Hipocondría. Virginia Aguilar.

Enlace a Hipocondría de Virginia Aguilar en poesía y ciencia

Como soy poco aprensivo tengo que confesar que ni siquiera sabía que la hipocondría es una verdadera enfermedad,  con el código F45.2 en la clasificación CIE-10, (acrónimo de la Clasificación Internacional de Enfermedades correspondiente a la versión en español de la – en inglés – ICD, siglas de International Statistical Classification of Diseases and Related Health), y que se define como sigue.

F45.2 Trastorno hipocondríaco:
Su característica esencial es una preocupación persistente por la posibilidad de sufrir uno o más trastornos físicos graves y progresivos.
Los pacientes manifiestan quejas somáticas persistentes o una preocupación mantenida por su apariencia física.
Las sensaciones y los aspectos normales y corrientes son a menudo interpretados, por el paciente, como anormales y angustiantes, y habitualmente enfoca la atención en sólo uno o dos órganos o sistemas corporales.
A menudo hay depresión y ansiedad marcadas que pueden fundamentar diagnósticos adicionales.

 

Tampoco sabe uno muy bien de la posible estacionalidad de la hipocondría, esa enfermedad tan real y a la vez tan literaria. Aquí, en poesía y ciencia, la hemos traído en este  calurosísimo principio de verano de la  mano de  Virginia Aguilar, joven poeta malagueña, que se diagnostica enfermedades muy sofisticadas y lee con mucha atención los prospectos médicos y a Kavafis.

Estamos ante una poesía clara, precisa e irónica con una voz muy propia y personal. Una poesía importante.

Virginia Aguilar es licenciada en Derecho por la Universidad de Málaga y Máster en Urbanismo por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Fue finalista con “Sólo digo una cosa” de La Voz + Joven 2009, certamen poético convocado por Caja Madrid. Ha sido galardonada con el primer premio de Andalucía Joven 2009, del Instituto Andaluz de la Juventud por su obra “Seguir un buzón”, Editorial Renacimiento, 2010. Ha sido incluida en diversas antologías, tales como: “Y para qué + poetas. Herederos y precursores” (Eppur, 2010) y en la selección “Y habré vivido. Poesía Andaluza Contemporánea”, publicada en 2011 para el Centro Cultural Generación del 27.

 

Transcribo del blog culturamas.es el texto de  Jorge Díaz Martínez acerca de la poesía de Virginia Aguilar:

“La poesía de Virginia Aguilar Bautista ha elegido el camino de las pocas palabras muy bien puestas.  Su concisión se apoya en una pulcra estructura métrica y en un correlato reconocible…. Con tan parcos ingredientes, sin embargo, es capaz de encender la chispa del poema. Su secreto se esconde detrás de las palabras, en el plan cuidadosamente urdido para enfocar el tiro, el golpe, la frecuente paradoja que se desea escenificar. Es en este andamiaje invisible, hecho de cavilaciones –y también de intuiciones- donde reside la luz de sus poemas. No encontraremos en ellos el rizo gratuito, el malabarismo verbal, aquel lenguaje fastuoso. La cocina poética de Virginia Aguilar se encuentra en otro piso, al nivel de las asociaciones ideales, de las trampas narrativas, de los símbolos precisos. Sin olvidar -no todo va a ser estética- la entidad de tales abstracciones, el sentido de experiencia, con frecuencia cargada de un profundo valor humano, que la autora decide encarnar en sus poemas.”

Como se dice en francés: Ainsi soit-il. Volviendo al poema, creo que los últimos tres versos

Guardo cama esperando               
esos anunciadísimos y bárbaros   
“efectos secundarios”.

que relacionan los efectos secundarios con los bárbaros de Kavafis, son, sencillamente, geniales.

En internet pueden leer más poemas de la espléndida obra de Virginia Aguilar. Por favor, no se la pierdan.

 

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