Fue un príncipe de la lengua de Castilla, para la que forjó nuevas palabras (guerracivilismo), sublimó giros vulgares (lo cual que), hasta acuñó nuevos signos de relación (creemos/pensamos). Además escribió varias novelas bellísimas, hermosos libros memoriales  y demostró de nuevo (manes de Azorín y Ruano) que el periodismo no era incompatible con la dignidad del lenguaje y su pureza sin arqueologías. Fue un hombre libre; algunos no se lo perdonaron nunca. Un editorial de un periódico dedicó muchas líneas a un joven futbolista prematura y trágicamente desaparecido  por las mismas fechas que Umbral y “consagró” la última línea  –solo la última– al gran escritor, que fue destacado colaborador de ese periódico durante quince años. Una manera como cualquier otra de insultar. Allá el editorialista. Y el periódico.

 

Miguel García-Posada

 

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Un comentario

  1. Es el mal de nuestros días. Se valora más lo vano y superficial que lo bello y eterno. Umbral me ha parecido siempre un grandísimo escritor en muchos libros, pero no en todos… Respecto al editorial, debe de referirse Vd. al del periodico "El País". Sus dos escuetas páginas interiores contrastan vivamente con el extensísimo monográfico del diario "El Mundo". Es insoportable el sectarismo de "El País". S.

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