Apéndice. Gottfried Benn.

Enlace a Apéndice de Gottfried Benn en poesía y ciencia

Gottfried Benn irrumpió en el panorama literario alemán en 1912 como un bisturí rasgando fieramente tejidos y órganos. No en vano era médico militar y el poemario se titulaba Morgue y otro poemas. Un paseo nada lírico y sí expresionista y, también, tremendista y objetivo. En él se encuentra este Apéndice que es de lo más suave del libro. Que ilustra cómo hasta las operaciones aparentemente más sencillas pueden tener complicaciones. Y más a principios del siglo XX; en los inicios de la cirugía moderna. (Nota 1).

 

 E. V. Paulov en la sala de operaciones. 
Ilya Repin 1888

Descubrir el poema

Descubrí Apéndice en el número 253, de 2012, de la revista Litoral que, con el sugerente lema: Vasos comunicantes, era monográfico sobre Ciencia y poesía.  Allí estaba, en medio de una de las primeras secciones dedicada a la Cirugía, que comenzaba con Bisturí de Emily Dickinson.

Debe tener cuidado el cirujano
que aplica el bisturí.
Tras su incisión sutil está agitándose
el culpable: la vida.

Allí estaba junto con otros notables poemas sobre cirugía que estaban acompañados de cuidadas reproducciones de cuadros de la misma temática. Cuadros que provenían del realismo socialista, (como E.V. Paulov en la sala de operaciones de Ilya Repin, de 1888), del expresionismo alemán, (como La operación de Max Oppenheimer, de 1912), de la nueva objetividad, (como Operación  de Christian Schad, de 1929) e incluso alguna obra pop más moderna (como Operación a corazón abierto de LeRoy Neiman); casi todos muy principio del siglo XX: como la cirugía moderna.

Y ha sido varios años después cuando Apéndice de Gottfried Benn me “ha llamado” y me ha pareció imprescindible incluirlo en poesía y ciencia.

Me fascina de Apéndice su espíritu innovador y de ruptura; ejemplo palmario de la ruptura del movimiento expresionista, en literatura, con el pasado. Su alejamiento del romanticismo, su pretendida y buscada objetividad y su lenguaje pedestre, casi zafio; pero todo ello dentro de la inteligencia de un nuevo punto de vista, que se aleja, ayudándose, entre otras cosas, de voces externas que aparecen y se entrometen en el poema, del yo narrador ampuloso y pasa a dejar constancia de una nueva realidad poética que se hace verdad por voluntad y gracias a un discurso que convierte al lector en alguien tan sagaz como el propio narrador.

 

La operación 
Max Oppenheimer 1912

Hace ya tiempo

Alguna gente a la que se nos pasó por la cabeza, en algún momento de la juventud, lo de ser médicos, salimos corriendo al ver una (única, en mi caso) operación quirúrgica. Fue en COU, con 17 tiernos años y fuimos al Clínico a ver una. Nos instalaron arriba y había como una claraboya desde donde se podía ver el quirófano y la operación. A mí todo el tiempo me dio una sensación de barullo – de gentes con batas de distintos colores que entraban y salían – y de carnicería, pues la sangre aún en la distancia era roja y estaba allí. Salí preguntando, ingenuamente, si era obligatorio estudiar y hacer cirugía para ser médico. Me contestaron que sí y ahí acabo un posible futuro como internista o como psiquiatra.

Apéndice

El poema de Gottfrid Benn  nos sitúa en un quirófano de la época, los primeros años del siglo XX, en que se iba abriendo paso la cirugía moderna. Todo debía ser entre sanguinario y tira para delante; camino de audaces para salvar vidas humanas. En Apéndice destaca la importancia de las voces en directo de los protagonistas y, aunque sin exageración, la terminología médica.

En el relato, aunque en el inicio nos tranquiliza ese “Señor Catedrático, cuando usted guste”, y después aparece el “¡Pinzas!», imprescindible en cualquier operación, enseguida la cosa va cambiando, (o sea, empeorando), primero, porque no se ve:

“Doctor, si está usted de pie contra la luz
no hay dios que vea el diafragma.”

Y el anestesista, parece que no actúa:

“Anestesia, no puedo operar,
este hombre se va a paseo con su panza”.

Operación a corazón abierto  
LeRoy Neiman 1982

 

Tras esos momentos de silencio lúgubre roto por el tintineo de las pinzas que caen al suelo, la histeria hace su aparición y el señor catedrático no se anda con rodeos, brillando por su ausencia el lenguaje políticamente correcto.

“¡No puedo encontrar nada en esta porquería!”

Con lo que la histeria sube de tono y pide que le quiten la mascarilla: “¡Fuera la mascarilla!”, y hay reproches gruesos:

“¡Pero por Dios, amigo mío,
fíjese usted en lo que hace!”

 

Operación de apéndice
Christian Schad 1929

Afortunadamente, tras el momento culmen del barullo en que se asevera: Todo revuelto; surge el milagroso Por fin: ¡lo tengo!. El cirujano ordena cauterizar y un siseo de los presentes daba fin al poema en la versión que había estado manejando; la de la revista Litoral, en traducción de Jesús Munarriz.

Sin embargo, al curiosear acerca de la vida y obra de Gottfried Benn, me encontré con que el poema tenía más versos; las dos estrofas finales:

Esta vez tuviste suerte, hijo mío.
La cosa estaba a punto de perforarse.
“¿Ves esa pequeña mancha verde?-
Tres horas más y el estómago hubiese estado lleno de porquería.”

Estómago suturado. Piel suturada. “¡Vendaje! Señores.”
“Que tengan un buen día, señores.” La sala queda vacía.
Furiosa la Muerte castañetea y rechinan sus mejillas
mientras furtiva se escabulle hacia el pabellón de los cancerosos.

He añadido las dos estrofas que faltaban de la versión del poema en la traducción de Verónica Zondek. (Nota 2). Son esclarecedoras. Por un lado está el discurso del cirujano y el peligro de la perforación; y, al final, se nos presenta la terrorífica escena en que la Muerte, contrariada por no haber podido llevarse al del apéndice en el quirófano – gracias a la cirugía, se va a otro sitio que le parece más propicio: el pabellón de cancerosos. Espeluznante.

 

Gottfried Benn (en www.dhm.de)

Notas.

1. Poco conozco, tengo que decir de la vida y obra de Gottfried Benn que he conocido recientemente. Ante ésto poco debo decir salvo enlazar a algunas páginas web que me han ayudado a pergeñar esta entrada. En Wikipedia se dice simplemente que » Es considerado el poeta alemán más importante de la primera mitad del siglo XX. Fue uno de los escritores de mayor influencia antes y después del Tercer Reich.»  Hay algunos poemas suyos en la red, por ejemplo en el blog No Retornable en el que se encuentran unos cuantos poemas en alemán y en traducción de Veronica Zondek.  En la reseña de la antología Primal Vision: Selected Prose & Poetryhay una breve e interesante descripcioón y valoración de la poesía del poeta alemán. Hay una Antología publicada por Catedra en 2003 que no es fácil de encontrar.  Hay un curioso blog: gottfriedbennenespanol.blogspot.com hecho con mucho cariño y que es una buena biografía de Benn. 

2. Me disculpo por este texto que no deja de ser un cadáver exquisito con una parte de Apéndice obra de un traductor, Jesús Munarriz, y las dos estrofas finales de otra, Verónica Zondek. La explicación es clara: mi primera visión del poema es la de la versión de Munarriz y es la que creo que está mas conseguida en cuanto al lenguaje, giros y frases hechas que presenta, (entre otros ejemplos; en alemán y en las otras versiones es el demonio el que no puede ver y Munarriz utiliza el ni Dios, más español). Las estrofas finales de Zondek, resuelven mejor que otras traducciones los dos versos finales de la Muerte yéndose, de caza,  al pabellón de cancerosos.

 

 

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