupitre contigo en las mesas de la última fila, donde gustabas harto de leer tebeos de Zipi y Zape y recitar doloras de Campoamor a Martita Beltrán de Vado-Alto y Gutierremuñoz. Tus primeras incursiones en la literatura fueron -ay- epístolas suspiratrices de caligrafía lacustre -los borrones de tinta lo impregnaban todo- donde flotaban a las veces toscos pareados de rimas improbables. Huelga decir -ay- que Martita Beltrán de Vado-Alto y Gutierremuñoz no leyó nunca tus cartas, pues eran interceptadas por mí, traidor recadero, y redirigidas a tu abuela, que atemorizada por un posible intento de incesto te sacó de la escuela y te llevó al colegio del Opus donde te hiciste carlista, tradicionalista y amante de los ejercicios de Masoch. Martita Beltrán de Vado-Alto y Gutierremuñoz gustó, curiosamente a partir de tu marcha, de regalarnos sus bragas semana sí semana no. Guardo aún dos de ellas, de la color del cielo la una, fucsia la segunda.

  35. Cierto, Adrediño, cierto. Menudo susto me diste. Atemorizadita, atemorizadita me tenías con aquellas cartas suseras.

  36. Mi colegio, ignaro e impostado condiscípulo, no era mixto. Tales escarceos entre sexos opuestos sólo tenían lugar, en mis años mozos, en los centros públicos, adonde iban los pobres de espíritu nacional, como tú.

    Así que sigue fabulando. El señor Posada seguro que se regocija de tu impericia narrativa.

  37. Adredete, al que desvirgó uno de Alpedrete, tiene razón. El colegio no era mixto. He tratado de disimular para no dejarte en ridículo. No era Martita sino Ramón la diana de tus epístolas cuajadas de -ay- ayes y suspiros -ay- halitósicos. Asimismo, el destinatario de tales misivas, que distraje en un arrebato de furia adolescente, no fue tu abuela sino tu abuelo, que te fundió a hostias en una noche memorable en la que tus gemidos de placer se oyeron por toda la provincia. Cuanto más hundía el vergajo tus fláccidas carnes, más placer mostrabas.

  38. Hace ya varios días que vuelan por los blogs y periódicos de España y Navarra e incluso por mi correo privados unos cuantos pajarillos que a pesar de su poca envergadura, o precisamente por ello, andan pidièndome guerra. Que les babea, arde y tabletea el culo como una ametralladora, vamos. Pero yo, hallándome a resguardo en lo más eminente del puerto de la varonil edad, corona de la vida, tan superior que puedo señorear toda la costra humana, contemplo el espectáculo, cuan agradable, con placidez y descubro sus corazoncitos de pardales, sus culillos tan jóvenes y sin embargo tan hollados, sus pollitas nunca acariciadas por hembra, sus bolsillos siempre vacíos, sus almas humilladas en fracasadas hombrías. Es decir, unos mequetrefes que quieren pasar a la posteridad por haber sido sodomizados por talla XXLL : “Pues sí, a mí me dio por culo varias veces Adrede en un dialogo desigual . ¡¡¡Como dolía, como sangraba, pero fui tan feliz de haberme medido finalmente con un hombre. Con uno de verdad!!!”;

    No mucho ha, bastante me valieron mis cien ojos que todo el día empleaba sin cansarme nunca de la belleza. Pero, cosa rara, lo que a mis ojos impares cincuenta parecía blanco a los pares parecía negro: tal es la variedad de juicios que habitan en mí y tan tornadizo soy en juicio y gustos que paso de darle por el culo cuando me place a mi ex compañero de pupitre y cuando a mi prima lo mismo que alterno los colores de mis porsche o la sonoridad polisémica de mi muy leprosa prosa.

    Al tal Suso de Tonto, verbigracia, que por perversa manía se mete constantemente el dedo en el culo y después lo huele y así una y otra vez, no voy a hacerle demasiado caso que ya se lo haré cuando lo tenga entre mis brazos, quizás en la próximamente en Galicia cuando me invite mi maestro Calaza a su pazo blasonado, y le voy a dejar el careto, y por la misma ocasión el pérdigo, como para que se encargue uno nuevo. En cuanto a la otra morralla, al O’Rivas, que responde cuando le silbaban o bien si le dicen Azucar, y que aficiona esputar en un pañuelo y extasiarse en la observación de su proeza que después lame golosamente, a esa le tengo reservada un cara a cara que le van a tener que hacer un boca a boca. Todo se andará. De momento, que la una siga mandàndo a tomar por culo, si tan alta gloria cree alcanzar con ese original denuesto, y el otro que me siga insultando desde donde mora la perra de su madre y el bujarrilla de su padre pues en la distancia corta no le voy a dar mucha oportunidad. ¡Qué jóvenes y guapos éramos, cuando vivía el General!

  39. Rotas y sin vigencia las normas que otrora sofrenaban mi pulsión cunilingüistica decidí perfeccionar mis dotes naturales en Gran Bretaña. La primera vez que tuve el honor de comerle el coño a la reina madre, en Balmoral, me impuso el negro vello de su pubis un alelado respeto, pues no es lo mismo meterle unos buenos pollazos en el ojete a Zerolo, verbigracia, que postrarse ante el arco del triunfo de quien comanda la Home Fleet, y pasar quizás a la historia por esos azares que se producen. Aunque soy poco dado a fantasear, mientras introducía el bistec en donde ella señalaba con su augusto dedo “here, bastard”-que sabía a mantequilla de Essex, miel de Escocia y cerveza irlandesa de barril- no pude evitar que un escalofrio me traspasara de placer ante la posibilidad de poder contar algún día en el Gijón que cuando sonó el teléfono rojo en la noble cámara, para comunicarle a Isabel el estallido de la tercera guerra mundial, estaba yo, Adrede, el que desvirga hasta en el retrete, perpetrando un sesenta y nueve, conforme a los cánones, con quien sin inmutarse contestó con esa flema que sólo se da en las grandes familias: “mira Donald, métele un misil por el culo a Nancy, que buena falta le hace, y déjate de decirme que hay que bombardear Andalucìa porque tu hija cogió la sífilis cuando fue a aprender àrabe a Granada”. Y sin otro requisito colgó y prosiguió conmigo, aunque en tono más autoritario, “hijo de puta, me estás volviendo loca”. Y acto seguido se meó en mi boca al tiempo que tragaba un cuarto litro de esperma. Por mi gusto, me habría limitado a esas formas de cortesía y homenaje, tomando a renglón seguido la puerta dada mi humilde condición, sin intentar exponer siquiera el objeto de mi visita que no era otro que sodomizar al Orejas, que había conocido tiempo atrás en un bar de maricones gaditanos en Paris. Pero el embajador de España, Manuel Fraga, buen amigo de mi padre, me había advertido previamente, con profundo sentido de hombre de Estado, que por el bien de nuestro país en ningún caso debía abandonar los reales aposentos sin obtener el nombre del caballo que habría de ganar el derby de Canterbury el domingo siguiente, 14 de mayo. Y como de alguna forma había sido fiador mío en otras empresas que el pudor me impide comentar, y, modestamente, la verdad sea dicha, también yo estaba bastante hecho al trato de personas altas pues, verbigracia, ya había tenido ocasión de comerle el coño a Carmencita Bordíu -que sabía a ostras, cochinillo y lechada- le expresé a la reina el gusto que tendría en darle por el culo una hora seguida sin pedir nada a cambio excepto el nombre del semental en cuestión. Con exquisita bondad HMQ acogió la pretensión y tratándome como a persona suya, que por suyos tuvo siempre a quienes fueran leales follando, me dijo con pocas y precisas palabras: “Folla hasta reventarme. En lo tocante a las carreras de caballos te contaré muchas cosas. Para que las sepas pero las calles”. Así que las callo. A los diez minutos de taladrar a HMQ ya habíamos roto no diré el hielo dada la diferencia de condición pero sí la cama, y rodando sobre la moqueta, mi terreno de juego habitual, vi sus ojos de perplejidad cuando le largué un esputo en la cara mientras le tiraba del pelo como si cual Tarzan me agarrara a una liana. No obstante, la sorpresa fue relampagueante y su buena sangre azul, heredera de mil batallas, se sobrepuso y jadeando empezó a farfullar “fuuu…eee…goooo, fuuuu…eeeeee…goooo”. Todo hay que decirlo, me acojoné un poco pues temí que los comandos de escolta me acribillasen a tiros allí mismo, que, dicho sea de paso, hubiera sido muerte digna aunque prematura. Gran error por mí parte, rápidamente corregido por el certero instinto de follador nato que tengo pues de inmediato comprendí que la reina, como cualquier otra hembra, o con más razón que cualquier otra hembra, me estaba pidiendo que le diera lume, caña, fuego, brasa, en fin, que le sacara chispas del coño. Y, claro está, se las saqué, para algo soy, bien lo sabe Cvalada, Adrede, él que saca y mete. Mientras le metía brutalmente el macizo de la pura raza celtibérica que me adorna me aventuré a entablar galante conversación con ella para amenizar el encuentro -“te gusta, eh, hijaputa, te gusta que te folle, eh, zorra, a que te gusta”- largándole más esputos copiosamente llenos de saliva para recordarle la humedad de la esperma que le iba a suministrar, y ella, con vena jovial, riendo y llorando al mismo tiempo respondía por elegantes monosílabos toda vez que era parca en palabras: “siiiiii, ay, siiiiii, ayyyyy, siiiii, aaaaah”. Me admiré ante ese lenguaje claro y castizo de la reina, ese lenguaje de quien sabe hablarle al pueblo con sencillez haciéndose entender sin circunloquios pedantes. Lo cual no mermaba en absoluto su cultura pues cuando era necesario utilizaba modismos elegantes y adecuados a la situación que soltaba con fluidez y en el preciso momento: jooodeeeeer, jooodeeeeer, ah, ah, ah, hooooostiaaaaaa, aaah, ahhh, hoooostiaaaaa, joooodeeeerr, madremiiiiia, madremiiiiiiaaaa. En su lenguaje, propiamente aristocrático y rancio, perfectamente equilibrado, sin arcaísmos lusistas ni modernidades castrapeiras inútiles, encontré yo aquel día inspiración para una vocación oculta que afloró inesperadamente con terrible fuerza al tiempo que nos corríamos como cerdos. Si bien joven, decidí escribir mis memorias pero ya.

  40. Llame usted a la policiía Sr. García-Posada o pida al administrador que le indiquen de dónde proceden esos mensajes: sin duda se trata de un loco o un obseso.

    No hay derecho, no se lo merece, pida que quiten sus comentarios

  41. Dreyer

    28/12/2006 0:57 por EL CABALLERO DE LA BLANCA LUNA

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    Especie de pelagatos,crees tù que un fino lector de Cela y Umbral,como Garcia-Posada, va a ruborizarse por mi atrapadora prosa arrabalesca?

  42. No, que los dejen. Se supone a qué obedece el dedoblamiento de los personajes, su interpretación de lo que significa libertad de expresión, la calidad de la misma y el impulso que lo anima. También la agudeza de su talento. Es un retrato de una parte de nuestros escritores. Al menos, por escritor se tiene. Y algunos de los términos que utiliza lo ponen muy en evidencia.

    Aunque lo de la policía o la asociación de usuarios de internet no estaría de más. Ampararse en el anonimato es de "héroes".

  43. Hombre,si esto no es un escritor ya me contaréis..

    Un libro (algo) decepcionante

    Espero que todo el mundo esté de acuerdo: por admirado que sea un autor es inadmisible sustraerlo al análisis crítico. Por mi gusto, después de leer “As chamadas perdidas” habría dejado el libro varado entre otros que nunca vuelvo a frecuentar si no fuera porque el alelado respeto con que suele encararse la obra de Manuel Rivas en lugar de estimularlo en el doloroso vía crucis de la perfección lo hunden, creo yo, en los enfangados senderos del provincianismo literario.

    Heme aquí gritándole a Rivas que la literatura es otra cosa. Que la literatura no consiste en llorar como gallego lo que no se sabe defender como escritor -para eso ya tenemos a Castelao- que la literatura no es ponerse los manguitos y practicar el oficinesco cometido de clasificar a los personajes en buenos o malos, ni vestirse la blusa y despachar ancestrales recetas detrás del mostrador, sino en coger la lavativa y enchufársela a quien pretenda llenar el mundo de intocables vacas sagradas.

    No trato, entendámonos, de insinuar que Rivas escribe mal. Todo lo contrario. Manuel Rivas es un escritor inteligentísimo – véase “A medida”, “Todos os animais falan”, incluso “O duelo final”- dotado de intuición literaria y buen gusto envidiables, capaz de cincelar una de las mejores prosas en España, y no es poco decir, pertrechado con un instinto exquisitamente certero y sobrado de alas para llegar, tan lejos como guste, entre los primeros de su generación. El problema apunta por otra banda. Rivas anhela imperiosamente que los “suyos” lo amen, si bien impostando cierto oxoniense tartamudeo y fijando en el suelo la pestañeante mirada de tímido resabiado. Y los "suyos” exigen a cambio un universo literario de valores muy balizados, allende los cuales no hay salvación; o sea: el paraíso de la corrección política “guay” (“A duración do golpe”) , de los justicieros de nobles causas (“Algo de comer”) , del empalagoso sentimentalismo (“Chiapateco”). En literatura, tanta flacidez es muy grave. Porque la virginal cuartilla en la que se siembra la palabra es áspera y esquiva, nunca se entrega con facilidad, hay que violentarla con dolor metiéndole la pluma hasta volverla loca, desgarrándole los carnosos altozanos de la razón. Con riesgo de alcanzar, en el oprobio o en el orgasmo, la auténtica libertad del creador.

    Es lamentable constatar que, en el universo de Rivas y los “suyos”, los niños con el síndrome de Down, ¡oh! maravillas de la ciencia y de la buena conciencia, sobrepasan al resto de los mortales en destreza (“O partido de Reis”). Que con el arbitrio de la moda esa afectación fuese encomiable en santa Diana de Gales me traería sin cuidado, pero no en un escritor de fuste; escribir así es, simplemente, logomaquia de buen chico despistado (o demasiado calculador). Si Félix, teniendo el autor a gala la salvaguarda de su especificidad de “mongol”, como le llaman los “malos” del citado cuento, hubiera hecho perder el partido a su equipo por pasarse los dos tiempos a lametones con el árbitro o con una foto de Marujita Díaz, pongamos por caso, no habría salido menos enaltecido del relato aunque sí más inexpugnablemente auténtico. Puestos a ello, pregunto: ¿por qué tienen que dignificarse los perdedores natos irguiéndose de los derrumbes para poner en fuga a sus enemigos (“Nós os dous”)?. Magníficos héroes literarios serían quienes volviesen a la aldea, con el estigma del fracaso, pateados por desenvueltos gamberros de ciudad que llevan de calle a las cocineras haciéndolas gozar con deleitosa experiencia de señoritos dominadores. Por supuesto, tampoco es menos espiritual y poética la vida de los que en su humilde peregrinar por los arrabales del dolor sólo han conocido infames colchones repletos de ladillas -y el cruel crujido de la cama en el piso de arriba acompañando los elocuentes sollozos de la inalcanzable amada- que la de quienes habitan la cartografía del “enxebrismo New Age” (“A sinceridade das nubes”) sacado de alguna descolorida postal californiana.

    En fin, contrariamente a lo que Rivas pretende hacernos ver, hay, sin embargo, otro universo, el mío y el de Cioran sin ir más lejos, donde cada persona sabe que es la mejor porque siente, en el fondo del alma, que en su lugar nadie podría vivir su miserable vida como la vive ella misma. Tengo la convicción de que, precisamente por personas, los perdedores y los “mongoles” están de acuerdo con nosotros.

    Adrede the Gratest

  44. Ademàs,mi hijo toca todos los registros,y es bueno en todos.Esto lo escribiò en una singladura gallega, invitado por su amigo Yago Churruchao de Deza.Ni siquiera Lorca,en su estadìa gallega, tendiò un fraseo tan definitoriamente ceñido a esa tierra.

    Ulises en Vigo

    Joyce, para apuntar que el mar de Dublín estaba muy frío lo adjetivaba «escrotogalvanizador». Nada tiene que envidiar Vigo a Dublín en cuanto a frialdad marina ni como matriz urbana en la que cada cual es libre de reinterpretar una y otra vez la fuga de sí mismo. ¡Ah, la libertad! Ese viaje al fondo de la noche en el que nunca se llega a buen puerto por culpa de tanta sirena varada, de tanta nostalgia de los atlantes, de tanto hijo espiritual encontrado al tomar la tercera copa. Me lo dijo Pedro Arias, los vigueses están locos pero son la sal de Galicia. Kid Ulises Puialto es uno de esos entrañables y salerosos locos. A los veinte años fue boxing sparring en Barcelona y con la sangre de sus cejas rotas pagó la carrera a cuatro amigos. Ahora duerme en el Breton I, amarrado en el Náutico de Vigo. Frente al desaparecido Bar Comercio, donde caprichosamente algunos sitúan al mítico Navy Bar cantado por Manoel Antonio, pero cuya verdadera localización la da Pierre Mac Orlan en Le chant de l’équipage .

    Hasta los ríos más fatigados acaban por encontrar el mar aunque yo levé anclas en singladura nocturna con Kid Ulises Puialto y, la verdad, aún no hemos vuelto a casa ni creo que jamás encontremos el camino de retorno. Total, para qué. ¡Ah, la libertad! El primer náufrago al que echamos la estacha fue Fernando Furatubos . Fernando es bebedor solvente, de los que nunca hablan de sus penas, que son muchas. Fontanero de profesión, en realidad vive de cazar aguaneiras, ratas anfibias gigantescas que tienen una piel muy suave en la membrana intersticial. A las señoras de la burguesía local, otrora llamada sardinocracia, les encantan los cuellos de abrigo forrados con piel de aguaneira.

    Tuvo suerte Leopold Bloom de no haber bebido en Vigo. Porque además de perder para siempre el camino de retorno habría compartido el dudoso honor de habitar la ciudad con las ratas más grandes de todo el Atlántico «escrotogalvanizador». Con este currículo no es extraño que Vigo fuese durante mucho tiempo cantera abundante y selecta del Grapo y lo sea ahora de camisas azuis lusistas. Furatubos está enamorado de mi prima Margaret Newstreet-Soutton, y aunque sabe que es un amor imposible no para de tararear, sin descolgar el cigarrillo de la comisura de la boca, «Te voy hacer un rosario con las cuencas (sic) de marfil».

    Primero fuimos al Adro a que Fátima nos azotara dialécticamente con su lengua viperina. Nos estuvo bien empleado por beber mencía y meternos en un local de afiliados al BNG, si bien es cierto que a Fátima se le perdona todo. Y, sin embargo, a mí Penélope, digo Molly, digo que ni miento ni me arrepiento, no me perdona nada. Ni en Vigo ni en Dublín. ¿Qué mujer no pasa la vida tejiendo de mentiras el tapiz con el que torea a todos los Ulises que le salen al paso? Esas son astas y no las de Islero. Después recalamos en el Nos algo desarbolados pero dando el pecho como Fraga en Palomares. Qué hermosos son los solitarios del Nos, y sobre todo las solitarias, con sus almas tatuadas de lágrimas. Hay en el puerto de Vigo un velero cariñoso en el que se imparten las mejores clases de navegación de toda Europa. Su capitán tiene la voz grave de los boxeadores pobres, decentes y valientes. También es dueño de una de las inteligencias con pegada más demoledora que cabe echarse a la cara.

    «Entre la neblina, / trasponiendo mi mirada, / se esquivó el velamen. / Nos dejó la bahía/ llena de ausencia/ y la mañana sin perspectiva/». Maldito Manoel Antonio, ¡qué bien escribías!

  45. Acudo compulsivamente, de buena hora, para deleitarme again con la vivificante correspondencia que, !por fin!, se intercambiò ayer aquì, y me encuentro con que la mitad de los posts han desaparecido. Miguelito, si Cela levantara la cabessa…

  46. No erraba el camino mi prima Margaret Newstreet-Coutton al sostener que un Mercedes estrellado a tiempo en buena compañía contra la verja del Banco de España puede aportar muy encendidas delicias eróticas, pero en lo tocante a presentarse dignamente ante La Pilarica se precisa más sofisticada infraestructura. Por lo menos, un Ferrari de hidalgo y el misterio de un amanecer.

    Parte de los males que asolan nuestra patria provienen del exceso de progres con master y “todoterreno”, o deportivo de quiero y no puedo, y de la escasez de hidalgos en Ferrari. Porque la hidalguìa es una actitud estética y por tanto ética. Aunque en cuestiones de estética tampoco está nada mal echarse al monte para asombro del mundo entero, y especialmente de los lectores políticamente correctos, aunque fuere armados solamente de un tuvo de vaselina y del legado de El Empecinado. Es cierto que todo discurso estético ha de querer significar algo, aunque su real significado pueda aparecer envuelto por el velo del misterio, pero no hay razón para que la intelectualidad “yuppy” lo capte en primera lectura. Lo mismo le pasó a Caravaggio.

    Entiendo como condición inexcusable de la revolución hidalga que no haya más razones que las estéticas y testiculares lo que obvia que su contenido sea conforme a derecho o fundamentado analíticamente. Porque eso es lo que falta: clase y hormona. Al discurso iconoclasta de la hidalguía rebelde se le pide, ante todo, oscuridad sin menoscabo de valor, y el pueblo ha de encontrar en ello cumplido su deseo de información deshonesta y demagógica, que es a la que está acostumbrado, aunque la misma no se presente parcialmente ni se hurten las fuentes principales para profundizarla. En mi caso, remito la exposición a cuna conocida -La Pilarica y El Empecinado- e incluso peco de excesiva humildad dejando en inclusera orfandad mis propias opiniones. Y si todo esto os parece poco claro no quiero ni pensar como os habrá parecido lo que opinaban los del “sí pero no” y los del “no pero sí”.

    Doy por hecho que los manuales de nuestra estudiosa mocedad han envejecido rápidamente -¿qué fue de los laines o de Marta Haenecker?- y si incorrectas son las ideas en ellos contenidas para la buena intelección de nuestra época son también, y en sí mismas, no poco confusas y perjudiciales. En algún que otro artículo, dejé ya dicho qué es lo que entiendo por método pedagógico bueno para el hidalgo español del que soy acabado ejemplo -Ferrari, suelas de los zapatos agujereadas, mala leche y certero en la estocada y el disparo, mereciendo mención aparte mi arte para endeudarme y cantar boleros y coplas- y cumple ahora precisar los contornos de las demás nociones. Pero me niego. Queda dicho cuanto antecede con absoluto convencimiento y después de recordar que la revolución reaccionaria es relación de simbiosis y soledad superior que invade ámbitos distintos a los del mero comadreo. Así, el hecho de postrarse ante La Pilarica es garantía de ser portadores del divino y auténtico zarpazo español, que por sí mismo destroza cualquier pretensión monopolizadora de afrancesamiento europeísta y que tiene efectos devastadores allende nuestras fronteras pues siempre hemos sido espejo, en cuanto a hidalguía, en el que toda Europa se ve. Y ese zarpazo es la única santísima forma de acabar con el confort moral de los progres, los articulistas aburridos, la música bacalao y la invasión cultural africana, que aunque hacen unos pinchos deliciosos son más retorcidos que Maragall. Que, por supuesto, no es hidalgo.O sea.

  47. Retrato de mi hijo

    Mi hijo Adrede encarna como nadie la figura del perdedor por derecho. Él fue, además, quien estrenó en Granada las prendas del dandismo existencialista umbraliano vivido con absoluta afirmación. Antes de que los intelectuales andaluces se dedicaran a escribir malos obituarios, Adrede delineó los trazos del urbanita antifranquista y cosmopolita con una fuerza tal que aún imprimen un visible carácter en muchos que incluso lo superan en edad,dinero o conocimientos. Es Adrede la encarnación misma de la superioridad de la inteligencia sobre la memez ejercida con una seguridad demoledora pero sin adarme de desprecio. Su rechazo de la mediocridad literaria la manifiesta desde la fanfarronería de la homosexualidad viril que exhibe sin recato, quizás por ello lleva de calle a las más bellas mujeres. Acabarà siendo,como su alter ego Garcia-Posada, un reaccionario en política, pero el armazón de su culta elegancia, tan duramente conseguido, es envidiada por toda su generaciòn y plagiada hasta en la forma de escupir. El heroísmo de transitar con tanto estilo se paga caro y a Adrede se asignan singularmente los manriqueños acentos del bellísimo epitafio que Machado dedicó a Alejandro Sawa: “Jamás hombre más nacido/ para el placer, fue al dolor/ más derecho/ Jamás ninguno ha caído/ con facha de vencedor/ tan deshecho”.

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