Laboratorio central. Alfredo Veiravé.

Enlace a Laboratorio central de Alfredo Veiravé en poesía y ciencia

Laboratorios

Si se habla de ciencia y de tecnología, el término laboratorio está instalado en el imaginario popular contemporáneo como la palabra preferida para referirse al lugar físico en que los investigadores llevan a cabo sus investigaciones y experimentos. Lo que no está alejado de la definición que, por ejemplo, ofrece la RAE de laboratorio:

1. m. Lugar dotado de los medios necesarios para realizar investigaciones, experimentos y trabajos de carácter científico o técnico.
2. m. Realidad en la cual se experimenta o se elabora algo.

 

Microscopio electrónico de transmisión
(Lab. de Microscopía del Ito. de Ciencia de Materiales ICMM. CSIC. Madrid)

Uno cree que en el campo de la investigación científica y técnica, el término laboratorio ha evolucionado desde un significado en que laboratorio era, fundamentalmente, la unidad principal de investigación con uno o pocos investigadores – de los que uno de ellos era el principal, que daba nombre al laboratorio – y unos cuantos (pocos) instrumentos; a su significado actual, en que se usa más para indicar el conjunto de instrumentos, equipos e infraestructuras científicas manejadas por técnicos e investigadores que realiza medidas y ensayos experimentales, para los actuales grupos de investigación, de tamaño mucho mayor que los anteriormente mencionados.

En ambos casos, en los laboratorios se realiza o se valida la investigación y el desarrollo experimental y, tras las personas, constituyen el lugar central de la actividad científica y técnica.

Los laboratorios constituyen, por tanto, de una u otra forma – bien como el ámbito en que se realiza todo el proceso de la investigación o bien como el lugar dónde los equipamientos e infraestructuras científicas confirman experimentalmente hipótesis y teorías – el núcleo central de la aparición y confirmación del conocimiento científico; algo así como el “sancta santorum” de la ciencia.

 

Alfredo Veiravé

Alfredo Veiravé nació en 1928 en la población de Gualeguay de la provincia de Entre Ríos. En 1957 se radicó en Resistencia (Chaco) donde, hasta su fallecimiento, ejerció la docencia en varias cátedras de la Universidad Nacional del Nordeste.  Situado en la provincia de Chaco, Alfredo Veiravé es un poeta excéntrico, de la Argentina profunda, que escapa de la centralidad de la capital Buenos Aires. Poeta de tinte clásico y continuador de las corrientes canónicas de la poesía argentina, bajo el magisterio declarado del poeta Juan L. Ortiz, la poética de Alfredo Veiravé recoge en su obras iniciales: El alba, el río y tu presencia (1951), Después del alba, el ángel  (1955), El ángel y las redes (1960) y Destrucciones y un jardín de la memoria (1965), una estirpe neorromántica con predominio de un sentimiento evocativo, en la cual la concepción de la poesía aparece como aspiración al absoluto.

En 1968 asistió al Iowa International Writing Program, (Univ. de Iowa, EEUU). Esta experiencia, según el propio Veiravé, fue fundamental para su propia escritura, pues en aquel ámbito  tomó contacto con otros poetas y poéticas; con una  nueva sensibilidad y concepción de la belleza que se estaba expandiendo en el mundo.

Fruto de esa estancia y del cambio cultural que, a nivel iberoaméricano, se produjo en la década de los setentaen el ámbito de la sociedad y la cultura,  la obra de Alfredo Veiravé da un giro hacia un tipo de poesía – que algunos denominaron antipoesía – con vocación de estar en el mundo de todos los días y en la que uno de sus rasgos fundamentales fue incluir objetos y temas – impropios en la tradición poética anterior – que remitían de forma reconocible al mundo cotidiano y a la actualidad de los conocimientos.

 

Alfredo Veiravé 
(en www.librosdelpasaje.com.ar)

Una poesía basada en una multiplicidad; lograda por el libre juego de asociaciones interminables y la convivencia de diversos códigos y mundos culturales – cine, historia, artes … – que se entrecruzan y mezclan en los poemas, acompañado por el desorden visual de las líneas de los veros, lo que caracterizará hasta el final su poesía.

Todo lo anterior desmboca en una personalísima voz poética que pasa de una lírica noerromántica a poemas experimentales en el que se da un ahondamiento de las virtudes de la prosa en el verso, del uso del humor y de diveros niveles de lengua; del mismo modo que hiceron por esas mismas fechas otros poetas iberoamericanos como Nicanor Parra y Enrique Lihn en Chile, José Emilio Pacheco en México o Ernesto Cardenal en Nicaragua, entre otros.

Fallecido en 1991, fue Académico de número, con residencia en el Chaco, de la Academia Argentina de Letras y obtuvo numerosos premios entre los que destaca el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía en 1982.

Laboratorio central y otros poemas

De este modo,  a partir de los setenta, diversos temas de la ciencia y la técnica comienzan a aparecer de forma natural en numerosos poemas de Alfredo Veiravé. De hecho, en los títulos de sus últimos poemarios aparecen explícitamente términos científicos y técnicos: La máquina del tiempo en 1976, Historia natural de 1980, Radar en la tormenta de 1985, y, el último,  Laboratorio Central de 1991.

Como en este  Laboratorio central que incorporamos a poesía y ciencia, en en este diciembre de 2017, que descubrimos incluido en la antología La poesía argentina del siglo XX editada por Marta Ferrari en la editorial Visor.

En el poema se fantasea con un posible ó hipotético encuentro con un extraterrestre y lo que «seguramente» ocurrirá. En primer lugar, sentir «… un poco de miedo de su figura/ humana diferente/…»; lo que parece normal.

En segundo lugar – y esto ya no es tan normal – tratar «… de explicarle lo que nuestra cabeza es/…». 

Y a partir de este momento,  se postula la cabeza como

… un laboratorio central donde se produce una reacción
en cadena de fenómenos eléctricos y fenómenos
     químicos
que algunos alimentan con alucinógenos con
     alcoholes.

Y es allí, precisamente, donde se producen

todas las
tormentas y las fiestas del texto,
esta memoria que sueña con las palabras

No está mal y es posiblemente un acercamiento cabal a lo que debe ocurrir, desde un punto de vista científico, en nuestro cerebro: fenómenos químicos y eléctricos que dan lugar a la memoria y al lenguaje.

Al final, en la elucubración que es el poema, el extraterrestre «… huirá / entre los árboles hacia su nave madre», dejando al poeta ante en su escritorio en el solitario oficio de escribir poemas.

Y a propósito de escribir poemas, como surgen y lo que sienten las palabras en el vaivén de la creación poética según Alfredo Veiravé,  acabo con el breve y memorable poema Radar en la tormenta

Radar en la tormenta

Y alguna vez, no siempre, guiado por el radar
el poema aterriza en la pista, a ciegas
                                                   (entre relámpagos)
carretea bajo la lluvia, y al detener las turbinas,
            descienden
de él, pasajeros aliviados de la muerte: las palabras.

En la última entrada escrita en este 2017, me gustaría despedirme con el deseo de un feliz año 2018 para todos. Y en especial a los laboratorios de la Redlab (Red de Laboratorios  de investigación de la Comunidad de Madrid)

Compartir:

Deja un comentario