El tren expreso (Fragmento). Ramón de Campoamor

Enlace a El tren expreso de Ramón de Campoamor en poesía y ciencia

En el siglo XIX, antes del tren, en el principio fue el vapor.

¡Oh siglo del vapor y del buen tono!
¡Oh venturoso siglo diez y nueve…
O, para hablar mejor, décimonono.

Con este terceto empezaba la “Epístola moral sobre las costumbres del siglo XIX” escrita por  Bretón de los Herreros en 1841, año en que el ferrocarril aún estaba por llegar a España. Pronto sin embargo, a partir de las primeras líneas construidas: Barcelona-Mataró en 1848 y Madrid-Aranjuez en 1851, los trenes comenzaron a aparecer en la literatura y poesía y ya no la abandonarían hasta bien entrado el siglo XX. (Nota 1).

Emilio Sala. Retrato de Ramón de Campoamor 

De entre todos los poemas dedicados al ferrocarril – o en que éste constituya parte fundamental –  destaca El tren expreso que, desde poco después de su publicación en 1872, se convirtió en tremendamente conocido. Como toda la obra de su autor, Ramón de Campoamor, que fue uno de los poetas más populares de la segunda mitad del siglo XIX. Máximo representante del realismo en poesía, sus versos fueron memorizados y declamados en muy distintos espacios, alcanzaron numerosas ediciones y se editaron en múltiples ocasiones y su presencia en antologías, ediciones populares y libros de texto los hicieron muy populares.

El arte por la idea frente al arte por el arte, el uso de la naturalidad y el lenguaje común, la existencia de un argumento en el poema y su vinculación a las circunstancias y costumbres presentes en la sociedad contemporánea, constituyen los pilares en que fundaba su poética  Ramón de Campoamor. Todas estas características se encuentran en El tren expreso en el que éste se convierte, por encima de los dos personajes y su triste historia de amor, en el auténtico protagonista del texto. (Ver Nota 2).

 

Casa Palacio de Campoosorio en Navia
en que Campoamor vivió en su infancia

En efecto, el tren se halla presente con peso y entidad, en once de las veintiuna estrofas que completan los tres cantos de El tren expreso, y  siete,  de las once indicadas,  tratan de forma exclusiva de muchos aspectos asociados al ferrocarril, tales como: progreso, vapor, locomotora, fragor y rechinar de la máquina, paisaje en movimiento, viajeros y estaciones. Hemos seleccionado para esta entrega de  poesía y ciencia las estrofas VII y VIII del Canto Segundo.

De la íntima asociación en todo el poema del tren a la velocidad es buena muestra la estrofa VII. Siguiendo el artículo “Materiales y guía para el comentario de El tren expreso de Ramón de Campoamor” de Miguel Ángel García, la estrofa VII (sic) “presenta de forma muy ajustada la impresión de movimiento esta vez a la luz del día….Los ojos se hallan deslumbrados por la velocidad del paisaje, que impide la actitud contemplativa. Inesperadamente la inteligencia poética de Campoamor introduce este matiz: ya no es tanto la velocidad del tren que ahora parece quieto, cuanto la velocidad de las cosas que miramos por la ventanilla que huyen y huyen…Los postes del telégrafo (“uno, dos, tres y cuatros, veinte ciento”) fluyen en dirección contraria a la que avanza el tren expreso…”

 

Los pequeños poemas. Edición de 1879

En este caso se trata de las impresiones a la luz del día. Las impresiones nocturnas de la velocidad del tren quedan descritas en la estrofa IV del Canto Primero en que inmediatamente después de la salida, la marcha del tren en la noche es descrita con temor, casi con pavor. Se conjugan, tal como describe Gerardo Diego, «fantasmas de la imaginación con visiones fragmentarias del caos nocturno del otro lado de la ventanilla«, dando lugar a «una síntesis anticipadora de vértigos cinematográficos y abismos psicológicos que sin hipérbole podemos calificar de profética»

En El tren expreso se manifiestan sentimientos contradictorios de fascinación y temor ante el progreso técnico. Las partes positivas del progreso se muestran, fundamentalmente, en la estrofa VIII. Continuando con el artículo mencionado en el anterior párrafo, Miguel Ángel García comenta (sic) «De pronto Campoamor, como si fuera uno de los muchos poetas que en la segunda mitad del siglo XIX dedican sus versos a celebrar el progreso de la ciencia y de la técnica escribe los siguiente:

 

 Edición de El tren expreso en formato Postal

¡Oh mil veces bendita
la inmensa fuerza de la mente humana
que así el ramblizo como el monte allana…

¿Dignas son, vive Dios, estas hazañas
no conocidas antes …!

Campoamor canta los adelantos a los que conducen la fuerza de la mente humana, las innovaciones de la ciencia compatibles con ese «vive Dios»… Hasta cierto punto con esta bendición del progreso se desvanece la visión amenazante de la velocidad (en la noche o en el día) forjada anteriormente a lo largo del poema».

 

El tren expreso. Edición popular.

Muchos otros aspectos relacionados con el ferrocarril y su poética se encuentran presentes en El tren expreso, destacando las imágenes que tienen que ver con la naturaleza salvaje: el tren es visto como una fiera encadenada, como una serpiente que sale de su nido, como un león con melena de centellas como un reptil que entra en su guarida o como un caballo desbocados.

En todo caso, el poema exige lectura completa y atención a la sorprendente, triste y, finalmente, un poco tétrica historia de amor que incluye. De la lectura uno puede comprender como la llegada de la técnica y el progreso del tren con su movimiento y su velocidad que constituyen el fondo sobre el que se desarrolla la acción, hacen que ésta acción se vea transformada y se convierta en una nueva experiencia propia de la época presente en la que sitúa Campoamor a sus lectores. No estamos ante una abstracta e intemporal historia amorosa, sino ante  un episodio de amor en un tren, bajo el vértigo y el dinamismo desencadenados por ese elemento nuevo de la época que es la velocidad.

 

Notas y enlaces

1. Gerardo Diego en su artículo El ferrocarril en la poesía , (incluido en sus Obras Completas. Prosa, tomo VIII, pgs. 1052-1087 de la Editorial Alfaguara), estudia la presencia del ferrocarril en la poesía española a lo largo de casi un siglo; desde mediados del XIX hasta los poetas de la generación del 27, pasando por Unamuno y Machado. Se detiene en diverso aspectos de El tren expreso del que indica «… es lo que su título por entonces escandaloso promete, un verdadero poema protagonizado por el devorador monstruo ingenieril». En el artículo aparecen muchos poemas y entre ellos el que probablemente sea el primer poema español sobre el ferrocarril que no me resisto a incluir a continuación.

Entre los inventos mil
ninguno tan portentoso
como el del ferrocarril.
Tan rápido como el viento
te lleva hasta Mataró
el carril, en un momento.
Jamás tal cosa se vio;
el comer en Barcelona
y el cenar en Mataró. 

2. Para mejor comprender el poema El tren expreso y la figura de Ramón de Campoamor, resulta imprescindible la lectura del artículo “Materiales y guía para el comentario de El tren expreso de Ramón de Campoamor” de Miguel Ángel García de la Universidad de Granada, (Sociocriticism 2006 – Vol. XXI, 2). En él además del análisis pormenorizado del poema, se estudia de forma detallada la obra poética de Campoamor, su enorme importancia dentro de la literatura del siglo XIX y su vigencia actual. En este último aspecto se indica lo siguiente:

«Hoy por hoy, después del largo purgatorio al que se vio sometido y tras la revalorización que ha experimentado por parte de la crítica (Gaos, 1969; Cernuda, 1957; Borja, 1990; Bonet, 1994; Montolí, 1995; Lombardero, 2000) y de la «poesía de la experiencia» (García Martín, 1995),  su nombre resulta indispensable para abordar y discutir, a partir de una producción y una teoría poética concretas, el concepto de poesía realista con el que ha trabajado la historia literaria.»

«… últimamente se viene insistiendo, creemos que con razón, en el carácter contemporáneo de Campoamor, en la actualidad de su pensamiento poético. No es desdeñable la idea de que Campoamor representa otra forma de inscribirse en la modernidad… Basta con recordar su voluntad de romper con el lenguaje preconcebidamente poético que legaron los románticos a las promociones que vinieron después, punto de arranque del «rescate» que sobre sus intenciones poéticas operó Cernuda.»

 

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