Clases de cálculo mecánico para principiantes con Alan Turing. David Cruz.
Introducción
El poema del joven poeta costarricense David Cruz sobre una máquina avanzada o robot, presenta una materia que es novedosa en la sección de poesía y ciencia. La composición desvela interioridades y manías del artefacto junto con sensaciones ciertas de voluntad y emotividad: lo que no quiere, lo que la deprime…
El poema está estructurado en un discurso de proposiciones negativas. En 42 versos hay 24 negaciones: 18 veces con un “no”, la mayor parte de las veces a comienzo de la frase; 4 veces “ni” en una rueda de ilaciones y por último están “nunca” y “jamás”, una vez cada una. Podríamos pensar que estamos ante las respuestas de un test de Turing realizado a la máquina.
«Hermanillo robot» de andar por casa
En cuanto a los deseos; ¿Qué no quiere la máquina? ¿Qué no desea?: no quiere pensar ni quiere morir, tampoco desea – tiene cierta lógica – a una mujer hermosa ni – y esto no cabe en ninguna lógica pensando en “máquina”- en retirarse a cultivar vino en la ribera del Duero.
Si pasamos al conocimiento: no sabe que puede acabar con todo si se acuesta sobre los rieles del tren, no distingue entre carnívoros y vegetarianos, y tampoco sabe su número de serie – esto no es lógico – ni sabe si se busca a si misma o a nosotros. Pensar y morir. El poema se completa con varias descripciones de sentimientos, deseos y acciones.
David Cruz
David Cruz, (San José – Costa Rica, 1982), está incluido, (y ahí lo hemos hallado), en la antología El canon abierto. Última poesía en español de Remedios Sánchez García de 2015, editada por Visor.
En el prólogo incluyen a este poeta en uno de los tres grupos en que la antología estructura la poesía en español de las generaciones últimas; en concreto, en el grupo que denominan de “poesía ante la incertidumbre”.
El grupo, cuyo nombre proviene del manifiesto del mismo nombre de 2012, suscrito por poetas como Ali Calderón, Raquel Lanceros o Fernando Valverde, entre otros, vendría a suponer una continuación de la conocida como “poesía de la experiencia” de las dos décadas anteriores, proponiendo para la poesía una cercanía más humana de forma que arroje luz para alcanzar certidumbre. La poesía debe ser portadora de sentidos para cualquier lector: “la poesía tiene que emocionar”. Ante todas las incertidumbres actuales, la poesía no puede ser oscura, experimental y deshumanizada. Se trata de apoyar la estética de la emoción como motor poético que logre implicar al lector.
David Cruz nació en 1982 y sus últimos libros publicados son Trasatlántico de 2011 y A ella le gusta llorar mientras escucha a The Beatles de 2013. Su obra ha merecido varios premios, sus poemas se encuentran recogidos en diversas antologías y han sido traducidos parcialmente al inglés, japonés y francés, entre otros.
Ejerce como escritor y periodista y tiene una voz poética fresca, amigable, muy potente y, en ella – cuando sucede, inscribe de forma muy natural e inteligente temas de ciencia y tecnología. Son muestra de ello 3 de los poemas incluidos en la antología citada: Ágrafo eléctrico, Un poema de ciencia ficción y esta Clases de cálculo mecánica para principiantes con Alan Turing, que traemos a poesía y ciencia.
Clases de cálculo mecánica para principiantes con Alan Turing
El poema es redondo y uno lo lee incrédulo: ¿cómo puede escribirse tan bien? Destila cierto franciscanismo y al igual que pensamos en el “hermano animal” en el poema se siente al “hermanillo robot” que… ¡qué cosas tiene! Las palabras surgen perfectas; una tras otra encajadas, precisas y brillantes.
Clases de cálculo… se estructura en una sucesión de frases que describen opiniones, sentimientos o deseos de la máquina y que se desarrollan de una forma muy fluida, predominando los enunciados en negativo, (la máquina no quiere pensar, la máquina no quiere morir…) y junto con enunciados bastante previsibles surgen y se alternan descripciones disruptivas y sorprendentes que fundamentan la gracia del poema y lo hacen más grande y comprensible, si uno lo llega a imaginar como posibles repuestas a test de Turing.
Así, aparecen frases como: “Se siente tonta cuando Kasparov la desafía” o “No distingue entre carnívoros y vegetarianos…”; o la retahíla que finaliza con “ni va a lecciones de quiromancia en los suburbios”; o para finalizar dos seguidas grandiosas:
“No desea retirarse a cultivar vinos en Rivera del Duero.”
“No hará yoga en la Costa del sol/ para olvidar su pasado en un laboratorio/ de Detroit o Tokio”
Y así va el poema hasta su final en que se nos descubre la identidad de la máquina: es el robot motorizado Defender escarbando en la superficie de Marte. Y también se nos descubre al informante, que no es el profesor Franz de Copenhagen ni nadie que se le parezca: es un colega, como nosotros, tomando cañas y viendo en la tele del bar la retransmisión de la excursión por Marte.
El tono general es agradable y, sin embargo, nos deja cierta tensión esa mezcla de inteligencia programada y sentimientos de la máquina del poema. Sabemos que “la máquina no imagina una vida que no ha vivido” pero ignoramos los resultados que tendría en el test de Touring.